PSICOLOGíA › DOS NUEVOS CASOS DE SECUESTROS FALSOS EN LA CIUDAD
Un joven arrojó 15 mil pesos por la ventana de su departamento luego de recibir una llamada en la que le advertían que su padre había sido secuestrado. La Justicia dio a conocer una serie de recomendaciones a la gente para
evitar engaños.
Luego de que se conocieran dos nuevas denuncias de secuestros truchos en los Tribunales Provinciales, desde el Ministerio Público Fiscal de la Procuración General de la Corte Suprema de Justicia de Santa Fe advirtieron sobre la necesidad de difundir detalles de esta modalidad delictiva para evitar el "cuento del tío" (ver aparte). En este marco, la fiscal de Cámaras, María Eugenia Iribarren, señaló que las estafas "se producen a diario, no solamente en Rosario si no en toda la provincia y en el país". La fiscal agregó que en la mayoría de los casos "se trata de engaños, no existe ningún secuestro real", aunque reconoció que en los delitos consumados, "no se pudo encontrar a los responsables", y por lo tanto prefieren "priorizar el alerta a la población para que no sigan siendo víctimas". Según Iribarren "por la guía telefónica se puede conocer el domicilio de una persona y el titular de la cuenta".
En uno de los casos que se denunciaron ayer, la víctima fue un joven de 20 años que arrojó 15 mil pesos por la ventana de su departamento en Pellegrini al 500. Fue luego de recibir una llamada en la que los delincuentes, que se identificaron como empleados del Hospital de Emergencias Clemente Alvarez (Heca), le dijeron que su padre había sido herido de bala en un intento de asalto.
Aprovechándose de la situación, los estafadores le pasaron el número de un teléfono celular de un falso comisario que se encargaría de darle más información. El supuesto oficial le anunció que en realidad se trataba de un secuestro y le pidió 80 mil dólares. El muchacho les dijo que podía juntar solamente 3 mil dólares y 3 mil pesos.
Pese a la diferencia entre lo solicitado y lo que podía reunir el joven, los secuestradores le indicaron que pusiera el dinero en una bolsa y que lo arrojara por la ventana, donde una parte de la banda aguardaba el botín. El ardid fue idéntico al ocurrido hace un mes, cuando una mujer, desesperada porque le avisaron que tenían secuestrada a su hija, arrojó una bolsa desde la ventana de su departamento de Oroño al 800 que contenía 160 mil pesos.
El otro hecho denunciado ayer involucró a una mujer que vive en Ayacucho al 1700, a pocas cuadras donde los estafadores lograron engañar al muchacho que tiró 15 mil pesos por la ventana. Pero en este caso, la víctima, una abogada a la que le dijeron que habían secuestrado a su marido exigiéndole 80 mil dólares para liberarlo, se dio cuenta del engaño y de esta manera lo pudo evitar.
Para la fiscal Iribarren, en todos los casos en que se concretó la estafa "no existió ningún secuestro real, si no que se trató de personas que llamaron por teléfono e intentaron engañar al que percibió la llamada para poder obtener una suma de dinero o algún objeto de valor, haciéndole creer que alguna persona de su entorno está privada de su libertad".
Según la fiscal, lo primero que hay que hacer es mantener la calma sabiendo que es un engaño, por lo que aconsejó cortar el teléfono. "En un secuestro verdadero, la persona que se tomó el trabajo de organizar una logística para secuestrar a una persona seguirá tratando de comunicarse, actuará de otra manera", precisó Iribarren.
En la mayoría de los casos, es la propia persona que atiende la llamada quien en realidad aporta detalles acerca de lo que los delincuentes afirman de manera genérica, siendo situaciones que pueden ser comunes, haciendo que la víctima crea que los supuestos secuestradores cuentan con datos puntuales sobre la integración familiar.
Si bien los delincuentes llaman a números telefónicos elegidos al azar, puede ocurrir que ya cuenten con alguna información de la persona que recibe la comunicación, llamándolo por su propio nombre o apellido. Hoy puede resultar de fácil acceso por internet, conocer cuál es el número telefónico que corresponde a una dirección puntual y cuál es el nombre y apellido del titular de la línea, por lo que los delincuentes pueden contar con esa información de antemano, aún sin conocer a quienes viven allí.
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