Domingo, 16 de marzo de 2014 | Hoy
SOCIEDAD › UNA INVESTIGACIóN SOBRE LA INVISIBILIDAD DE LAS MUJERES PRIVADAS DE SU LIBERTAD.
Las historias que reúne el libro parecen salidas de "Los miserables". Pero nada de esto es ficción. Las condiciones infrahumanas del encierro constituyen una realidad cruel
Por Beatriz Vignoli
Todo un entramado de voluntades fue preciso para hacer posible y visible una investigación sobre la invisibilidad de las mujeres presas. A fines del año pasado, la Universidad Nacional de Rosario, con el aval de la UNESCO, la Red de Editoriales de Universidades Nacionales, la Asociación de Universidades Grupo Montevideo, una cátedra de la Facultad de Ciencia Política (UNR) y una maestría de la Facultad de Humanidades (UNR) editó el libro Nadie las visita. La invisibilidad de las mujeres privadas de su libertad (UNR, 2013), de Raquel Miño y Graciela Rojas. Fundadoras de la ONG "Mujeres tras las rejas" y tesistas de la Maestría "La Sociedad y el Poder desde la Problemática del Género", las autoras iniciaron en 2006 una serie de investigaciones, al comienzo solo desde una perspectiva de género, en el Instituto de Recuperación de Mujeres, Unidad N 5 de Rosario.
La Unidad 5 queda en una casona insalubre de Thedy al 300 bis, a dos cuadras del centro comercial Alto Rosario. Su nombre, que invoca una supuesta "recuperación", parece una ironía orwelliana. Las historias de vida que reúne el libro parecen salidas de Los miserables de Víctor Hugo. Pero nada de esto es literatura de ficción. Las condiciones infrahumanas del encierro de las mujeres en conflicto con la ley penal constituyen una realidad cruel cuyas causas, que se analizan en este libro, van desde el androcentrismo del Derecho hasta la desidia de las políticas de Estado, pasando por una red micropolítica de opresiones que encierra por todas partes: pobreza, narcotráfico, patriarcado. A medida que avanza la lectura entre las contundentes estadísticas y los conmovedores testimonios, se va desdibujando la frontera que el imaginario social traza entre honradas y delincuentes, para empezar a comprender que ninguna mujer está a salvo del disciplinamiento cuyo extremo se halla en el proceso penal.
"Acá no se vive tan mal, solamente hay humedad y ratas", dice sin eufemismos una de las internas. Otra muestra las heridas autoinfligidas "de la Navidad pasada sin mis hijos". Los hijos como rehenes del poder de las guardiacárceles, la angustia de perderlos, la violencia, la vigilancia, el aplastamiento de la identidad, el cuerpo como único vocero posible a través de los cortes y tatuajes tumberos, son solo algunos de los rasgos de un atropello estatal naturalizado contra los derechos humanos más elementales de las mujeres presas.
Pobres y mal instruidas, ellas en muchos casos ignoran que "el sistema carcelario debería limitar solo la libertad ambulatoria de las personas, siendo responsabilidad del Estado arbitrar los medios necesarios para el cumplimiento de todos los otros derechos no conculcados por la pena". Dopadas y deprimidas transcurren la condena. Salen quebradas, estigmatizadas; a menudo no recuperan a sus hijos.
La investigación amplió su alcance a las cárceles de mujeres de otros países de Latinoamérica, comparadas con las de varones, gracias a aportes desde Brasil, Bolivia, Paraguay, Uruguay, Chile, Perú, México y Ecuador. Los resultados de la investigación se fueron dando a conocer en ponencias y congresos. Las autoras fueron legitimadas en su espacio de investigación por Mariano Bufarini, Director General del Servicio Penitenciario de la Provincia de Santa Fe. Organizaron con las internas un elenco de teatro y un programa radial, Mujeres tras las rejas, emitido desde el Penal por FM Aire Libre 91.3, Entre otros galardones, el programa fue declarado de interés municipal en 2009 y obtuvo un Premio Juana Manso 2010 en el rubro radial; en el rubro medios digitales lo ganó su blog, mujeres traslasrejas.blogspot.com. Además del puesto de venta de la UNR, los correos electrónicos para adquirir el libro son [email protected] y [email protected].
"El 5 o 6% de la población penal femenina es la prueba más acabada de la existencia de un control paralelo", escribe Eugenio Raúl Zaffaroni, ministro de la Corte Suprema, en el prólogo. "Las que conforman esa minoría son las que no responden al rol subordinado".
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