OPINIóN
› Por Soledad Hernández Larguía
El 29 de octubre en una nota de Rosario/12 la directora del Irar, Débora Cotichini, no se hizo cargo de la responsabilidad que le cabe como funcionaria de una gestión en la que se naturalizan y minimizan las condiciones de vida deplorables de quienes están detenidos allí. Hablar de "fantasmática", si lo hace en términos psicoanalíticos, es al menos cínico cuando las ratas pululan en lo "real" dentro de los sectores día a día. Es verdad que los jóvenes comen entre ratas y excrementos, no es imaginario, ni fantasioso, es cierto. Confunde, invierte la relación entre lo regimental y lo edilicio, quizás si tan solo viviera una semana en las condiciones de la mayoría de los sectores, sentiría en carne propia cómo las condiciones edilicias intervienen, condicionan, afectan la subjetividad y los recursos simbólicos de quienes las padecen.
No es secundario el lugar y sus cuidados, no es primero capacitamos personal y luego edificamos, ya no hay tiempo, las dos cuestiones son simultáneas. No se deben repetir las condiciones de injusticia e inequidad que llevó a esos jóvenes al Irar, marginalidad, hacinamiento, promiscuidad entre otras condiciones, que deforman la subjetividad y los valores. Estos cuidados, también deben alcanzar al personal, que además de ser idóneo y preparado, debe ser capaz de mirar más allá de lo represivo. Se trata de habilitar, en todos los sentidos. Por ello quienes allí trabajan, no lo pueden hacer en condiciones de precarización laboral, menos aún desde un Estado que hace de la dignidad del trabajador uno de sus lemas. No vale escudarse en las leyes de un mercado que margina y genera injusticias por doquier.
Transcurridos cinco años, seguir hablando de la responsabilidad de la gestión anterior, es otra forma de no hacerse cargo. El Estado debe garantizar un adecuado ámbito donde posibilitar la recuperación de estos jóvenes detenidos. No es fácil, obviamente. Que el Irar es una cárcel está a todas luces más que claro. La pregunta es: ¿qué hicieron, qué hacen para no seguir sometiendo a los detenidos a la indignidad a la que los empujan diariamente?
Los ministros de Justicia y Derechos Humanos y de Seguridad, y el abanico que forman todos los funcionarios de distintos rangos, son solidariamente responsables de que en el IRAR a los jóvenes les sean conculcados sus Derechos más elementales. ¿Será parte de la demonización preguntar por qué en los últimos ocho meses dos jóvenes allí detenidos se suicidaron?
* Miembro de la Coordinadora de Trabajo Carcelario (CTC).
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