Martes, 15 de septiembre de 2015 | Hoy
Siniestras falencias
Según un prominente funcionario estatal, la muerte por desnutrición en
la provincia del Chaco de un joven de la etnia Qom se debió a
falencias culturales. Curioso giro retórico para justificar lo injustificable que un territorio ubérrimos en recursos alimentarios haya quienes padecen hambre.
Claro que las falencias de una cultura muestran su lado más siniestro
cuando lo que el sistema económico y social prioriza es cómo se
responde a la codicia de los poderosos, para que estos continúen
gozando de sus privilegios en detrimento de las vidas humanas. Es un
sistema antihumano el que entroniza el valor de las mercancías y
sacrifica poblaciones enteras en el altar del dios mercado.
La provincia del Chaco ha sido gobernada por dirigentes de diverso
signo político y como constante es posible observar la situación de
expoliación, explotación y marginación de los pobladores de las etnias
originarias de esas tierras.
El estado de desnutrición y la carencia de medios sanitarios para
estas personas no es una cuestión coyuntural sino estructural, ha
sido una política de Estado mantenida durante varias décadas ir
expulsándolos de sus tierras y privándolos de todos los recursos
materiales, a la vez de utilizarlos como masa de maniobra en las etapas
electorales.
La prensa sensacionalista se hace eco de estas cuestiones cuando le
sirven como "nota de color" y los políticos tienen la impudicia de
arrojarse los muertos como objetos de un lado a otro, para ellos, la
vida es una mercancía más que puede "cotizar en las urnas".
Ahora bien, no es casualidad que los últimos años los ataques contra
las poblaciones Qom, Wichís, Pilagás y otras se hayan intensificado. En la medida en que se expanden los territorios aptos para el cultivo
de soja, aumentó la virulencia contra ellos.
Diversos medios para el acoso y el asedio de estos pobladores, un solo
objetivo, la acumulación de capital.
¿Son falencias culturales? Claro que sí, siniestras falencias que se
asientan en el sufrimiento de muchos para el obsceno goce de unas
pocas corporaciones y sus gerentes oficiales u oficiosos.
Carlos A. Solero
Miembro de la APDH Rosario
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