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Miércoles, 18 de noviembre de 2015

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Bigand

Hay una madre que no pudo cuidar a sus hijos.

Hay un Estado que los toma en guarda y los lleva a un hogar de tránsito. Hay una ley que dice que los niños menores de tres años no deben estar allí. Un estado que resuelve de manera "extraordinaria" (ilegal), el destino provisorio de esos niños. Considerando que es lo mejor que puede hacer por ellos, y muchas veces es lo mejor.

Hay un nene de un año que llega allí, de todas maneras.

Hay un pueblo, Bigand, que tiene un Hogar de Tránsito al que habitualmente llegan niños porque sus familias no pueden atenderlos. Que convive con este hogar y está familiarizado con ir a buscar a los chicos para merendar, para pasar la navidad o festejar su cumpleaños, un pueblo con dos clubes donde los chicos van a hacer deportes.

Hay una pareja que desea tener hijos y no puede. Una pareja que tiene amor, tiempo y paciencia para ocuparse de un nene de un año. Lo van a buscar al jardín, un día, dos días. Le sacan los piojos, lo llevan al médico. El nene tiene miedo, timidez, tristeza, le dan amor, amor, amor, le dan tiempo de juego, le dan seguridad y alegría. El nene cambia, se vuelve locuaz, se vuelve vital, recobra su derecho a la infancia.

Hay un estado que hace lo que puede, y a veces puede poco. Un estado que descansa en la buena voluntad de las personas que tienen lo necesario para hacer vivir una infancia saludable a un chiquilín. Un estado que les da un poder, firmado, y ellos están, de buena voluntad, están el tiempo que dice el papel y el tiempo que el niño necesita.

¡Ojo! ¡Hay un juez! Que determina que todo esto está muuuy mal. Un juez que manda a una combi con tres trabajadores, sin orden judicial, a buscar al niño al jardín. Un juez que no le avisó a nadie. Nadie pudo preparar al niño para semejante cambio, un estado judicial que pretende que es normal sacar a un niño de dos años de su clase y llevarlo con tres adultos desconocidos hacia otro lugar, donde supuestamente va a estar mejor. Hay una escena de llantos y desconcierto y angustia general para el niño y sus compañeritos de clase. Hay un pueblo que impide que se lo lleven, poniendo el cuerpo en la puerta del jardín.

Hay angustia y bronca, porque es doloroso que el estado abuse de la buena voluntad de las personas y luego las criminalice

¡Ojo! También hay una esperanza. Todavía no está dicha la última palabra. Construyamos un final feliz y justo para Dani y para todos los chicos que buscan una familia para crecer.

Esto está sucediendo ahora, ahora podemos cambiar el final. .

Mariana Frare

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