OPINIóN › SIETE DíAS EN LA CIUDAD
Si bien este año también habrá elecciones municipales para renovar bancas en el Concejo, la política parece ocupar todo el terreno de la provincia pero sin hacer pie en esta ciudad. Por eso es también que el intendente Lifschitz logra participar de otras discusiones, cerrando filas en la plana mayor del socialismo.
› Por Leo Ricciardino
El intendente Miguel Lifschitz parece decidido a incorporarse a la disputa política de este año en el grupo de los contrincantes protagónicos. Es que una vez que admitió que "la Casa Gris es meta y estímulo" para su carrera, no tiene otro camino que sostenerlo en el terreno con la aspiración de graduarse algún día como dirigente provincial.
En ese entendimiento -y "habilitado" por su propio partido- es que el intendente salió una vez más a criticar al peronismo y a su ahora relanzada estrella: Carlos Reutemann. Lifschitz aseguró que la autopostulación del senador nacional para 2011 no le cambiaba el escenario al socialismo, pero hay algo que es notorio y sí se debe a la irrupción espectacular que hizo el Lole en la arena: Juntó a Binner, con Giustiniani y Lifschitz a una velocidad impensada. Los tres jefes socialistas venían manteniendo sus distancias motivadas por distintas cuestiones. Lifschitz agobiado por los problemas de gestión y una ayuda provincial a cuentagotas, Giustiniani lidiando con las alianzas nacionales sin que Binner se involucrara demasiado; y el propio gobernador sin ojos más que para su administración en la provincia que tuvo lo suyo a lo largo de este primer año.
Pero lo que no habían logrado los peronistas en malón en la Legislatura provincial (aunque bastantes dolores de cabeza les trajeron), lo pudo Reutemann con una sencilla declaración. Y ese mismo efecto aglutinante operó también hacia adentro del justicialismo donde quienes hasta ayer ni siquiera hablaban del senador, comenzaron a posicionarse por la dudas que el hombre haga su apuesta fuerte más allá del 2009.
No es que en la ciudad no vaya a haber elecciones. De hecho en octubre también deben renovarse bancas del Concejo Municipal, pero la política parece estar presente en todos lados menos aquí. Y es que en Rosario, el peronismo no ha logrado todavía hacer pie de manera eficiente. Es una larga historia, una enorme sucesión de desaciertos pero -sobre todo- de desatenciones políticas. Y, precisamente, Reutemann tuvo mucho que ver con esa historia de paria que supo granjearse el peronismo rosarino. No en vano, las primeras encuestas que ayer comentó este diario, le son menos favorables aquí.
En los últimos años, además de los intentos hechos por Jorge Obeid, el peronismo rosarino quedó ligado a la suerte política de Agustín Rossi, que tendrá también ahora una difícil situación para establecer si se consagra definitivamente como dirigente provincial con proyección. Un espacio que no resigna y del que muchos quieren retirarlo antes de que lo ocupe definitivamente.
Pero la discusión no adquiere todavía tintes municipales. Aún con la baja por desgaste natural que pueda tener el socialismo, sabe que está en su casa. Y es por eso también que Lifschitz -a pesar de los problemas cotidianos- puede encontrar espacio para discusiones en otro nivel de la política.
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