Dom 29.01.2006
rosario

OPINIóN

Combate por los precios

› Por Oscar Lamberto*

En los últimos cincuenta años los argentinos pasamos por situaciones económicas con características diversas, pero con un complejo sistema de precios, que hizo que por mucho tiempo conviviéramos con un proceso inflacionario hasta la culminación en dos cuadros hiperinflacionarios.

Con el sistema de la convertibilidad se pasó de tener el récord mundial de inflación a un largo período de estabilidad, hasta la deflación con una profunda recesión, que desencadenó la crisis y la consecuente devaluación. La liberación del tipo de cambio provocó una suba muy fuerte de los precios ligados a la exportación, pero un incremento menos importante en bienes y servicios producidos y consumidos en el país.

La fuerte caída del producto se tradujo en desempleo y disminución en el nivel de ingresos, pero a medida que la economía comenzó a crecer, a mejorar el empleo y los salarios en muchos sectores de la economía, comenzó la pugna por una mayor participación en el ingreso.

La situación actual en el sistema de precios y sus variaciones difiere de un proceso inflacionario clásico, pero el efecto en el bolsillo del consumidor no es muy distinto.

Pareciera ser que las subas no están ligadas con la política monetaria y tienen más que ver con algunas situaciones estructurales no menos complejas.

La estructura de formación de precios está integrada por pocos actores y por mercados con ofertas muy concentradas, que definen los precios de ventas más por el mercado que quieren captar que por sus estructuras de costos.

A veces la rigidez de la oferta, como en el caso de la carne y la leche, obedece a la ausencia en un pasado reciente de una política que evitara la liquidación de existencias y el cambio de actividad de muchos productores. Otros sectores de la economía están en el límite de su capacidad productiva, con una demanda muy superior a sus posibilidades de producción. Lamentablemente se da una práctica histórica que en vez de aumentar la producción aumentan los precios.

En la experiencia de países vecinos que tuvieron una gran devaluación el proceso de reacomodamiento del sistema de precios internos demandó aproximadamente cinco años.

Este proceso inevitable no es un camino lineal, y como la memoria histórica de los argentinos puede ser agitada por expectativas inflacionarias, es importante no minimizar sus efectos.

No existe una receta única, pero hay prácticas que en el pasado demostraron ser poco eficaces. Las soluciones de corto plazo que actúan sobre las consecuencias tienen resultados efímeros. La solución más efectiva siempre está ligada a un aumento de la oferta de bienes y esto depende de que siga creciendo el nivel de la inversión.

*Diputado Nacional PJ-Santa Fe - Presidente de la Comisión Mixta Revisora de Cuentas.

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