Lunes, 28 de marzo de 2011 | Hoy
OPINIóN › SIETE DIAS EN LA CIUDAD
La inseguridad como tema de campaña ya se adueñó de los debates políticos en la ciudad y la provincia. Hasta los más cautos no pueden resistirse a lanzar algún proyecto mágico que borre del mapa el flagelo que más señalan los vecinos cuando ven un candidato en su barrio. Además, la censura en una escuela que avergüenza a la educación privada.
Por Leo Ricciardino
No hay quien se resista al tema, ni a nivel provincial ni a nivel local. Todos hablan de la inseguridad y confían en que por allí pueden entrarle a los oficialismos de Hermes Binner y Miguel Lifschitz de cara a las próximas elecciones. Creen que el socialismo expone allí sus flancos débiles porque ideológicamente les incomoda el discurso y entonces pueden arrinconarlos. Pero ni Binner ni Lifschitz resistieron la tentación y también ellos ingresaron de lleno en la temática.
El gobernador lo hizo tras el asalto violento a su ministro de Justicia y amigo Héctor Superti. Después de que le llevaron el auto oficial de la puerta de su casa a mano armada y golpeándolo en la cabeza, Binner descargó responsabilidades hacia arriba y acusó al gobierno nacional de no coordinar el accionar de las fuerzas nacionales y provinciales para la lucha contra el delito. Por supuesto, el candidato a gobernador del Frente para la Victoria Agustín Rossi no tardó ni un minuto en reaccionar. "No puede desentenderse de la seguridad, que es su responsabilidad en la provincia, para culpar a Cristina", criticó el diputado nacional del kirchnerismo. De todas maneras, mañana habrá una convocatoria en Buenos Aires --lanzada por la ministra del área Nilda Garré - donde uno de los temas de agenda es, precisamente, la coordinación de fuerzas para combatir el delito, además del control de estupefacientes y la trata de personas, que son los otros ítems fijados para la audiencia con los ministros y secretarios provinciales.
Lifschitz también decidió meterse en el tema tras el embate de los candidatos de la oposición en la ciudad. Por eso es que este fin de semana anunció que uno de sus primeros proyectos como senador provincial (se postula a ese cargo en la lista del Frente Progresista) será impulsar la creación de una policía municipal que dependa del intendente de Rosario. Lo señala en el marco de la autonomía que debe ganar la ciudad, y como una manera de estar más cerca del flagelo que con más insistencia señalan los vecinos de Rosario y de todo el país.
Paralelamente, el candidato a intendente peronista del sector de Rafael Bielsa, Diego Giuliano, patalea contra el Tigre Cavallero --su principal contendiente en la interna peronista el próximo 22 de mayo- porque el ex intendente propone los Consejos de Seguridad. "¿Es el mismo Cavallero que me tildaba de derechoso cuando yo hacía propuestas de seguridad comunitaria?", se quejó Giuliano, que no quiere compartir con nadie el cetro de ser uno de los primeros que se metió con la temática a nivel local llevando varias propuestas al Concejo.
A lo sumo tendrá que pelear cabeza a cabeza con Jorge Boasso, que acaba de firmar ante escribano público veinte puntos para combatir la inseguridad y que ya lanzó que, en caso de resultar electo, se va a convertir en "el jefe civil de la policía de Rosario". El concejal asegura que en sus recorridas diarias por los distintos barrios de la ciudad el tema no sólo constituye el principal reclamo de la gente, sino que el propio Boasso asegura haber visto no menos de tres robos en vivo y en directo durante esas recorridas.
También la candidata a concejal del GEN Mónica Peralta denunció que, en una de sus giras proselitistas por los barrios periféricos de Rosario, le robaron su teléfono celular.
Al inicio mismo de la campaña Omar Perotti, postulante a la gobernación por un sector del peronismo, había hecho punta con sus polémicos afiches, en los que tiraba de la mesa distintas drogas y mostraba una imagen de Robocop. También el diputado nacional Daniel Germano, luego de ser víctima de un intento de asalto, le gritó al gobernador que manejara la policía de la provincia y que se hiciera cargo de la cantidad de delitos que se multiplican en la ciudad y en todo el territorio santafesino.
El dirigente de Federación Agraria Pedro Peretti --que aspira a convertirse en candidato a diputado nacional de Pino Solanas en Santa Fe -, también lanzó sus reclamos al gobierno provincial tras sufrir él mismo un robo en su campo y recoger el reclamo de otros chacareros del sur provincial que denuncian el incremento del abigeato, el robo de maquinarias y cereales.
Como se ve, casi no hay manera de esquivar el tema y tampoco hay tiempo de analizarlo seriamente. Los que lo hacían ya se cansaron porque para explicar en serio cómo se va a combatir el delito hace falta una serie interminable de disquisiciones que pasan por la exclusión social, la pobreza, la falta de oportunidades y una policía que quede saneada desde el punto de vista moral y profesional. Todo esto mientras del otro lado un conjunto de políticos se suman al coro popular de la "mano dura", "entran por una puerta y salen por la otra", "esta zona es tierra de nadie", "hay que penalizar a los menores desde los 12 años", y un sinnúmero de frases de ocasión que no sirven más que para paliar la angustia de la víctima.
Es tan instantáneo este patrón que muchos familiares de víctimas de robos violentos, o incluso ante la muerte de un ser querido, prefieren repetir estas frases frente a las cámaras que acompañarse entre los familiares en el dolor inmenso de la pérdida.
Es claro que el tema es gravitante y se ha convertido en central para los distintos sectores sociales. Pero la banalización del debate por la inseguridad tampoco traerá una suma de políticas públicas que ayuden a morigerar el impacto del flagelo. Ya lo vivimos en Argentina con el caso Blumberg, y tal vez deberíamos recordar las consecuencias de legislar sobre el dolor y la demagogia.
Mural
En la semana de la Memoria (que congregó a miles de rosarinos en el Monumento para reiterar los pedidos de justicia y el repudio a la última dictadura militar) el caso del colegio privado Zona Oeste no debe pasar por alto. Allí la comisión directiva del establecimiento censuró las frases "Nunca Más", "Treinta mil desaparecidos" y hasta los pañuelos blancos de las Madres de Plaza de Mayo, que iban a estar en un mural alusivo pintado por chicos de la escuela. Tanto el director del colegio como el Centro de Estudiantes denunciaron el accionar, mientras que el comunicado de descargo de la comisión directiva no hacía más que ratificar el pensamiento retrógrado imperante. "Este colegio nunca tuvo ideologías y nosotros debemos velar porque esta situación siga así". Todo dicho.
Seguramente esta semana el responsable de Enseñanza Privada del ministerio de Educación de Santa Fe, Germán Falo, se decidirá a abrir su teléfono y responderá sobre cuál será su intervención oficial en el asunto. O quizás todo quede reducido a una inocua reprimenda entre cuatro paredes, como pasó después de que un colegio religioso de Rosario, el primer día de clases, encerrara en la biblioteca a los alumnos cuyos padres no se habían puesto al día con la cooperadora. Un colegio que recibe una amplia asistencia del Estado santafesino, de más está decirlo.
Si estas son las personas que están al frente de establecimientos escolares a los que concurren chicos y chicas en edad central para su formación, la verdad es que no podemos quedarnos tranquilos, y sólo esperar que sean muy pocos los afectados en sus futuros como hombres y mujeres.
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