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Fue hace mucho tiempo. Sí, pasaron algunos años desde entonces. Lo cierto era que una larga fila de personas, expectantes, formaban parte de lo que conocemos como "cola en los cines", y que siempre reconocíamos cuando nuestra ciudad ofrecía otro escenario.

En la última hora de la tarde del sábado, el público aguardaba entrar en la sala para ver por primera vez o rever quizá ese film que se había elegido por votación directa, esa película que por un espacio de dos horas se puede vivir como "una declaración de amor al cine".

La renovada sala del cine El Cairo había abierto generosamente sus puertas tras un largo período de silencio. Y si bien en días previos al film de esta semana ya había iniciado sus funciones, ahora lo que pasaría a exhibirse era aquel film que la votación del público había seleccionado. Hasta ya iniciada la función, tras una presentación previa y un trailer que destacaba algunos aspectos del funcionamiento de la sala, el público, emocionado, seguía llegando y algunos ya se acercaban para solicitar entradas para la próxima función.

Se había programado entonces Cinema Paradiso, el entrañable film de Giuseppe Tornatore que se había estrenado allí, en la misma sala, diecinueve años antes. Afortunadamente, el destino de la sala no fue el del único cine del film. A la manera de lo que nos regala Splendor, de Ettore Scola la labor conjunta solidaria hizo posible que hoy, nuevamente, se pudiera formar esa cola en la espera por entrar al cine.

La larga fila del público de diferentes generaciones partía de las puertas del cine y ofrecía un giro al llegar a Sarmiento. Como en otros tiempos. Ahora, tras ese intervalo marcado por angustias e inquietudes, se había recuperado otro espacio para el diálogo.