OPINIóN › SIETE DIAS EN LA CIUDAD
Eso debe sentir el intendente Miguel Lifschitz en este segundo período de su gobierno. Porque en estos días viene de lidiar con temas centrales como la política salarial de los municipales, el aumento del boleto del transporte urbano y los escasos recursos como para cumplir con la obras más elementales como los numerosos cráteres del pavimento rosarino. En la oposición, muchos empiezan a afilar discursos y argumentos críticos para dar pelea.
› Por Leo Ricciardino
No son buenos tiempos para el intendente de Rosario Miguel Liftschiz. Después de luchar más de una semana con los municipales junto a los otros intendentes tendrá que pagar el aumento en los plazos que finalmente se acordaron para destrabar el conflicto. Los subsidios nacionales anunciados para el transporte no llegan y en el Concejo municipal no puede reunir los votos necesarios para aumentar la tarifa del colectivo o al menos lograr que le cedan las facultades -como pasó otras veces para que sea él mismo el que dictamine el incremento. Encima se viene otro aumento a los choferes de micro del orden de 700 pesos que deberá ser absorbido también por el municipio dentro de las empresas del rubro que maneja en la ciudad. Por su fuera poco, el fin de semana una encuesta encargada en la ciudad marca que el ítem "regular" vinculado a su gestión ha crecido de manera preocupante.
"Si por lo menos no empiezan a tapar los pozos, la cosa se va a poner más fea", repetía un concejal opositor los últimos días sin disimular su sonrisa al hablar del estado calamitoso en el que se encuentran las calles de la ciudad cuyo peor panorama es -precisamente el extendido período en el que permanecen los baches causados por las precipitaciones y la falta de mantenimiento. Y hay otra cosa que en la municipalidad no han apuntado debidamente: Los eternos corralitos de Aguas Santafesinas, también son facturados a la gestión municipal por los ciudadanos aunque muchos sean concientes que son déficits de la empresa prestataria de los servicios sanitarios.
Con todo, Lifschitz ha comprendido rápidamente que de poco le sirve la queja por las cuestiones que muchas veces no dependen de su trabajo, pero que perjudican la imagen de su administración. Por eso hace el esfuerzo de andar con su mejor cara por ahí y dejar caer una que otra ironía cuando la oportunidad lo amerita. Como por ejemplo cuando lo consultaron qué le parecía que Lilita Carrió haya llamado a su concejal rosarino (Oscar Greppi) para que vote en contra del aumento del boleto que proponía el oficialismo. "La verdad es que yo pensé que la señora Carrió estaría ocupada en cosas más importantes para ella que el debate por el precio del boleto en Rosario. Pero bueno, todos tienen derecho a opinar", dijo el intendente sin perder la sonrisa.
La "batalla" con Carrió no es nueva. Y la verdad es que tiene bastante desorientados a todos los funcionarios que rodean a Lifschitz. ¿A qué hay que atribuirla? ¿A levantar el perfil de los potenciales candidatos aristas para la intendencia de Rosario?. ¿A entendimientos de Carrió con otro sector del mismo Partido Socialista a nivel nacional? ¿Al corte de manga que Binner le hizo a la diputada desde hace tiempo y al que se plegó en alguna medida el propio Lifschitz?. Quizás al propio temperamento errático de la propia dirigente. Pero lo cierto es que la última vez que estuvo en Rosario no vaciló en disparar munición gruesa contra el jefe comunal: "Apenas llegué, la gente por la calle me dice que la gestión municipal es un desastre, que es malísima", había dicho.
Más allá de estas pequeñas disputas cotidianas, lo cierto es que aquel pronóstico que en secreto trazaba el propio Lifschitz, de alguna manera se cumple. "Si uno logró hacer una buena gestión los primeros cuatro años, en el segundo período hay que esforzarse el doble para llegar siquiera a la mitad de esos resultados". Y la evidencia así parece demostrarlo. Sin recursos las ideas se quedan a mitad de camino.
De cara al 2011, todos se fijan en este panorama. No sólo Carrió y sus muchachos rosarinos del ARI. Ahí están los renovados bríos del radicalismo no frentista y frentista también de pelear por sus lugares. Para no hablar del peronismo que después del acto del viernes en el Patio de la Madera, tiene más de una opción para las próximas elecciones municipales. Eso sí, las más claras son cercanas al kirchnerismo que en Rosario ha tenido sus inconvenientes para desarrollarse. Pero en todo caso, los dos candidatos más sobresalientes del sector pueden apelar a un grado importante de independencia llegado el momento: Héctor Cavallero y María Eugenia Bielsa, para mencionar a los que más se destacan hasta ahora. Aunque también estará la apuesta reutemista que tímidamente cree en el concejal Diego Giuliano, de buena performance en los últimos comicios. Aún falta pero las apuestas ya están en marcha.
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