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Jueves, 21 de enero de 2010

PSICOLOGíA › LA CLAVE EN LA FORMACIóN DE UN INVESTIGADOR CIENTíFICO ES EL TRABAJO

"Con cabeza, culo y corazón"

La labor del director de la tesis como formador es mucho más importante que tantos seminarios, talleres, workshop y cursos ad hoc. A la postre, nada funcionaría sin la cabeza del doctorando, dispuesto a integrar distintos saberes repartidos.

 Por Ovide Menin*

La formación de investigadores científicos no escapa, a mi juicio, a la fuerte sobredeterminación que conlleva en sí, tanto la elección del oficio cuanto el propósito del plan que se les ofrece. Porque es indiscutible que se los forma en función de ideas pre establecidas; o no se los forma. Se les enseña en función de esas ideas; o no se les enseña. Más allá o más acá del libro albedrío y toda esa especulación pseudo científica que no nos permite distinguir la paja del trigo. Porque dicho con sinceridad, en esto, aprender a investigar, la clave parece estribar en el trabajo. Trabajar y reflexionar sobre fenómenos y procesos. Observar, pensar y hacer. Tan simple como eso. Creo que no hay otra alternativa viable. Por lo demás, esto es válido tanto para formar artesanos cuanto para formar artistas, investigadores o educadores. En las carreras o estudios de post grado, las condiciones para formar un investigador se dan excepcionalmente; si es que se dan.

Apenas si se le arriman algunos elementos para hacer la tesis. Las más de las veces puramente formales. Por eso creo tanto en la labor del director de la tesis como formador y menos, mucho menos, en el número y costo de tanto Seminario, Taller, Workshop y cursos ad hoc. Porque a la postre, todo eso sigue tan fragmentado que, si no fuera por la cabeza del doctorando, dispuesto a integrar saberes repartidos, de nada le serviría tanta lectura y tanto debate en abstracto.

Sobre estas cosas hay metáfora, metonimia y sinécdoque escritas en abundancia. Por lo tanto en riguroso sentido metafórico suelo decirles a mis discípulos que la investigación ha sido siempre una cuestión de cabeza, culo y corazón. Si no la captan, es decir si no desvelan el sentido figurado de la expresión, peor para ellos. En cuyo caso sería mejor que no regresaran a la casa del maestro.

Esa dimensión pedagógica a la que aludo, subyace en ese fascinante quehacer formativo: quehacer que deberá partir de supuestos teóricos medianamente compartidos. Dimensión ésta que a su vez plantea problemas complejos que surgen de una relación humana muchas veces competitiva, no siempre franca y generosa en sus planteos, que la proximidad de las partes involucradas en el largo, muchas veces tedioso camino que configura la investigación, se traduce en conflictos y armonías, sin solución de continuidad. Ideología, sentimientos, razón y sinrazón, así como las confrontaciones no siempre epistemológicas, hacen la delicia de los jóvenes aprendices. La verticalidad o la horizontalidad de la relación genera, en este largo proceso formativo, un estilo de enseñanza y aprendizaje no por menos escolástico, necesariamente gratificante. Es que tengo para mi que "para formarse hay que fajarse", como dicen mis amigos cubanos. Lo que sí se considera altamente desdoroso es decir, con toda franqueza, que en la formación de los jóvenes investigadores las agresiones mutuas, reales o simbólicas, no escapan a la regla. Pero de esto no se habla. De esto no se debe hablar porque no es método formativo ni es ciencia. Sin embargo, lo más significativo que he visto, como método formativo, fue el empujón que le dio una médica pulposa a un bello querubín, aspirante a investigador, disputándose entre ambos el lugar en la mesada. Ahí se le acabó el hipotético deductivo que le enseñaba.

Ahora bien, en cuanto a lo que la pedagogía universitaria tradicional llamaba la forma de enseñanza y hoy, con cierta licencia, llamamos las configuraciones didácticas, cabe decir que se registran entre los directores de tesis, configuraciones relacionales autocráticas, configuraciones relacionales democráticas y configuraciones relacionales displicentes (laissez faire). Nunca más oportuno, entonces, aquello de Humberto Eco: "(Si) vuestro director es un viejo iracundo, envidioso y dogmático, no debéis tomar como director de tesis a un individuo de semejante calaña. Y si a pesar de todo queréis hacerla con él porque aparte de sus defectos os parece un buen protector, entonces sed coherentemente deshonestos y no citéis (a quienes le caen mal) ya que habéis elegido ser de la misma calaña que vuestro maestro".

*Doctor en Psicología. Decano de la Facultad de Psicología UNR. Intervención recogida en Revista Digital Psyberia nº 2. Fragmento.

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Para aprender a investigar, hay que trabajar y reflexionar. Observar, pensar y hacer.
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