OPINIóN › SIETE DíAS EN LA CIUDAD
El gobernador pidió que Binner lo "despresidencialice", para marcar que su única preocupación es conseguir los recursos que necesita para hacer obras y aprobar el presupuesto. Por estas horas, su mayor desvelo pasa por un tema de altísimo impacto social: la seguridad, un reclamo creciente.
› Por Leo Ricciardino
"Que me despresidencialice", lanzó el gobernador Antonio Bonfatti apretando el neologismo entre sus dientes. Es que realmente logró incomodarlo Hermes Binner cuando -apurado por la prensa porteña- dijo que en el Frente Amplio Progresista (FAP) no había un solo candidato a presidente de la Nación. "Ahí está el gobernador de Santa Fe, Antonio Bonfatti, que es del FAP y es un gobernador exitoso", dijo. El mandatario provincial no sólo no se sintió cómodo con la idea sino que además entendió que había sido una salida de ocasión, elegante, de parte del propio Binner. Pero Bonfatti sabe que no está para ninguna aventura por el momento y que si bien viene de cosechar un "éxito" al sacar la reforma tributaria con dos Cámara adversas; el camino que resta es arduo y cuesta arriba.
Bonfatti ha confirmado que seguirá adelante con otro proyecto destinado a dotar de mayores recursos a la provincia: La autorización para un endeudamiento en dólares (unos 400 millones de pesos) a tasa blanda y largo plazo para concretar las grandes obras de infraestructura que necesita la provincia. Nuevamente el Ejecutivo deberá comenzar a ablandar la muñeca para negociar con senadores y diputados del peronismo la posibilidad cierta de una aprobación. Menos complejo que los vericuetos de la reforma fiscal; el endeudamiento aún siendo para obra cosecha algunos rechazos. Sobre todo por el tema de que excede largamente la gestión de este gobernador, como así también por el hecho de que sea en dólares. Hay que recordar además que Santa Fe es una provincia que si bien tiene problemas financieros y deudas puntuales con proveedores y contratistas; no tiene deuda estructural seria que comprometa su futuro.
Pero aún antes de esta discusión o en paralelo, vendrá la del presupuesto 2013 cuyos números gruesos ya se conocen y que será -sin dudas- un nuevo punto de fricción con la oposición y con las bancadas no oficialistas entre sí. En la discusión además tendrá su peso el comportamiento de los legisladores nacionales del FAP a la hora de discutir el presupuesto nacional que el ministro Hernán Lorenzino presentó en el Congreso con una estimación de crecimiento del 4,4 por ciento, un dólar a 5,10 pesos y una inflación estimada en el 10,8 por ciento para todo el año próximo.
El viernes el ministro de Economía de la Provincia Angel Sciara confirmó también algunos números para Santa Fe: Una inflación anual para 2013 cinco puntos por encima de la nacional (15 por ciento), pero un crecimiento similar de entre 4,4 y 4,5 por ciento en el año. De todas formas Sciara dió a entender que se tomará todo el plazo disponible (hasta el 30 de septiembre) para presentar el proyecto de Presupuesto en la Legislatura.
El lobby rural.
Después de la trabajosa aprobación de la Reforma Tributaria provincial, las entidades del campo se hicieron oír en la semana y no se privaron de nada. Se quejaron del aumento de los avalúos, llamaron "traidores" algunos senadores y hasta amenazaron con "cruzarnos con ellos" cuando vuelvan a los pueblos y ciudades que los votaron. El titular de Carsfe, Francisco Mayoraz explicó cómo el sector estaba dispuesto a hacer un esfuerzo para que la provincia recaude más, pero fustigó que los cambios en los avalúos de las tierras terminarían por darle más dinero a la Nación, a través de Bienes Personales y por el impuesto a la Renta Presunta.
Ahí se marca claramente un falso eje al pretender señalar que los recursos nacionales no vuelven a la provincia. Se puede discutir punto por punto si es justo o no el sistema de coparticipación vigente, si es más o menos federal. Pero no se puede engañar a la gente pretendiendo elegir a qué sistema quiere contribuir quien debe pagar los impuestos. Por ejemplo. Bienes Personales financia directamente los dos aumentos por ley que tienen los jubilados nacionales; esta situación ¿no beneficia también a los miles de jubilados que hay en Santa Fe?. Si se evade este impuesto de parte de miles de productores santafesinos, ¿no se desfinancia también el sistema previsional al que pertenecen también jubilados que viven en esta provincia?.
Al respecto, el propio Sciara explicó que no se podían mantener con valores de 1974, que son "antidiluvianos". Y minimizó el argumento de que el aumento del avalúo fiscal de los campos termine aportando fondos millonarios a la Nación: "No les estamos dando ingentes recursos al gobierno nacional, lo que va a aportarle Santa Fe en este concepto no mueve la aguja. Entre Ríos y Córdoba tributan más que Santa Fe, cuyas tierras son iguales o mejores que las de estas provincias vecinas", dijo para poner los números más claros.
La agenda urgente
Con todo, lo que tiene más preocupado a Bonfatti es la agenda donde es más difícil para el gobierno mostrar alguna respuesta exitosa: La inseguridad en Rosario y Santa Fe, para hablar sólo de los principales centros urbanos del territorio.
En ese punto Bonfatti desconfía hasta de su sombra. Y no es para menos si se tiene en cuenta que la sucesión de hechos violentos no le han dado respiro a su gestión, a la vez que han alimentado el crecimiento de las protestas en los barrios más allá de las concentraciones multicausales que incluyeron el reclamo de mayor seguridad. Además, es como que la protesta de los vecinos se ha ido puliendo y los discursos no incurren sólo en las típicas frases de "acá es tierra liberada", "estos pibes entran por una puerta y salen por otra", y otras cuestiones que si bien están presentes van siendo reemplazadas por pedidos específicos que apuntan mucho más directamente a la responsabilidad de las autoridades en el tema.
Y la agenda delictual va de palo a palo. Del golpe complejo a las cajas de seguridad del Banco Macro, de ahí al arrebato violento en la vía pública. Apenas se apagó la ira de los taxistas asaltados ahora es el turno de los colectiveros, que esta semana desviaron recorridos por los asaltos. De ahí, a nuevas modalidades como el vandalismo y las amenazas que implican balazos en vidrieras de locales conocidos. Volvieron los asaltos a los restoranes que habían caído en el olvido superados por la preocupación de los ajustes de cuentas y los tiroteros en plena calle a cualquier hora del día con armas de grueso calibre y autos caros. No hay descanso y los hechos se renuevan tanto en violencia como en modalidades.
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