Jueves, 12 de mayo de 2011 | Hoy
PSICOLOGíA › DIFERENCIAS ENTRE LA IMAGINARIA MáSCARA Y LA IDENTIDAD
La máscara siempre es una imagen completa, acabada en sí misma. No presenta discontinuidades de ninguna naturaleza. En cambio la identidad siempre tiene lagunas, huecos indecibles, huecos asquerosos o puercos, que son bienes de consumo.
Por Daniel Adrián Leone*
Hablamos de la identidad, y planteamos básicamente que la identidad es un producto imaginario, es decir, una suerte de Frankestein que nos armamos con retazos de retazos de ningún género, dijimos que la identidad es una construcción, ya que se elabora día a día, y se constituye como el pegar figuritas coleccionables en un álbum siempre falta la figurita difícil y siempre sobran de las figuritas que tiene "todo el mundo"; es decir, la construcción siempre es fallida en un punto, más que inacabada, inacabable.
Ahora, la máscara, como ya la hemos definido en nuestro glosario Ayúdame Freud también es algo del orden imaginario, también es algo frágil y puede ser algo fallido, pero, siempre es una imagen completa, acabada en sí misma. No presenta discontinuidades de ninguna naturaleza. En cambio la identidad siempre tiene lagunas, huecos indecibles, huecos asquerosos o puercos desde los pruritos escolásticos y medievales; huecos que son bienes de consumo, en la actualidad.
La máscara dijimos tiene una triple función, encubrir, sostener y expresar. Esto es, encubre una tendencia o acción sobre el yo, la sostiene vigente y activa y le da expresión. De hecho las máscaras no son representativas más que de la tendencia en función de la cual la máscara se constituye; en cambio la identidad es reflejo de la historia misma. Por eso podemos decir que la máscara en relación a la identidad es un "como si" fuera una identidad.
Cuando una persona constituye una identidad desea que esta sea todo lo consistente posible pero también desea que esa identidad se muestre como hecha de un tirón. La persona está orgullosa de su identidad pero no del hecho de haber tenido que formarla de recortes de diarios tipo collage: esto es lo que quiere ocultar, el hecho de que su identidad, su mismísima carta de triunfo frente a los otros, es un artificio.
La máscara es en este punto una manera de suplir lo defectuoso de la identidad, superando las discontinuidades, erradicando las costuras. Se adquiere máscaras por miedo a que se descubra lo endeble de mi identidad.
La máscara es una foto digital; plana y continúa; en la que la tridimensionalidad se debe a trabajos de luz y sombra, o dicho de otra manera: la máscara es plana, carece de volumen. La identidad en cambio es siempre una imagen en la que predomina el pespunte, la costura, como si fuera una fotografía bella de un paisaje de un rompecabezas de 1500 piezas; que en su versión original tenía todas las piezas y encastraban perfecto unas con otras sin mostrar las uniones, representando la imagen correctamente y sobre todo sin dejar huecos.
Ahora bien, este es el mito que el hombre intenta sostener; en realidad en la caja de su rompecabezas (identidad) no hay piezas de un solo rompecabezas sino de varios distintos. En la caja dice 1500 piezas, pero, tras abrirlas no da miedo contarlas pues tememos que haya 1243 o 7000 piezas; la imagen es la misma en apariencia, se trataba de un bonito paisaje en el original y en la foto de la caja pero lo que hay dentro son fotos más o menos similares y algunas muy disímiles entre sí.
Así al reconstruir la imagen de la caja con la pieza que contamos, las piecitas no encajan correctamente. Al mostrar el rompecabezas, mostramos la foto de la caja, como si fuera la figura que hemos armado nosotros; el sujeto se desbarranca cuando de la foto caen las piezas sin armar.
*Director de la Revista Digital AyudameFreud.com. Fragmento del artículo "Psicología del Yo: el desmoronamiento del Yo, la máscara".
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