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Jueves, 16 de agosto de 2012

PSICOLOGíA › LA SALUDSE CONSOLIDA CADA VEZ MáS COMO UN OBJETO DE CONSUMO

En la época de la felicidad química

El malestar en la cultura actual está marcado por la caída de ideales comunes y la circulación del discurso científico.

 Por Daniel Millas*

Vivimos en una época diferente a la de Freud, una época en la que el malestar en la cultura ya no tiene como referencia la lucha del sujeto entre sus exigencias pulsionales y los ideales que comparte una sociedad determinada. Se trata en cambio, de una forma de malestar marcado por la caída de ideales comunes y por la incidencia del discurso científico en la vida contemporánea.

Si ponemos nuestra atención en el tema de la salud, podemos verificar actualmente que la misma se consolida cada vez más como un importantísimo objeto de consumo y el enorme desarrollo de la industria farmacéutica moviliza millones de dólares deviniendo una cuestión de macroeconomía. Qué decir del saber promovido por el avance acelerado de la ciencia. Así como en la antigüedad la falta de saber constituía un peligro por no contarse con respuestas eficaces para el tratamiento de las enfermedades, en la actualidad es el saber obtenido el que plantea inquietudes e incertidumbres en la medida que no pueden llegar a calcularse los efectos consecutivos a su aplicación.

La psiquiatría de nuestra época ha clasificado bajo el término de trastornos diferentes síndromes que asociados a la eficacia medicamentosa vienen a constituir una nueva nosología. La sustitución del concepto de angustia por el de ansiedad y la ausencia de la consideración del papel de la culpabilidad por la puesta en primer plano de los denominados trastornos del humor, son la manifestación más clara de la decisión de eliminar la dimensión subjetiva en la clínica. El término depresión por ejemplo, se ha constituido en una expresión que pasó a formar parte del lenguaje común; tiene su lugar en el lazo social y su extensión es tan amplia que ha terminado por alojar problemáticas muy diferentes. Sin duda, hay un éxito acreditado de este nombre, ya que según las estadísticas, alrededor del 10 por ciento de la población padece depresión. Por otra parte, el impacto comercial de los antidepresivos es otro éxito consumado ya que la indicación de los mismos se extiende a una variedad de situaciones, que van desde el ataque de pánico hasta tratamientos para dejar de fumar. Quizás convenga recordar en este punto la polémica generada en la década de los 90 a partir de la puesta en el mercado del antidepresivo Prozac, nombre comercial de la fluoxetina, y la posterior salida del libro de Peter Kramer, Escuchando al Prozac. Cuatro millones de norteamericanos lo toman apenas es comercializado y refieren haberse vuelto mas ágiles mentalmente y mas resistentes desde el punto de vista emocional. Se introduce entonces la idea de lograr cambiar la personalidad con una píldora. Es decir, que su uso no se limitaría a pacientes depresivos, sino a personas sanas, solo para volverlas mas alegres y desinhibidas. La felicidad química al alcance de la mano.

Para el psicoanálisis, la depresión no designa una entidad propia que pueda ser abordada por fuera de una estructura clínica determinada. Importa entonces hacer la diferencia entre el sufrimiento mortífero y extremo de la melancolía, la pérdida del deseo propia de la neurosis, o cuando forma parte de un proceso de duelo ante una pérdida determinada. Recordemos que no necesariamente estar triste es patológico.

La experiencia analítica se caracteriza por la implicación subjetiva del paciente, por su decisión de hacerse responsable del sufrimiento que le generan sus síntomas. El analista, por su parte, no es un modelo de normas a seguir. La eficacia de su intervención solo es posible si se adviene a las condiciones subjetivas y libidinales de quien demanda su ayuda.

El psicoanálisis ha demostrado que no existe una armonía entre el universo de las normas y lo singular del modo de gozar de cada sujeto. Por esa razón, cada uno debe inventar con su síntoma la solución que le permita suplir esta ausencia. Una solución que es única y por lo tanto irreductible a cualquier modelo clasificatorio.

*Psicoanalista. Miembro (AME) de la Escuela de la Orientación Lacaniana y de la Asociación Mundial de Psicoanálisis. Director de la Escuela de la Orientación Lacaniana.

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En la actualidad, es el saber obtenido por la vía tecnológica el que plantea incertidumbres.
 
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