Comenzó el año electoral. La disputa a nivel nacional contagia todas las discusiones y reduce los márgenes de incidencia de las cuestiones provinciales y más las municipales o comunales. Esto no quiere decir que el electorado no pondere las diferentes gestiones, más aun si llega a tener la chance de expresar su voluntad en comicios diferenciados, distanciados entre sí y con campañas al efecto. Eso será seguramente lo que evaluará el gobernador Antonio Bonfatti para tomar la determinación en torno a si habrá o no comicios desdoblados.

Incluso, a esta hora está en revisión el régimen electoral en la provincia, más allá de las desmentidas y de la "banca" que parece conservar el sistema de boleta única, que fue elogiado por todo el arco político dentro y fuera de la provincia. Para los partidos políticos, el sistema es contraproducente. Mejor dicho, para las estructuras y dirigentes más que para los partidos, que siguen siendo en definitiva la herramienta más apta para hacer política.

Esa será la primera gran cuestión del año. Que deberá dilucidarse en simultáneo con las paritarias de los estatales, especialmente la de los docentes, que el gobierno debería tener acordada para garantizar el inicio en tiempo y forma del ciclo lectivo.

Bonfatti se ha ocupado de repetir: "Voy a tomarme todo el tiempo que sea necesario para decidir la cuestión electoral". En rigor lo que hará es calcular qué escenario le puede resultar más favorable a su fuerza política y para ello no hará demasiadas consultas.

De las pocas cosas que se saben es que Hermes Binner será quién encabece la lista de diputados nacionales del Frente Amplio Progresista. A pesar de los emergentes negativos de su paso por la gobernación -por ejemplo, el desmanejo policial que devino en el caso de Hugo Tonioli, el más notorio- y de la pérdida de brújula en algunas cuestiones relacionadas con la política nacional, el ex candidato a Presidente sigue gozando de un alto nivel de adhesión en el electorado santafesino.

Sucede que Binner probablemente utilizará un discurso opositor confrontativo -que le ha hecho daño a la gestión de Bonfatti- que en más de una oportunidad no solo aparece innecesario sino también contraproducente. Las primeras encuestas que circulan muestra a Binner y a la Presidenta con similares niveles de imagen positiva. Más aun, hay un importante contingente de electores que podrían compartir. Pero para ello habrá que ver quién es el candidato del Frente para la Victoria, cuál será el resultado de las primarias para validar las listas, y si ese resultado encolumnará a todo el peronismo detrás de esas postulaciones. Por ahora no es necesario hacer nombres propios, pero esta claro que el peronismo no tiene un candidato natural o indiscutido como si es Binner en el FAP o Miguel del Sel en el PRO. Esa situación podría ser capitalizada por el FAP en los sectores progresistas de la provincia, fundamentalmente en Rosario y otras ciudades como Santa Fe, Villa Gobernador Gálvez o Venado Tuerto, por citar algunas. Para ello, Binner debería dejar de sobreactuar su perfil opositor, parecerse más al que exhibía cuando era gobernador -y Cristina Fernández Presidenta- y no tanto al que adoptó para sacar el 17 por ciento en la segunda vuelta presidencial y menos aun el que lo ubico últimamente yendo y viniendo a las costas del PRO, como si Mauricio Macri no encarnara todo lo que el socialismo combatió desde sus creación y lo que propio Binner predicó antes de que lo encandilaran las luces de la gran ciudad.

El impacto de la disputa nacional se va a sentir en la elecciones locales, en mayor medida si ocurren en forma simultánea, a pesar de todos los inconvenientes operativos que deberán sortearse. Al no haber elección de cargos provinciales se relativiza el peso de la gestión de Bonfatti y cobra mayor dimensión lo estrictamente local. En ese sentido, y a pesar de haber transitado un año difícil, el socialismo tiene no solo la ventaja de ser oficialismo, sino la persistente imposibilidad del peronismo de generar una figura alternativa, y la recurrente aparición de candidatos que ya han intentado durante décadas romper su techo electoral, que no llega al 25 por ciento.

En la boleta de concejales no van a estar Binner, Del Sel ni mucho menos Cristina. Y es en este punto donde los dos años de gestión socialista se transforman en una ventaja, lejos de lo que quieren hacer aparecer los dirigentes opositores en cuanto al desgaste o saturación del modelo.

Sin perjuicio de la capacidad personal de la intendenta Mónica Fein -que sigue repechando la "curva de aprendizaje"-, el socialismo ha logrado consagrar un modelo mayoritariamente elegido por los rosarinos. Esto no quiere decir que esté todo bien, ni mucho menos, basta ver el tema de la falta de miles de cuadras de cloacas, las penurias después de las lluvias, la falencias del sistema de transporte, y otras áreas que no son propias de la órbita municipal, pero sí de su incumbencia como la seguridad, para citar la más evidente. Sin embargo, en el horizonte político no se recorta una figura que sea más atractiva que el modelo socialista. Por eso es que todavía no se habla de candidatos a concejalías, y sí en cambio de reforzar algunas áreas que inexplicablemente fueron desmontadas -los programas Crecer sin ir más lejos- y que le permitieron a las anteriores gestiones tener anclaje en los barrios, cosa que ahora parece mas difícil aun cuando esté vacante esa cobertura. Para ser justos en la valoración de la gestión de la intendenta no solo habría que sopesar el contexto actual y el de entonces, y remontarse al primer año de gestión de Miguel Lifschitz, que fue tanto o más complicado que el primero de Fein. Hoy, ocho años después, el exintendente aparece como el candidato mejor perfilado para disputar la Gobernación en el 2015. Para ello, el socialismo deberá revalidar títulos en el curso de este año, y a pesar de las turbulencias con que termino el 2012, y sus propias limitaciones, el panorama puede serle propicio, sobre todo porque hasta el momento no aparecieron los "buenos por conocer".