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Lunes, 7 de marzo de 2011

OPINIóN › SIETE DIAS EN LA CIUDAD

El temple y la paciencia del intendente

Miguel Lifschitz parece haber digerido -al menos en público la decisión de no ser candidato a gobernador. Salió esta semana a decir que "no hay cargos menores en la política" en referencia a su postulación como senador departamental. Pero dejó en claro que ya está pensando en su futuro a largo plazo. Lo que se juega con su candidata Mónica Fein.

 Por Leo Ricciardino

El intendente Miguel Lifschitz reconoció esta semana que ya está pensando en su futuro político al largo plazo, una vez que se frustró la posibilidad de que encabece una candidatura a gobernador de Santa Fe. Aseguró que ser candidato a senador departamental "no es un premio consuelo" y hasta parece haberse convencido de que "no hay cargos menores en la política, lo que hay es voluntad de trabajo y de transformación", dijo. Se nota que para él lo peor ya ha pasado: Digerir que no figuraba en los proyectos de continuidad del gobernador Hermes Binner y que éste eligió consolidarse como jefe político del socialismo en una batalla que sólo terminará cuando pueda desplazar del cetro al senador Rubén Giustiniani.

Lifschitz ahora esperará hasta el 2015. Parece apresurado, pero dio a entender que tendrá paciencia por cuatro años y que seguirá construyendo desde su banca en el Senado provincial. "Tengo muy buena relación con la mayoría de los intendentes del departamento, tengo la experiencia de haber gestionado Rosario por ocho años, y tengo además muchos proyectos para el área metropolitana", dijo el jefe comunal que ahora deberá estar con la cabeza puesta en tres partes a la vez: En seguir gobernando la ciudad, tratar de transferir su impronta electoral a Mónica Fein y tampoco descuidar su propia campaña a senador.

En el marco de tanta pérdida, Lifschitz siente que haber sido el artífice de la unidad (aunque no sea total) del socialismo en Rosario, en medio de semejante escenario de tensión política, es un logro que nadie le podrá arrebatar. Es un plus político que no va a desperdiciar y por eso necesita coronar su estrategia con una muy buena elección de Fein en las internas del 22 de mayo y luego ganado las generales de julio. Sin adversarios socialistas en el horizonte, hay una gran parte del terreno ganado, calcula el intendente rosarino.

La designación de Fein fue una sopresa para muchos, pero para Lifschitz había argumentos suficientes: Se le ocurrió a él solo, no tuvo que optar por alguien que hubiese sonado como sugerido por Binner y conformaba también al espacio de Giustiniani que terminó por bajar la candidatura de Miguel Zamarini a quien, por un motivo u otro, siempre se queda con las ganas de salir a pelear por el cargo mayor en la ciudad. Además es mujer y eso le permite a Lifschitz sostener que por primera vez una mujer "estará a cargo de una ciudad importante en Argentina", lo cual, en caso de darse, es rigurosamente cierto. Nunca una mujer gobernó Buenos Aires, Córdoba ni Rosario.

Después de todo lo que ha pasado, el intendente de Rosario optó por completar una participación digna en este proceso electoral. Deglutió como pudo el rol que le asignaron -al menos lo hizo públicamente y no mostró debilidades ante sus adversarios externos. El hombre quiere quedar bien parado para el futuro y -como buen estratega de la política sabe que no todo se termina en este 2011 por más importante que sean los cargos en disputa. Tiene temple, edad y paciencia para pensar en lo que viene dentro de cuatro años, cuando sin dudas volverá a intentar convertirse en lo que siempre quiso ser desde que asumió su segundo mandato al frente de la ciudad: Candidato a gobernador de Santa Fe. El tiempo dirá.

La semana que pasó, el principal debate político en la provincia estuvo centrado en el sistema electoral que debutará el 22 de mayo. No es una discusión atrasada, puesto que el tema ya se votó en la Legislatura provincial, sino un debate político que intenta colgarle la romana al Ejecutivo provincial ante cualquier inconveniente que tenga el sistema comicial en cuestión y, además, aprovechar una pequeña disputa interna en el gobierno de Binner sobre quién debería encargarse de la difusión de los detalles de la implementación de la Boleta Unica, siendo que el ministro de Gobierno Antonio Bonfatti es candidato en estas elecciones.

Se sabe que el ministro de Justicia Héctor Superti cargó a regañadientes con la responsabilidad y tuvo que dedicarse a parar en seco las suspicacias del titular de la Corte Suprema Rafael Gutiérrez, y hasta de los socios del Frente Progresista Mario Barletta y la vicegobernadora Griselda Tessio. Como se ve, la disputa interna en el Frente Progresista es en todas direcciones.

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