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Como es sabido, el círculo vicioso -a diferencia del círculo virtuoso- genera la sensación de impotencia y laberinto sin salida. Es como si vivenciáramos un "eterno retorno".
En efecto, la Región Argentina es un escenario en el que ciertas escenas se repiten de modo cada vez más patético y obsceno. La llamada "concordancia" instaurada por Bartolomé Mitre después de derrotar a Urquiza en la batalla de Pavón se cimentó en la sangre derramada con las campañas punitivas contra las montoneras del Chacho Peñaloza y Felipe Varela, completadas luego por sus sucesores contra López Jordán. El famoso contubernio del general Agustín Pedro Justo, amasado con los socialistas independientes y los radicales antipersonalistas durante la Década Infame, le "garantizó" el ejercicio del "fraude patriótico" hasta la llegada de los fascistoides militares del GOU, con Ramírez, Farrell y Perón a la cabeza.
Este último acontecimiento marca por muchas razones un punto de inflexión en la historia social contemporánea, se consolida la articulación entre Estado, Iglesia, fuerzas armadas, Sindicatos Obreros y asociaciones empresarias. Estado y capital confirman su alianza y la conciliación de clases está garantizada por la burocracia sindical, añadido a esto las persecuciones, cárcel y garrote para los proletarios insumisos.
Lo hicieron todos los gobiernos, pactaron con los propietarios del capital y conciliaron y concedieron a los burócratas sus cancerberos.
Transcurridas las décadas, los dispositivos de domesticación persisten. El actual presidente de la república se reunió con los principales caudillos del sindicalismo. Luego de otorgarles el preciado botín que es el manejo discrecional de las obras sociales, comenzó la negociación para poner a raya en los próximos días a quienes se resistan al draconiano ajuste: tarifazos en los servicios e impuestos, despidos en masa por parte del Estado y las patronales, precarización y otras maniobras perversas.
Mauricio Macri sabe que más allá de las palabras "para la tribuna", los burócratas le garantizarán la paz social que anhela mientras les preserve el manejo de "las cajas".
Frente a todo esto, qué nos resta a los de abajo, a quienes vivimos de enajenar nuestra fuerza de trabajo, a las mujeres y hombres de a pie. Organizarnos autogestivamente en las luchas. La resistencia.
Carlos A. Solero
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