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Indeseable y violento

El desmedido afán de inferir críticas cuando no hay motivos reales para hacerlo llevaron al cómico Del Sel al desprestigio y a la injuria de la manera más recalcitrante, más burda, despreciable, absurda y fundamentalmente vacía de todo contexto ético y cultural.

Lo peor es que dicha manifestación alude seguramente a su íntima concepción acerca de la mujer y el trato degradante que por su condición mereciera, al ánimo de creerla inferior y acreedora de insultos e injurias... la más conservadora expresión del machismo que reinaba en ciertos sectores sociales de épocas pasadas; todo ello quedó plasmado una vez más y por fuera de un escenario o de un show de Midachi.

El insulto a la investidura presidencial, la ausencia de todo sentido crítico y de propuestas en el plano político, el absurdo por el absurdo... todo es evidencia en él de una enorme incapacidad a la hora de desempañarse en la solución de problemas y necesidades sociales que incumbe a todo dirigente político.

Recurrir al vil insulto sin la mínima delicadeza ni intención de diálogo lo tornan indeseable y violento, no sólo en el plano político sino también en lo social, porque la violencia no se manifiesta sólo desde lo físico sino también desde lo verbal.

La despiadada y machista embestida que ha impartido el humorista lo colocan por fuera de toda discusión sana, echan por tierra todo intento de diálogo (del que por cierto manifestó además no tener interés).

Sin diálogo y con insultos no se respetan las pautas mínimas de toda sociedad civilizada y mucho menos se arriba a soluciones sanas.

¿O acaso piensa "putear descaradamente a todos y listo" a la hora de resolver conflictos?

Martín Rodríguez Luna