OPINIóN › SIETE DIAS EN LA CIUDAD
Fueron los jóvenes los protagonistas excluyentes en las exequias del ex presidente Néstor Kirchner. También aquí en Rosario demostraron que ocupan un espacio muy importante dentro del peronismo por más que los dirigentes tradicionales los ignoren.
› Por Leo Ricciardino
Pasaron los días, las imágenes, las palabras, pero aún resulta difícil no escribir sobre las impresiones que cada uno tuvo con ese golpe de maza que fue la muerte repentina de Néstor Kirchner y, particularmente, con esa liturgia argentina y peronista que fueron sus exequias. Quienes estamos habitualmente en contacto por razones de trabajo con los dirigentes locales y provinciales del kirchnerismo, sabíamos que había una juventud que acompañaba en los actos. Agrupaciones que iban naciendo al calor del desarrollo del programa de gobierno, de las expectativas electorales. Pero nadie sospechaba que esa juventud -por cierto maravillosa era tan numerosa.
La primera impresión fue aquí en el Monumento a la Bandera, la misma noche del fallecimiento del ex presidente. La explanada fue copada inmediatamente por distintas agrupaciones que proclamaban su lealtad al líder muerto gritando que eran "soldados del Pingüino". Muchos de esos mismos jóvenes rosarinos viajaron después a Buenos Aires para darle el último adiós al dirigente en el que creían. Y eso es lo más novedoso, lo más "revolucionario", tener un dirigente en el que creer. ¿Saben todos bien lo que eso significa?. ¿saben incluso estos mismos jóvenes de lo que es capaz la fe en política? ¿Hablaron alguna vez con otros hombres y mujeres que perdieron su juventud tratando de encontrar a alguien en quien creer? Hay un sentimiento de muchos para con estos jóvenes, y se llama envidia.
Otra cosa, si se quiere, más impresionante, fue escuchar a los ex jóvenes, los de entre 45 y 50 que confesaban que por primera vez tenían un dirigente en el que confiar. Claro, esos son los que vivieron su juventud peronista dentro de la primavera radical de los '80 y la estafa moral neoliberal y apolítica de los '90. Son los que se escondían en las facultades bajo otros rótulos porque era vergonzozo ser peronista en épocas de Menem. Ahí nadie era "la rabia", por el contrario parecían perros sarnosos a los que casi nadie quería arrimarse.
De todos modos, en la provincia de Santa Fe -con muy pocas excepciones las cosas cambiaron muy poco. "Acá sigue habiendo un peronismo facho y timorato, por eso Kirchner nunca les dio bola, porque los conocía muy bien", le soltó a este cronista un militante de La Cámpora en esta provincia. Más allá de cualquier consideración, la verdad es que mucha bola no les dio a lo largo de todos estos años, más allá de tener a sus hombres leales en la provincia como Agustín Rossi. Pero eso vino después, en los primeros años de su presidencia uno recuerda claramente cómo juntaban bronca en el palco del 20 de junio los más encumbrados dirigentes del PJ santafesino, esperando que Kirchner les dirigiera la palabra mientras se sacaba fotos con Hermes Binner. Los estaba poniendo a prueba ya en 2003. Y es claro que no pasaron esa prueba: Todos (con las excepciones conocidas y ya mencionadas) se fueron de su lado, lo dejaron solo y evitaron profundizar el rumbo cuando les tocó administrar la provincia.
La única manera de que los jóvenes se acerquen a un proyecto político de manera genuina y desinteresada es la mística. Sin sueños, sin promesas de cambio y sin espacios para expandir esas ideas, no hay lugar para los jóvenes. Si hay que elegir una de las frases más repetidas por los jóvenes kirchneristas por estos días es la que indica que el ex presidente "nos devolvió la política, nos devolvió la posibilidad de pensar que con la política se pueden transformar las cosas". Es tan simple como contundente, los militantes de hoy entienden que lo que le habían sustraído era la política misma, los sueños, las utopías transformadoras. Las mismas que hicieron que una generación entera haya hecho historia y entregado su vida.
Por supuesto que hubo también en estos días una idealización de Kirchner. Lo dijo claramente el ministro de la Corte Eugenio Zaffaroni: "Ayer era una persona, hoy es un mito". Pero también es real ese espacio que encontraron muchos jóvenes de sectores medios donde, siempre se dijo, el kirchnernismo no tenía arraigo después de lo del campo. Probablemente, muchos hijos de productores agrarios que estudian en las grandes ciudades tengan simpatías o sincera adhesión al kirchnerismo. No es esta la primera vez en la historia argentina que pasaría algo semejante.
Con todo, estos jóvenes saben muy bien que militan dentro del peronismo. Conocen lo que sucede dentro de este movimiento que puede ser tan motivados como terrible, cuando la mayor oposición a todos esos sueños se libra dentro de ese mismo partido movimientista que -como ninguno constituye un sistema político completo en sí mismo con todo lo que eso significa. Pero esas serán preocupaciones del futuro. Por ahora, todos esos jóvenes viven entre el dolor de la pérdida y la euforia por un futuro más justo.
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