OPINIóN › SIETE DIAS EN LA CIUDAD
Es de lo que más se habla en estas horas para apelar a la prudencia antes de tomar decisiones apresuradas con la excusa de la crisis. La difícil negociación con la General Motors, los casos comprobados de dificultades productivas y el oportunismo de algunos sectores que sólo quieren prepararse para lo que vendrá.
› Por Leo Ricciardino
Hoy es un nuevo día clave para el conflicto de la General Motors, la amenaza de despidos que puso en vilo al gobierno provincial y advirtió sobre los efectos reales que podía llegar a tener la crisis internacional en la economía argentina y de esta región, más concretamente. Será la cuarta reunión formal tras dos cuartos intermedios y además, se viene el vencimiento de la conciliación obligatoria.
Si bien el gremio de SMATA ha hecho todos los esfuerzos a su alcance se avino a descuentos horarios, modificar el banco de horas que tiene establecido con la empresa con tal de cumplir la principal premisa de todo sindicato: "Todos adentro"; nadie advierte síntomas positivos en los argumentos de la empresa que tiene una de sus plantas en Alvear. Ni siquiera el ministro de Trabajo de Santa Fe Carlos Rodríguez, que admitió que los telegramas de la GM tenían razones internacionales y de producción que no tenían otros despidos de rubros como los de electrodométicos o pequeñas empresas metalúrgicas por mencionar algunos ejemplos.
La discontinuidad en la fabricación de la camioneta Suzuki Grand Vitara, es un elemento difícil de rebatir tanto para el gremio como para la autoridad laboral. Pero aquí es justamente donde aparece lo de la responsabilidad social empresaria. Claro, es muy difícil aplicarlo a una multinacional en la que ni siquiera en sencillo averiguar en qué lugar del mundo se toman las decisiones, y mucho menos quién las toma. Por eso este es un caso excepcional y doloroso en la región, en caso que no se llegue a un acuerdo.
Pero hay otros en los que sí se sabe el nombre y el apellido del empresario, donde vive y quién es el que toma las decisiones. A esos pequeños y medianos es a los que el ministro Rodríguez les ha recordado esta semana que la responsabilidad social empresaria "no pasa sólo por pintar una escuela, en estos tiempos de crisis es donde se ve claramente ese tipo de responsabilidades". Y el funcionario lo dice desde una serie de datos reales que se han ido constatando en estos últimos días. Menos de un mes lleva la crisis y ya hay rubros que optaron por despedir. A nadie se le pide caridad, pero sí por lo menos un poco de cautela.
En la reunión de las centrales obreras del sur provincial, esta semana en Rosario, se escucharon casos realmente gráficos de lo sería una decisión empresaria apresurada. Entre ellos los de firmas que en los últimos tiempos habían ganado muy buen dinero y pensaron en aprovecharlo para achicar personal de sueldos más elevados ahora que podían afrontar las indemnizaciones que debían pagar. Por supuesto, nada tenía que ver esto con la crisis.
Con todo, a medida que pasan los días y se van ventilando más situaciones laborales en distintos sectores de la actividad económica santafesina, cada vez es más sencillo averiguar por qué lados pasa realmente la crisis y en qué otros sectores se trata sólo de oportunismo empresario, muy lejos de la responsabilidad social que se está pidiendo.
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