Lun 07.01.2013
rosario

OPINIóN › SIETE DíAS EN LA CIUDAD

Las gestiones en un año electoral

Bonfatti y Fein se preparan para lo que será este año una prueba de fuego para ambos: Deberán enfrentar procesos electorales nacionales y municipales. En alguna medida sus administraciones estarán en evaluación. La intendenta ya comenzó con los anuncios y el gobernador guarda en secreto la fecha de la convocatoria a los comicios.

› Por Leo Ricciardino

El gobernador Antonio Bonfatti juega a las escondidas con el calendario electoral de este año. No lo hace para divertirse sino para conservar la iniciativa y la potestad constitucional que tiene para fijar las fechas. La oposición intentó marcarle la cancha antes de fin de año con una ley que le impedía juntar los comicios nacionales con los provinciales. El gobernador respondió con un "veto propositivo" y sólo aclaró una de las incógnitas: "Voy a respetar el sistema de boleta única", dijo aunque no explicó cómo lo hará en el caso que decida unificar los comicios, ya que para los nacionales no rige el mismo sistema electoral que está vigente en Santa Fe y que este año recibió varios embates, tanto del oficialismo como de la oposición.

En esta misma columna, a medianos de 2012 nos preguntábamos qué pasaría si las elecciones nacionales y provinciales de 2013 se juntan. ¿Qué sistema electoral es el que se usaría?, la respuesta en ese momento la dio el encargado de la reforma política en Santa Fe, el ex diputado latorrista Oscar Blando. Dio a entender que lo que prevalecería sería el sistema nacional, es decir, sin la boleta única. Allí se desató una polémica de proporciones que señalaba que el oficialismo en la provincia quería hacer caer el sistema electoral santafesino, juntar los comicios y provocar arrastre para sus listas de concejales en las principales ciudades; teniendo en cuenta que sabía que contaría con una poderosa lista encabezada por Hermes Binner que -ninguna encuesta lo oculta- es hoy por hoy imbatible en la provincia.

Después vino el intento solapado, vergonzoso y vergonzante del radical aliado Santiago Mascheroni para tumbar la boleta única desde la Legislatura. Lo acompañaban también algunos socialistas y ni Binner, ni Miguel Lifschitz se mostraron escandalizados por la intentona que -es evidente- contaba con respaldo del FAP. Fracasó y después vino la otra vergüenza mayor del lado del peronismo que buscaba lo mismo pero además reponiendo la repudiada ley de lemas. Aunque con distinto nombre, por supuesto. Ahí sí, todos se horrorizaron pero en el fondo del debate subyace la misma idea: A la clase política santafesina en su conjunto, le molesta el sistema de boleta única. Le da mucho poder a la gente que se desenvolvió perfectamente dentro del sistema en los pasados comicios, y desdibuja el rol de los partidos políticos a la hora de decidir sus propios candidatos.

Como sea, el objetivo no se cumplió y por eso Bonfatti aunque esconde sus cartas de cara a las próximas elecciones, debió salir a ratificar la vigencia de la boleta única. Era la única incógnita que no podía sostener. Ahora bien, si se unifican los comicios y se respetan los sistemas electorales vigentes, ¿cómo sería el cuarto oscuro? Porque uno es el sistema tradicional donde el elector busca las boletas dentro del propio cuarto; mientras que en el otro son las autoridades de mesa las que le alcanzan la papeleta donde debe hacer los tildes al lado del nombre de los candidatos por lo que sólo se requiere un divisorio de cartón y un mesa para que el elector marque tranquilo su opción. Por supuesto, nadie quiere arriesgar detalles sobre el tema.

Pero antes de las elecciones están las paritarias. Un tema delicado para el gobierno que sabe que deberá incrementar sus esfuerzos para pagar sueldos. Los gremios del Estado olvidaron su prudencia y ya en los primeros días del año salieron a marcar que no existe discusión por debajo del 30 por ciento. Y con excepción del viejo Vizcacha Alberto Maguid (eterno dirigente de UPCN), los municipales, docentes y resto de estatales avalaron esa cifra como piso, rechazando igual que sus pares a nivel nacional cualquier tipo de techo.

Los trabajadores, estatales y privados, saben que en cualquier acuerdo social y económico como el que propone Binner desde el FAP para bajar la inflación; serán los que terminen resignando parte de sus salarios. Porque a las paritarias se les puede poner un techo en acuerdo con los empresarios, pero ¿quien les garantiza a todos que los precios también lo tendrán?. Es mucho más complejo que sólo convocar al diálogo como repite incansablemente el líder del FAP como única propuesta económica frente a la escalada de precios.

Planes futuros.

Tanto Bonfatti como la intendenta Mónica Fein y aún la presidenta Cristina Fernández de Kirchner; han tenido un 2012 duro. Así lo reflejan por lo menos las distintas mediciones que acaban de cerrar los consultores políticos donde claramente se ha incrementado el rubro "regular" a la hora de merituar las gestiones.

Pero en el caso de Rosario, la caída se ha profundizado mes a mes según el trabajo realizado por Andrés Mauttone y que publicó ayer Rosario/12. Y eso teniendo en cuenta que las consultas se cerraron antes del temporal que inundó a gran parte de la ciudad y de los saqueos de los últimos días de diciembre. La propia Fein sabe que le ha tocado un año duro en el que logró multiplicar como pudo la agenda local y se diría que terminó con anuncios de proporciones como cerrar por fin la concesión de la basura.

Pero también sabe que ha sido un año de escasos recursos y de una pobrísima obra pública. Y así, se sabe, no hay gestión que resista. Está muy bien el ingenio político para las épocas de crisis, pero si no llega una recuperación pronto y con recursos propios, es difícil enfrentar los desafíos de la ciudad. Si un municipio como el de Rosario debe resignarse un año a no hacer más que unas pocas cuadras de pavimento definitivo, el vecino lo nota, porque lo sufre todos los días y esto va erosionado al mejor de los dirigentes y de los gobernantes.

Por eso lo que ahora se prepara es un verdadero relanzamiento, tal como lo había prometido, quiere que su gestión se vea, se note en cada uno de los seis distritos en los que está dividida la ciudad. Es claro que este es un año electoral, pero Fein está centralmente preocupada en que su gestión adquiera un perfil propio y que logre despegar aún del gobierno de su mentor político, el actual senador Miguel Lifschitz. Y para eso necesitara dinero en importantes cantidades para que las distintas promesas comiencen a verse en lo concreto y la mayor cantidad de rincones posibles de la ciudad.

Si las cosas mejoran puede mejorar incluso para el oficialismo la composición del Concejo Municipal a partir de diciembre próximo. Por ahora, deberá seguir negociando duro con los opositores, incluso con sus ex aliados del Frente Progresista que hoy están a la cabeza de las filas opositoras y que este año se preparan también para una batalla crucial.

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