Jue 20.09.2012
rosario

PSICOLOGíA › A RAíZ DE LA PELíCULA ANIMADA VALIENTE, DEL DIRECTOR MARK ANDREWS

La mejor madre no es la más buena

La ficción de Disney es el paradigma de la separación que debe realizar toda hija del deseo materno para acceder a su sexualidad femenina. Cada ser hablante interpreta a su manera al deseo de la madre, lo que incidirá en su vida erótica.

› Por Graciela Giraldi*

La película de dibujos animados titulada Valiente, del Director Mark Andrews, pone en escena el fuerte lazo amoroso que une a la hija con su madre, el que se quiebra estrepitosamente durante su adolescencia. Valiente (Mérida) desde muy niña amaba su libertad, y pasaba sus días cabalgando e investigando lugares desconocidos, además de usar con destreza el arco y la flecha que le había regalado su padre. Valiente es el paradigma de la ruidosa o querellante separación que debe realizar la hija del deseo de la madre para poder acceder a su sexualidad femenina.

El deseo materno asfixiaba a la joven, quien cegada por su enojo buscó primero la falsa salida: que cambie mi madre. Más tarde, cuando la jovencita se confrontó con el imposible de que la madre no podía resolverle la vida, y de que la solución sólo estaba de su lado, fue logrando con astucia que su madre reconociera su derecho a elegir sus objetos de amor y deseo, además de haber puesto en juego ante su padre y los otros hombres sus rasgos femeninos como el hechizo, el misterio, la seducción y el coraje.

Freud tenía la hipótesis de que la madre de Leonardo Da Vinci puso a su hijo en el lugar del marido y le mochó una parte de su virilidad. Dicha apreciación freudiana nos lleva a reflexionar sobre el impase subjetivo en el que se encuentra muchas veces el niño para separarse de ese lugar de objeto del goce materno cuando no cuenta con una madre orientada en su deseo como mujer. Por el contrario, si la madre deja traslucir ese aspecto del más allá de ella como mujer, ello incide favorablemente en la vida amorosa de sus hijos, haciendo lugar a las diversas respuestas subjetivas de cada uno en relación al deseo, el amor y el goce.

Por su parte, el psicoanalista Jacques﷓Alain Miller destaca que es preciso que todos los cuidados al niño que la sociedad espera de las madres no disuadan a las madres de desear como mujer. Del lado del ser hablante, cada uno interpreta a su manera al deseo de la madre, lo que incidirá en su vida erótica.

Hoy día es observable que las mujeres ya no taponan su falta como antaño llenándose de hijos. Tal vez porque la subjetividad de la época está alertada de que el exceso de madre ahoga el acceso a la femineidad. Además cada niña/o es el producto de ese deseo de una mujer, objeto deseado que en el mejor de los casos ella se lo pide a su pareja amorosa. Otras veces, se lo encarga a la Ciencia con o sin la mediación del amor al partenaire sexual.

Ahora bien, debemos ubicar que el deseo de la madre es de un orden distinto al de planificar tener un hijo. Decíamos que el deseo de la madre está intrínsecamente enlazado a la sexualidad femenina, en relación a cómo cada mujer asume o rechaza su femineidad. De allí que la buena madre no es la madre buena, sino la que responde desde el lugar del no﷓toda madre, es la que está fallada o la que no encaja con la madre Ideal.

La buena madre es aquélla cuyo deseo de niño diverge en la medida que consiente a ser buscada y encontrada como mujer por su partenaire hombre.

¿Qué queremos decir con esto? Que desde la perspectiva del niño la madre será suficientemente buena madre si no lo es demasiado. Porque la buena madre es la que puede ir más allá de la madre educadora, o de la que enseña al niño a tener buenos hábitos y modales.

Los sociólogos ubican cómo el semblante de la madre﷓abnegada, aquélla del sacrifico por el bien de sus hijos fue mutando hacia la madre﷓orquesta de nuestra época, la que más allá de disponer de un batallón de ayudantes, se ocupa de la crianza y educación de sus hijos pero también de sus intereses personales, de su cuerpo y su vida amorosa, de su trabajo o estudios y de atender sus amistades, entre otras cuestiones.

Bajo esa perspectiva, podemos decir que las mujeres del siglo XXI se han separado del Ideal de la madre﷓sacrificada, y para poder gozar del derecho a la maternidad, sin matar la mujer que llevan dentro, ellas sólo cuentan con sus propios recursos subjetivos.

Dicho de otra manera, para poder tener una maternidad satisfactoria cada mujer debe confrontarse a la división de su deseo como madre y mujer, y estar advertida de que la madre se distancia de la mujer según la lógica subjetiva: a más madre menos mujer y viceversa.

*Psicoanalista, miembro de la EOL y la AMP. Autora de los libros: El niño en la ventana, Diálogos sobre el amor en psicoanálisis, Aprender, no aprender y querer aprender en la escuela, El niño en la encrucijada entre la madre y la mujer, La educación sexual escolar y los síntomas actuales (Editorial Homo Sapiens).

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