La muerte de Priebke

A los cien años ha muerto el criminal de guerra nazi Erich Priebke, siniestro personaje responsable durante la Segunda Guerra Mundial de la masacre en Italia de Las Fosas Ardeatinas, acto de venganza por el ajusticiamiento de esbirros de las SS (Gestapo) por parte de partisanos antifascistas.

Priebke residió durante décadas en territorio argentino, lugar donde halló refugio gracias a la anuencia de autoridades estatales vernáculas, que cobijaron cientos de asesinos como él, en las provincias de la Patagonia o bien en las sierras cordobesas.

Es una paradoja que Priebke haya muerto centenario y en el mismo mes que se conmemora la llegada de Cristóbal Colón a los que los europeos llamaron desde el siglo XV América y los pueblos originarios Abya Yala.

Afirmamos que es una paradoja porque el etnocidio y genocidio, de la expoliación y el saqueo incesante de las poblaciones tiene rasgos en común con el perpetrado por el régimen nazista hitleriano respecto a los pueblos que sometía y conquistaba durante su período de apogeo, matar para aterrorizar y expoliar, miles y miles de personas de origen judío fueron enajenadas de sus bienes: obras de arte, joyas, viviendas y un largo etcétera. Los verdugos gozaron del botín arrebatado a sus víctimas. Les quitaron la vida y ensancharon sus arcas.

También las dictaduras cívico-militares instaladas en Latinoamérica se alzaron con las pertenencias de los y las militantes sociales y políticos que aun permanecen desaparecidos. Todo un estilo represivo con efectos residuales que aun persisten con el terror instalado en los cuerpos de la población sobreviviente.

Priebke fue despedido por la élite de Bariloche casi como un "ilustre ciudadano", la misma clase social que reprimió ferozmente meses atrás a militantes sociales que impulsan proyectos cooperativos y solidarios.

Una muerte sin adioses para un ser deleznable como Erich Priebke.

Memoria contra el olvido y ni perdón ni reconciliación con los destructores de vidas.

Carlos A. Solero