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Lunes, 25 de febrero de 2013

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36 años

Hoy se cumple un nuevo aniversario de la intervención militar en la Biblioteca Popular Constancio C. Vigil, unas de las experiencias educativas y populares más importante de Latinoamérica. Antes de eso, la misma contaba con 19.639 socios, sus escuelas con 2.956 alumnos que podrían disfrutar sus 100.000 libros, de los cuales 47.500 fueron quemados por las llamas del odio en la época del plomo y el terror.

Sobre fines del año pasado la biblioteca recuperó su comisión de socios históricos y el Senado provincial sancionó la restitución de los bienes patrimoniales. Raúl Frutos, quien fuera el director hasta ese 25 de febrero de 1977 y fuera depuesto de ese cargo por los miembros de la patota de Agustín Feced y lo secuestraran durante nueve meses, nunca pudo ver eso ya que una enfermedad le ganó la pulseada por la vida.

Una poesía titulada "Si supieras que no nos olvidamos", de Alejandro P. Leiva dedicada a la institución dice: "Libro sobre libro./Dos libros/ Mil libros./ Libros/ Monstruo en el techo,/ espía del Universo, te cegaron./ Aún sangra las rampas./La tarde es opaca. El barrio es frío/ ¿Qué sobrevivió al genocidio?/ Un niño cruza el empedrado, /él tampoco olvida las tardes infantiles. /Porque nadie olvida un brazo amputado. /Un sueño robado".

Nadie podrá olvidar aquella experiencia porque forma parte de una identidad colectiva, un sueño robado que debemos recuperar, ya que durante varios años de democracia se la omitió de todos lados. Un proceso entre impunidades, pero a la vez de esperanzas: "La biblioteca y las escuelas de la Vigil surgieron de la necesidad del barrio (...) era una educación crítica, liberadora con soberanía económica, ya que no se dependía económicamente de nadie, se autofinanciaba con honestidad. Por eso las obras se veían en el barrio; con independencia ideológica, pues no había ningún partido político ni nadie que nos dijera qué hacer, ni pensar, y una educación popular y nacional, fundamental en el barrio de trabajadores", se dijo el pasado 2 de noviembre en una charla en el Teatro Saulo Benavente, con Antonia "Checha" Frutos, Nelson Abaca y Horacio González.

Vaya el recuerdo y admiración a los vecinos de barrio Tablada que mantuvieron viva la memoria en la época del olvido obligatorio ; y siguen a pesar de todos los pesares cometiendo el pecado de soñar despiertos, para que el amor derrote a la muerte, el olvido y las injusticias.

Juan Pablo Robledo

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