Lunes, 8 de noviembre de 2010 | Hoy
Por Dahiana Belfiori*
El domingo 7 de noviembre marchamos exigiendo el esclarecimiento del crimen de Silvia Suppo, ocurrido a comienzos de este año en la ciudad de Rafaela. Silvia fue testigo clave en causas de lesa humanidad que condenaron al ex juez federal Víctor Brusa y a otros represores. Fue asesinada brutalmente en su negocio a pocos días del 24 de marzo. Irregularidades en el accionar policial y la falta de iniciativa para investigar el crimen por parte de la justicia rafaelina, hacen que sigamos pidiendo justicia. Además existen elementos que vinculan a represores de la última dictadura militar, por lo que exigimos que la causa sea elevada a fuero federal.
El lunes 29 de marzo de este año, Rafaela supo que algo había cambiado. Las vendas caían de los ojos, las miradas mostraban el signo de la incredulidad y de la bronca. La ciudad empezaba a ser otra.
Todavía siguen vivas las sensaciones de la primera marcha. Las amigas, amigos, compañeras y compañeros de Marina y Andrés, hijos de Silvia, éramos un puñado de nervios antes de salir a la calle. Habíamos convocado a esa marcha, sin saber muy bien qué iba a pasar. Llevábamos, en las manos temblorosas, los papeles impresos con las adhesiones recibidas y ordenadas vertiginosamente en apenas unas horas. El megáfono dijo: marchemos en silencio. Y la suma de muchos unos hizo que fuéramos todos marchando con la emoción en los gestos y el rostro de Silvia como bandera. Luego de dar una vuelta silenciosa alrededor de la plaza central, la lluvia nos obligaría a apretujarnos bajo la Recova (antiguo almacén de ramos generales de la ciudad, hoy abandonado). Allí dijimos: interminables adhesiones leídas una a una al resguardo de la lluvia impertinente, lluvia que forzó a reconocernos los cuerpos, a darnos calor, a mirarnos de frente. En ese gesto de nombrar en voz bien alta sentí que íbamos encontrando la fuerza para continuar, como si al leerlas recuperáramos a Silvia. Eso sí, en ese momento la voz no se nos quebró. Ahí, pienso, supimos que éramos muchos y muchas sintiendo lo mismo. Supimos que su asesinato nos marcaba un camino, y una responsabilidad. Viernes 2 de abril. La ciudad ya no es la misma.
La primera marcha nos llevó a otras, que recorrieron las calles cada mes que pasaba. Artistas locales, organizaciones sociales y políticas, personas que la conocían y personas que no, se comprometieron en la búsqueda de Verdad y Justicia, algo que no imaginábamos ocurriría en Rafaela, conociendo la difícil experiencia de Silvia y de Corcho, su compañero de vida en ese camino. Las marchas irrumpieron en el escenario cotidiano como símbolo y signo que otorga sentido a la lucha. Decidimos continuar con ellas, decidimos ocupar la calle, que cada vez se nos hacía más propia. Como si del hogar se tratara.
Una nueva marcha, a 7 meses de su asesinato, me hizo sentir la urgencia de contar, de comunicar "desde adentro". Adentro que refiere tanto al grupo que conformamos en la búsqueda del esclarecimiento del crimen, como a ese otro, que suele señalarse con la mano extendida apretada fuertemente sobre el pecho. Sí, el adentro de la subjetividad, el de las emociones.
Reiterando el gesto de estos meses, caminamos al encuentro de otros y otras que ya comenzaban a agitarse y a agitar sus voces y tambores. Desde lejos adivinamos los colores y la alegría que contagia la murga de "la Estación", como le llamamos abreviadamente al Centro Cultural y Social Estación Esperanza, una de las organizaciones sociales que conforma el Espacio Verdad y Justicia por Silvia Suppo y que siempre nos recuerda que la lucha se ejerce también en la alegría. El cine Belgrano es el que fija el punto de encuentro, en pleno centro de la ciudad. Abrazos, emoción, reencuentro con las organizaciones de derechos humanos que todos los meses viajan desde distintos lugares del país, especialmente de la provincia de Santa Fe: H.I.J.O.S Santa Fe, la Casa de los DDHH de Santa Fe, conformada por Madres de Plaza de Mayo, Familiares de Desaparecidos y Detenidos por Razones Políticas y el Movimiento Ecuménico por los Derechos Humanos, representantes de INADI, los abogados de la causa Lucila Puyol, Paula Condrac y Guillermo Munné, entre otros. Emana de los gestos el convencimiento de que el asesinato de Silvia tiene claras connotaciones políticas. Sabemos quién era, por eso estamos en la calle.
Entre tambores, risas, baile, un nutrido grupo de manifestantes, comenzamos a caminar por Avenida Santa Fe a paso lento, saludando a quienes se van sumando en el trayecto. En medio de unos de los silencios que le permiten a la murga comenzar otro ritmo, alguien grita "compañera Silvia Suppo", y se oye un gigante "¡presente!" con el que la saludamos y le damos un lugar al lado nuestro en cada marcha.
La Plaza nos espera, a unos pasos de la Recova. Esa que desde aquel viernes en el que nos abrigó de la lluvia, se convirtió en otra cosa, indefinible, pero que contuvo el germen de la manifestación espontánea ante el horror y la injusticia. Un micrófono colocado en el medio de la calle es el que permite escuchar a Marina y Andrés pidiendo justicia por su madre, mientras desde una pantalla podemos ver a Silvia que nos dice lo que vivió, podemos ver imágenes de la primera marcha, y el documento que construimos desde el Espacio intentando clarificar el estado de la causa, y exigiendo que sea elevada a la Justicia Federal. Luego habla Stella Maris Vallejos que junto a Anatilde Bugna pasaron junto a Silvia aquellos duros días de detención clandestina. Guillermó Munné, como abogado de la causa, nos recuerda que debemos seguir exigiendo que sea tratada en fuero federal, y agradece a todas y todos los que durante estos siete meses seguimos pidiendo Verdad y Justicia por Silvia Suppo.
Silvia está en la calle y pide Justicia a través de las pancartas, de las banderas, de las voces, de postales. Invitando a moverse de la comodidad y el adormecimiento, una de esas postales dice: "¿Qué estás haciendo por Silvia Suppo?" y nos tiende una mano, o muchas.
* Activista feminista. Integrante de Enredadera, grupo de mujeres y feministas en el Espacio Verdad y Justicia por Silvia Suppo.
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