La campaña del Frente Progresista gira exclusivamente alrededor de Binner y se centra en lo nacional. Mientras tanto, desde el Frente para la Victoria, Obeid prefiere resaltar los que considera éxitos de sus gestiones como gobernador. Del Sel sigue sin estudiar ningún tema ni proponer ideas.
El gobernador Antonio Bonfatti no tuvo prácticamente participación en la campaña política del Frente Progresista Cívico y Social. Es lógico, no es candidato y las categorías en disputa son nacionales y municipales, aunque en parte --sólo en parte-- los temas provinciales se filtraron en los escasísimos cruces que hubo entre los postulantes a diputados. Quizás, también, no sea considerado por los propios como una figura capaz de traccionar sufragios estando Hermes Binner al frente de la campaña, influyendo también decididamente en las elecciones locales. La propia Mónica Fein apareció en cuentagotas en los afiches y cuando su ausencia era ya marcada públicamente por los adversarios que querían ponerla en cancha. Y hasta el senador Miguel Lifschitz --interesado en no desaparecer del todo hasta el 2015-- se las tuvo que ingeniar apoyando candidatos del espacio en las distintas localidades del departamento que representa, para no quedar demasiado al margen de esta contienda y recordarle a la ciudadanía y a la vez a sus propios colegas, que sigue siendo una de las figuras de la política provincial.
Como se ve es todo Binner. La lista que encabeza y la que lo tiene a Miguel Cappiello como estandarte en Rosario. Pero más allá de su condición indiscutible de elector provincial, el ex gobernador orientó su campaña más hacia lo nacional que a lo provincial. Sus mensajes están en sintonía con las campañas de otros candidatos opositores en los principales distritos y, entre otras cosas, el mensaje de la "desunión" Argentina que "provoca el gobierno nacional"; es una de las claves elegidas para transmitir. En Santa Fe su ventaja es tan grande que le sobra con sólo mirar a los ojos, después de tantos años.
Con todo, Bonfatti habló esta semana de un tema delicado que sólo se filtró en la campaña a través de declaraciones carentes de rigor y más que nada cercanas a la chicana política fácilmente detectable por los electores. El narcotráfico como conflicto y frente débil para la gestión socialista apareció tangencialmente con el informe de la Universidad Nacional de Rosario que tuvo su breve impacto nacional, y uno que otro mensaje del candidato Jorge Obeid (Frente para la Victoria) que prefirió ir por el lado de la comparación, al destacar que en su gobierno provincial había un mayor control de la policía. Tanto la UNR como el candidato peronista sopesaron bien hasta dónde se podía ir con el tema sin forzarlo y que se terminara por volver en contra como bomerang.
Pero el actual gobernador tiene ahora mucho para decir y así lo hizo. Destacó los resultados de la decisión política de desarticular a la mayor banda operativa de la ciudad, a través de la megacausa que maneja el juez Juan Carlos Vienna. Las numerosas detenciones, los cortocircuitos con el fuero federal, y el delicado tema de los policías jerárquicos infiltrados; fueron como una larga serie de objetivos superados por el gobierno de Bonfatti que pudo volantear a tiempo y detectar que más allá del juego político que había alrededor del tema; el flagelo de la droga y la policía corrupta se estaba comiendo a la política. Y nadie sabía hasta dónde podía llegar esa dentellada feroz. Ahora el gobierno no tiene todas a su favor pero por lo menos cuenta con material y resultados como para defenderse.
Por su lado, Obeid prefirió antes que nada sacarle lustre a su condición de gobernador por dos períodos en Santa Fe. Después de todo no ha pasado tanto tiempo y no es un cargo para olvidar en la vida de un hombre político. En los mensajes subrayó su última gestión y el famoso fondo de 1.600 millones que le dejó a su sucesor, precisamente, el propio Binner. Sólo afiló sus dardos cuando destacó que Bonfatti era "mejor gobernador que Binner", lo que obligó al actual mandatario a declarar que no consideraba un elogio a esa frase sino todo lo contrario. Y volvió a considerar que él y Binner, eran uno sólo para el proyecto del socialismo y del Frente Progresista.
Los dos ex gobernadores en pugna le dejaron poco margen al novato cómico. Miguel Del Sel atinó sólo a decir que los dos ya habían gestionado la provincia y que ahí estaban los resultados. Sin especificar demasiado de qué estaba hablando. Se piense lo que se piense, a esta altura lo del candidato del PRO genera más ofensas que adhesiones y así lo reflejan los últimos sondeos. Carente de una sola idea propia, Del Sel no ha mostrado en estos dos años ni el más mínimo atisbo de estudiar algún tema en concreto. Confía en su ángel para relacionarse con la gente y esa especie de breve magia que genera el personaje televisivo. Pero esta vez no tuvo en cuenta un escenario definitivo: su participación en la política no es una novedad para nadie. La sorpresa ya pasó, ahora la gente espera otra cosa un poco más profunda que escuchar a un hombre grande que descubrió ayer la pobreza estructural y el potencial de una provincia que todos conocen de memoria.
Encima armó muy mal en Rosario, privilegió candidaturas de más confianza y se arriesgó a presentar una nómina territorialmente desequilibrada; pensando más que nada con la cabeza política de un porteño. Desconociendo las mínimas tradiciones políticas de este distrito largo en kilómetros y diverso en facetas culturales, sociales y geográficas. Puso mucho el cuerpo, sin dudas. Pero poco la cabeza. En la semana participó en un programa con Nito Artaza, bajo la obvia premisa "Del escenario al Congreso". Las diferencias entre quien también es humorista pero milita en el radicalismo desde los 18 años, fueron notorias. No todo es lo mismo. Un humorista puede ser políticamente como Artaza, el italiano Bepe Grillo o, claro está, Miguel Del Sel.
Por otro lado, el candidato más osado en esta categoría --el único que planteó una interna en serio-- es Fabián Palo Oliver. El intendente radical de Santo Tomé asumió la patriada de enfrentar a Hermes Binner, conciente de que deberá abonar no sólo los costos del resultado de una elección difícil; sino también el frío interno que es capaz de ponerle a sus adversarios del propio Frente o del socialismo, el ex gobernador santafesino una vez que finalice la contienda.
Embarcado en esta empresa de la mano del vicegobernador, ni Binner pudo evitar este desacuerdo del radicalismo santafesino que lleva muchos años, entre el propio Jorge Henn y Mario Barletta. Para Henn la ecuación es sencilla: "Peleamos para ponerle más radicalismo y más progresismo a la lista que encabeza Binner", dijo con la convicción de representar a un radicalismo militante y enmarcado en la tradición Blanca de un partido que --salvo excepciones-- ha desdibujado sus fronteras en muchas direcciones y en varios distritos.
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