OPINIóN
› Por Carmen Maidagan*
Calor, mucho calor. Son las 12 del mediodía y la ciudad arde, pese a que recién empieza septiembre. Se comunican los pibes que están detenidos en la comisaría 15, son más de 50, y la cosa no da para más. Después de la visita, van a atar la puerta, quieren ser trasladados, la cosa no da para más. La tarde avanza y con ella también el calor. Le aviso que se nos complica para ir, si no aguantan hasta el día siguiente, y no, no da para más.
Empiezo a gestionar lugares para los traslados. A las 18.30 llego a la comisaría, la temperatura muy arriba de los 30 grados. La policía ya tenía el listado de los traslados, funcionarios de la Secretaría de Derechos Humanos, que estaban avisados de la situación, le habían requerido a la comisaría que confeccionara el listado, y a Orden Público que haga los traslados. Pero a la comisaría no fueron. Corroboramos el listado: 19 a Alcaidía, 4 a Piñero, 1 a la Alcaidía de San Lorenzo. Los pibes no solo habían atado la puerta, sino que la taparon de colchones, les pedimos que los saquen, que nada iba a pasar, que la policía no iba a entrar. Por suerte así lo hicieron. En la comisaría 15 la única ventilación del penal es la puerta. Comenzaron las negociaciones, que 'no te recibo tantos', que 'arréglenselas'. Reiteramos los pedidos, reclamamos, exigimos. Se lograron los lugares. Ahora todo el papeleo, esperar que llegue el médico policial para revisarlos, fichar los que no tenía la ficha. Por lo menos ahí, los llevaban a una oficina/cocina que tenía aire acondicionado. Cada vez que nos acercábamos al penal la pregunta: "¿Y Carmen, cuándo nos sacan?". El calor no da para más. Somos conscientes de que cualquier fricción entre los policías y los pibes podía desencadenar situaciones de violencia pero manteniendo la calma para que no sucediera. Salió el que iba a San Lorenzo. Llegó el médico, revisó a todos. Acto médico de primer nivel, "nombre, edad, scate la remera, ¿tenés algo?". Una formalidad, para deslindar responsabilidades. Salieron los cuatro que iban a Piñero. Llegó la camioneta de Alcaidía. La temperatura no aflojaba. Empezaron a salir, no alcanzaban las esposas, se pusieron precintos, tampoco alcanzaba, al final aparecieron otras y a los últimos cuatro los llevaron en un móvil. Partieron para Alcaidía.
Entramos al Penal, para estar presentes mientras la policía hacía el recuento y la requisa. Más de 20 personas empapadas por el sudor. Afuera más de treinta grados, adentro calculo más de 50. Pensé que en general llevamos cámara de fotos, deberíamos llevar también un termómetro. No se puede estar, también empezamos a transpirar. Los pibes piden no ser engomados en las celdas, para tener más espacio y así lo solicitamos. Nos vamos. Llego a mi casa, me baño, me acuesto, prendo el ventilador, y pienso en esos pibes intentando dormir en ese horno a 50 grados, y que esta situación se repite en todas las comisarías de Rosario. Es una tortura, que todos los que están a cargo evitan ver.
*Abogada de la Coordinadora de Trabajo Carcelario (CTC).
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