Domingo, 27 de junio de 2010 | Hoy
OPINIóN › ESCENAS
Por Horacio Vargas
Al Alto Rosario dice la mujer, mientras se acomoda en el asiento trasero. Su marido, a su lado, mira por la ventanilla las marquesinas de avenida Pellegrini.
¿Vio eso? ¡El tipo vende banderas argentinas con una camiseta inglesa! señala el taxista al pasajero que acaba de salir de la abstracción urbana para detenerse en la cara del taxista, que lo mira por el retrovisor como esperando cierto consenso. Pero no hay respuesta. El hombre es indiferente. Parece resignado a sobrellevar un viaje largo.
Pellegrini es el santuario de las camisetas truchas argentinas, cuyos precios suben a la medida que la selección de Maradona sigue en el Mundial de Sudáfrica. El taxista vuelve a quejarse: Quise comprar una camisetita de Messi para mi nietita, 40 pesos me querían cobrar, están locos. ¿Sabe una cosa, yo no quiero que la Argentina gane el mundial?
¿Por qué? pregunta el pasajero.
¡Porque van a tapar cosas como en el '78! dispara el tachero.
No es lo mismo dice el hombre perdiendo levemente la compostura.
¿Ah, no? provoca el tachero.
¡En el `78, señor, había una dictadura y hoy estamos en democracia! - dice el hombre levantando la voz. Su esposa, que lo conoce, le toca con la mano su rodilla izquierda; es el pedido gestual de compostura antes de la tempestad.
¿No me va a decir que usted no sabe que este gobierno oculta cosas? pregunta el tachero como si fuera un politólogo de la oposición más berreta. Y da un ejemplo: "El aumento de la nafta".
El pasajero reprime reírse y no sabe si terminará bajándose del taxi antes del final de su recorrido o llamarse a silencio.
Pero el tachero tiene ganas de hablar: Hay que darle palos a los chorros, no se puede vivir más así.
Es el típico pensamiento tachero: mano dura y Radio 10 ironiza en voz alta el hombre dirigiendo su mirada a su mujer.
Yo no soy tachero... soy taxista aclara. ¿Usted sabe qué escucho?
-...
Prende la radio. Lo que suena es FM Cristal.
Usted está equivocado... yo no pido mano dura ¿Con lo que me pasó? Deja el interrogante abierto. El pasajero ya está harto de la conversación. Pero la curiosidad lo lleva a preguntarle: ¿Qué le pasó?
Tengo un hermano desaparecido, era más chico que yo. Estudiaba en la Facultad de Letras, esa que está por calle Entre Ríos, me entregaron el cuerpo hecho un colador, lo mataron en pleno centro, era del ERP, vivíamos en calle Biedma, al oeste, ¿conoce por allí?, sabe lo que era ser el hermano de un "terro" en esa época, ni amigos tenía, solo uno, los otros no se querían juntar conmigo, esa cruz la cargo aún en mi espalda, mire si yo voy a querer la mano dura...
Su monólogo se interrumpe porque el viaje llega a su fin. El taxista estaciona frente al ingreso principal del shopping, por calle Junín. La pareja baja del auto, cruza miradas e ingresa, en silencio, al centro comercial.
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