De multitudes y represión

Los recientes acontecimientos que se desarrollaron en Brasil con protestas callejeras multitudinarias por el despilfarro por parte del estado de fondos públicos en un torneo de fútbol mientras persisten flagrantes desigualdades deberían llevar a una profunda reflexión acerca de las contradicciones que en el presente exhiben nuestras sociedades.

Es imposible para los pertenecientes a cierta generación no asociar el mundial de fútbol Argentina 78, con la dictadura cívico﷓militar que asolaba al país por esos años y la cercanía entre el estadio mundialista donde la euforia inducida buscaba tapar el horror que a pocos de allí en la ESMA se perpetraba contra los luchadores y luchadoras sociales secuestrados por los grupos de tarea paragubernamentales. Además no podemos ni debemos olvidar al relator deportivo que alentaba en 1979 a los hinchas futboleros a concurrir al lugar donde los familiares de los detenidos﷓desaparecidos denunciaban esta atrocidad ante la Comisión de Derechos Humanos, por el triunfo del seleccionado juvenil en Japón. Había intención de demostrar la "alegría reinante en las calles", enturbiando la lucha tenaz de quienes denunciaban crímenes de lesa humanidad.

Volviendo a Brasil, no hay que desdeñar la magnitud y la saña represiva del estado con su policía militar, y tampoco reducir el malestar a un simple aumento tarifario.

El espesor de las manifestaciones callejeras expresa un descontento que desnuda las contradicciones y fisuras de una sociedad que continúa más allá de los discursos siendo esencialmente injusta.

La persistencia y hasta el avance de estas estructuras sociales basadas en los agronegocios y el extractivismo minero, implican la continuidad de la devastación ecológica y social.

Es saludable que las multitudes disconformes ganen las calles en la búsqueda y construcción de alternativas de cambio, autoorganizados y solidarios en la lucha por la emancipación integral.

Carlos A. Solero

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Miembro de la APDH Rosario