Domingo, 21 de marzo de 2010 | Hoy
OPINIóN › PANORAMA POLíTICO
Por Pablo Feldman
El 2010 desde su inicio ha sido un año en el que los santafesinos han cobrado un inusual protagonismo. Esto desde ya no ha redundado en beneficios para la provincia, pero ayuda a comprender algunos de los momentos que la sociedad ha padecido y continua padeciendo. Santa Fe es una de las tres provincias que no inició el ciclo lectivo cuando estaba previsto, más aun, todavía hay latente un conflicto que hace que los días de clases del primer mes serán menos que los de paro. Las otras dos provincias son territorios de una carencia de recursos de todo tipo que hacen imposible una comparación.
La insuficiente oferta salarial que será mejorada en breve se encontró con un gremio en vísperas de elecciones en el que más allá de la legitimidad del reclamo, algunos de sus dirigentes sobreactuaron su oposición al punto de "rescatar" la figura de Mauricio Macri en detrimento de la de Hermes Binner. Pero la cuestión de fondo sigue sin resolverse, y el PJ en todas sus variantes es efectivamente una aceitada maquina de impedir, alimentada por instrucciones que parten desde el Senado de la Nación, más alla de la impostura pública de Carlos Reutemann.
La aprobación en el Senado provincial del "fondo salarial" es apenas una muestra del modo en que el reutemismo puede abrir y cerrar el grifo, de tal modo que los jefes comunales que responden a la estructura no sucumban y "resistan hasta la vuelta" como sugieren las instrucciones. A esto hay que agregarle la falta de cintura de los neogociadores del socialismo, y el desentendimiento de los legisladores nacionales que "hacen la suya" en Buenos Aires sin medir resultados ni efectos en Santa Fe. Esta muy bien que el socialismo no canjee sus votos en el parlamento nacional por un apoyo en Santa Fe, pero no tanto que vote junto a una pléyade de impresentables cualquier cosa que provenga de la Casa Rosada, como ocurrió en las últimas semanas en el Senado de la Nación, donde no se lo veía nada incómodo a Rubén Giustiniani al lado de Adolfo Rodríguez Saá, María Estenssoro o la esposa de Eduardo Duhalde.
Se hace muy difícil sincronizar el discurso de los "troncos en la rueda" de Binner y sus ministros, con el voto socialista para no aprobar el pliego de Mercedes Marcó del Pont, para citar un ejemplo. A propósito de la titular del Banco Central, aquí apareció en el centro de la escena otra santafesina, Roxana Latorre, a quien más allá de la pretendida incineración mediática del cada vez más menguado grupo Clarín, nadie le "entró" tan fuerte como el año pasado, ni siquiera su mentor, Reutemann que se cuidó muy bien de pasarse en las declaraciones, y se limitó a decir que va perdiendo el entusiasmo a pesar de los esfuerzos del "gran diario" para que siga siendo candidato.
Daría la sensación que en el año del bicentenario van a pasar muchas cosas sorprendentes, y algunas no tanto. O en todo caso que la capacidad de asombro irá debilitándose, al punto de no reaccionar como viene pasando ya frente a los anuncios de cataclismos de Elisa Carrió, o la mudanza de bloque de dirigentes del PJ, que al fin y al cabo se reunirán para cantar la marchita. Si los que no pertenecen a ese sector no se dan cuenta de su rol de "catalizadores" (son elementos que en la química aceleran o retrasan las reacciones pero no alteran el resultado final) las alternativas se irán desdibujando. Y una vez más, y dejando pasar esta histórica oportunidad, habrá que elegir lo menos malo. Todavía se está a tiempo, pero hay que tomar riesgos y asumir costos, cosa que rara vez sucede en la Argentina.
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