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Jueves, 12 de abril de 2012

PSICOLOGíA › ACERCA DE LA POSIBILIDAD DE "UN PENSAMIENTO SIN SUJETO"

El legado de Silvia Bleichmar

La prestigiosa psicoanalista argentina, fallecida en 2007, abordó las problemáticas del pensamiento, la simbolización y la inteligencia, alejándose de todo eclecticismo, a partir de un trabajo de deconstrucción y recomposición de los paradigmas.

 Por Teresita Finkelstein*

"Un pensamiento sin sujeto", afirmación osada y polémica, propia de Silvia Bleichmar, que ya nos tiene acostumbrados a afirmaciones revulsivas, que nos obligan a reflexionar y a rastrear los orígenes y razones de las mismas, en el interior de una teoría que busca constantemente dar cuenta de la especificidad de sus objetos y de las determinaciones que los sustentan. Las problemáticas del pensamiento, la simbolización y la inteligencia han sido abordadas por diversas disciplinas dentro del campo de las ciencias humanas. Desde una perspectiva psicoanalítica, Bleichmar, alejándose de todo eclecticismo, realiza un trabajo de deconstrucción y recomposición de paradigmas, con el objeto de ampliar el horizonte de conocimiento de estos fenómenos y de este modo contribuir a transformarlos ante fallas o dificultades.

Son escasos los textos que encontramos en la obra freudiana referidos a la problemática del pensamiento, sin embargo en el Proyecto (1895) y en otros primeros textos, existen elementos que permiten sostener esta idea de un pensamiento que no sea pensado por alguien, pero que de todos modos forme parte del psiquismo.

Para Silvia Bleichmar, además del descubrimiento del inconciente, lo "radicalmente novedoso" del psicoanálisis es que, desde sus orígenes, la cría humana pueda "pensar un pensamiento no sólo al margen del sujeto sino al margen del mundo, fuera de toda intencionalidad y de toda adaptación". Estas primeras representaciones surgen ligadas a la intervención del semejante, necesarias para la preservación de la vida, dada la indefensión del cachorro humano. Es un pensamiento que tiende a reproducirse a sí mismo, sin relación al objeto que le dio origen, tampoco tiende a su reencuentro, sino tan sólo a la reproducción alucinatoria.

Vemos entonces que en sus orígenes, la representación se produce en contraposición con la adaptación, más aún, como una profunda desadaptación; su objeto es el reequilibramiento del psiquismo y no está en absoluto relacionada con la supervivencia biológica. El pensamiento aparece con el trasfondo de la ausencia del objeto, que reactiva las huellas inscriptas de la experiencia placentera, cuya tramitación no es reductible a cero. Ese plus de placer es lo que provoca la alucinación que se origina como resto de las acciones sexualizantes ejercidas por el semejante, quien como sujeto escindido, aún al satisfacer las necesidades biológicas de la cría humana le envía mensajes inconcientes para el mismo, lo que produce una situación de asimetría entre niño y adulto.

Esta alucinación primitiva se abandona no porque sea inútil para el fin autoconservativo, sino porque el yo, el lenguaje y la lógica la envían al inconciente, "parasubjetivo", que cuenta con una legalidad que le es propia, y que si bien constituye un reservorio de simbolizaciones, no serán consideradas como pertenecientes a la inteligencia, si no trasponen la barrera de la represión y se integran al sistema preconciente﷓conciente. Justamente una de las grandes problemáticas del psicoanálisis es de qué modo un sujeto se apropia de los pensamientos que siente ajenos a él mismo.

En los orígenes de la inteligencia humana, pensada como inteligencia creadora, encontramos este pensamiento representacional, que constituye ya un átomo de simbolización, que puede crear objetos nuevos, inexistentes en el mundo y que permanecerá anclado en el inconciente, concebido como res extensa, cosa del mundo y al cual estas representaciones le otorgan su materialidad de base.

Debido a la asimetría niño﷓adulto, la cría humana se inserta en una anticipación estructural, esta estructura no está determinada a priori, sino que es histórica, y se plasma en una génesis que da origen a la inteligencia, bajo modos de recomposición y metabolización.

Finalmente, la vida representacional, efecto de la humanización introducida por el semejante, provoca la discontinuidad con la vida biológica. Asimismo crea los sistemas psíquicos, que partiendo de un aparato escindido, con lo inconciente como condición necesaria, encontraremos en el preconciente la inteligencia, y el conocimiento, en una sucesión de procesamientos que nos conducen a recomposiciones simbolizantes, así como a la posibilidad del despliegue de la imaginación radical, único modo de iniciar la aventura de construir teorías y hacer ciencia.

*Psicoanalista. Miembro de ADEP. Ateneo de Estudios Psicoanalíticos. "El legado de Silvia Bleichmar. Sus aportes sobre inteligencia y simbolización" es el título de la conferencia que dictarán la autora junto a José Antonio Giraudo.

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Para Silvia Bleichmar, las primeras representaciones surgen ligadas a la intervención del semejante.
 
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