Domingo, 7 de marzo de 2010 | Hoy
SOCIEDAD › HISTORIA DE DOS MUJERES DETENIDAS QUE FUERON PREMIADAS EN UN CONCURSO FOTOGRáFICO Y RECIBIRáN EL GALARDóN EL LUNES, EN DíA DE LA MUJER.
Evangelina y Yésica son internas de la Unidad de Recuperación de Mujeres Nº 5, la conocida "cárcel de mujeres". Tienen historias de vida duras y encontraron en un taller de fotografía la manera de imaginar otra vida.
Por Alicia Simeoni
"¿Derechos? Yo no sé nada de derechos pero me gustaría conocerlos". Más que elocuente aparece la expresión de Evangelina Sánchez, 22 años, interna en la Unidad de Recuperación de Mujeres Nº 5 ubicada en Ingeniero Thedy al 300 de Rosario. Niña en situación de calle entre los 7 y los 11 años, jovensísima conviviente en pareja desde los 12, mochilera para recorrer parte de las provincias de Buenos Aires y Córdoba donde vendía sus artesanías y desde hace poco más de un año detenida en la cárcel de mujeres. Allí fue que Evangelina participó del taller de fotografía estenopeica, envió con una de sus compañeras del penal, Yésica Ruiz, algunas tomas al concurso provincial Mujeres Reb/veladas y mañana, lunes 8 de Marzo, Día Internacional de la Mujer, ambas recibirán el premio correspondiente que les otorgó el jurado, siempre que medie el permiso judicial correspondiente para que puedan estar junto a las autoras de los otros trabajos. Una de las fotos que ella tomó es la de una ventana del comedor del penal por la que siente que se conecta con la luz, con el aire, con la libertad porque allí recibe la visita de algunos familiares y también se angustia ante las despedidas. Evangelina Sánchez tiene mucho en común con las otras detenidas que son jóvenes, pobres y casi todas tienen un escasísimo nivel de educación.
Casi como en un ping pong, el diálogo con Evangelina ocurre por momentos rápido y fluido mientras Yésica, de 20 años, no se siente en condiciones de hablar.
¿Sabés por qué el 8 de Marzo es el "Día Internacional de la Mujer"?
-No.
Y cuándo se habla de derechos de las mujeres y de derechos humanos ¿conocés de qué se trata?
-No, no conozco nada de derechos, nunca me explicaron nada pero me gustaría conocer algo. (Ella es espontánea, se ríe con frecuencia, a excepción de cuando cuenta algunos hechos puntuales de su vida donde se le atraviesa un nudo en la garganta). Viví en la calle desde los 7 años, tenía algunos problemas en mi casa y empecé a quedarme a dormir en las plazas con otros chicos.
¿Y no te buscaban para que vuelvas? ¿Con quién vivías?
No, no me buscaban. Vivía con mi mamá y mis hermanos, somos 12 en total, pero podía quedarme en la calle. (Ya se ríe y muestra incredulidad cuando se le comenta que hay una Declaración Internacional de los Derechos del Niño).
Evangelina empezó un camino en soledad en los lugares que le resultaban más amigables. Cuando habla del taller de fotografía que desde septiembre a diciembre de 2009 hizo en el penal, lo ubica claramente como un espacio distinto, que "me despejaba, me hacía sentir bien porque aprendía, pero sobre todo, al estar ocupada, dejaba de pensar en las cosas feas que me hacían mal". Habla en pasado del taller que se cortó. "Es que quienes venían a darlo ya no podían pagar el papel y los líquidos. A mí me gustaría poder seguir y creo que aprendí bastante. Me explicaron que puedo tener un currículum para cuando salga". Cuando una de las coordinadoras del taller Revelando Mujeres -que en conjunto daban Sebastián Dahí, Claudia Ortiz y Sofía Korol , les propuso a todas las participantes mandar sus trabajos a Mujeres Reb/veladas, el concurso provincial organizado por el Ministerio de Innovación y Cultura de la provincia y el Sindicato de Prensa Rosario con el propósito de mostrar distintas realidades de las mujeres santafesinas, ella y Yésica Ruiz se mostraron interesadas. Ya llevaban un tiempo con las clases de fotografía estenopeica (para obtener una cámara se utiliza una técnica muy rudimentaria a la que se construye con una caja o una lata a la que se le hace un orificio (estenopo) y no se trabaja en negativo sino con papel sensible donde queda plasmada la imagen. De ahí que quisieron mostrar lo que habían aprendido. Según Evangelina es "para que la gente se entere de lo que hacemos aquí y puedan tener en cuenta que podemos aprender". Es entonces que cuenta cómo son sus días en la prisión. Se levanta, desayuna y tiene desde las 8.30 hasta las 12.30 el taller de costura desde el que fabrican, entre otras cosas ropa de bebé. Después del almuerzo son llevadas al dormitorio, una enorme habitación en el que hay muchas camas, y por la tarde están en el patio. Después no hay casi nada que hacer a excepción de las actividades que proponen algunos grupos interesados en dar clases sobre determinados temas, tal el caso del taller de fotografía, que fue posible a través de un subsidio de la Secretaría de Cultura municipal que comprendía el dinero para la compra de los elementos necesarios, pero que no forma parte de un programa de actividades que desde el Servicio Penitenciario se destine a las internas. Cuando no están esas alternativas las tardes son interminables.
Tanto en esta como en otras prisiones las horas son muy largas, más aún para quienes por su edad están en condiciones de desplegar tantas potencialidades. El poco por hacer también dificulta la convivencia y las relaciones entre quienes están en esas condiciones.
El taller de fotografía les permitió un aprendizaje pero también la puesta en juego de creatividades escasamente estimuladas. El jurado de Mujeres Reb/veladas, que consideró los trabajos del concurso al que se presentaron con seudónimo y eligieron el de 'La Cholito' le otorgó al conjunto de 5 imágenes, el primer premio en la modalidad fotografía y en la categoría general. Los propios autorretratos interpelan a quien los mira, ellas se convierten en protagonistas, en sujetos delante y detrás de la cámara.
La Cholito era el apodo de Yésica Ruiz. Ella puso ese seudónimo detrás de la foto y así quedó elegido. El premio casi las descolocó: esta vez ganaron y desde que tienen noción están acostumbradas a las situaciones que se presentan para perder, familiares, amigos, la posibilidad de hacer como niño las actividades que no los pongan en situación de riesgo, de menoscabo, de maltrato, de abuso y de la recepción de rechazo.
Evangelina Sánchez interrumpe la conversación "Y, ahora me voy a casar", dice entusiasmada. "Hace como cuatro años que estoy de novia. El está en Piñero y voy a visitarlo cada 15 días los lunes. Ya tengo las alianzas para comprometernos".
Cuando se vuelve sobre el taller de fotografía y el espacio de costura cuenta que a ella le gustaría que cada día haya una actividad porque todas las mujeres que están en la Unidad Nº 5 "saben hacer algo y podemos dar clases al resto para que cuando salgamos podamos tener distintas posibilidades de hacer algo, de trabajar, siempre que nos dejen, porque en general no te quieren dar una oportunidad? Siempre piensan que uno va a 'choriar' o a ir con cualquier otra cosa no buena. Y yo quiero que entiendan que podemos querer hacer otras cosas que las que hicimos y que vean que desde aquí adentro queremos prepararnos para eso".
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