Lunes, 4 de noviembre de 2013 | Hoy
OPINIóN › SIETE DíAS EN LA CIUDAD
Atrás quedaron los resultados electorales y hasta los análisis de esos números. Como en la Nación, en Santa Fe el gobierno padece -con sus variantes- el síndrome "del pato rengo". Sin reelección, se multiplican los escenarios hacia 2015. El socialismo ¿tiene o no candidato natural?, el peronismo ¿podrá salir del tercer puesto? y el PRO ¿volverá a apostar por la misma receta?
Por Leo Ricciardino
"Primero donde diga mi partido, después donde decida el Frente Progresista". Así dice Antonio Bonfatti que se determinará en 2015 su destino político. Lo dijo esta semana, a pocos días de los resultados del 27 de octubre que, en todo caso, lo que hicieron fue ratificar que las cosas se harán -en el partido y en el Frente- cómo, cuando y con quien quiera Hermes Binner. Consagrado una vez más como el gran elector santafesino, el diputado electo del socialismo ostenta ese título que aquí sólo detentó por un largo período Carlos Reutemann con quien comparte el haber nacido el mismo año y tener orígenes suizo-alemanes, pero nada más. Hay que apuntar también que Binner ha sabido y se ha encargado de promocionar candidatos, cosa que Reutemann sólo hizo con Jorge Obeid para después no volver a confiar casi en nadie y encerrarse en su limitado campo de intereses personales. Algo que volvió a verse con las dos fotos que Sergio Massa logró junto a Lole. Por supuesto, en pleno campo y con pañuelo al cuello.
Con todo, el socialismo tiene un abanico para enfrentar el 2015 en la provincia, aunque con algunos diseños más destacados que otros en cada pliegue que se abre. El "candidato natural" Miguel Lifschitz sabe que sudará hasta último momento. Ya lo postergaron una vez y nada ni nadie puede asegurarle que no volverá a ocurrir a no ser que las encuestas demuestren que el ex intendente puede ser la carta ganadora. Entre tanto, salieron a ponerle el freno de mano a través del ministro de Gobierno Rubén Galassi que no sólo se encargó de subrayar que en el socialismo "no hay candidatos naturales" sino que hasta agregó que ni él mismo podría decir "no seré candidato". Lifschitz acusó recibo inmediato y salió a apurarlo con una interna de cara al 2015. No hubo respuestas.
El único que podía salir a "congelar" la pelea era Binner y así lo hizo. Dijo que Lifschitz sí era un candidato a tener en cuenta y que aún faltaba mucho para esas elecciones. Ni un sola palabra indica que lo haya lanzado desde ahora, sólo puso un paraguas por sobre las disputas una vez que se cercioró que todos los contrincantes están avisados de la auscencia absoluta de algún caballo del comisario.
Por su lado, el propio Bonfatti tiene que negar una y otra vez que él no irá por una reelección previa modificación de la Constitución provincial. "Yo juré por esta Constitución y no me presentaría a otro mandato por más que una futura reforma me lo habilite", dice en un mensaje prácticamente dirigido a los senadores provinciales del PJ que a esta altura saben más matemática que Adrián Paenza. Calculan que ningún candidato peronista tiene chances demasiado claras para ganar y que si alguno triunfara no les garantizaría la continuidad de favores que les ha suministrado este gobernador necesitado de votos en la Legislatura. Y por otra parte, la calculadora peronista de la Cámara alta muestra que tampoco habría garantías con otro candidato del socialismo. Por eso, por debajo, susurran al oído del actual mandatario provincial que ha mostrado ser de lo más ducho en la faena.
Por más pactos que denuncien La Cámpora y María Eugenia Bielsa, la realidad ha mostrado más resultados que fantasmas. La ex diputada nunca va a criticar directamente a Héctor Cavallero porque es quién la llevó a la política cuando la nombró titular del Servicio Público de la Vivienda allá por los `90. Pero como Cavallero fue aliado en esta elección de Agustín Rossi y Luis Rubeo, Bielsa corrió al lado de Sebastián Artola para levantarle su brazo en una interna que no fue tal porque el joven politólogo terminó yendo por afuera y con magros resultados en la elección para concejales en Rosario. Por su lado, Cavallero también evitó criticar directamente a Artola -para no ponerlo a su nivel en la confrontación- y se cuidó de hacer cualquier mención hacia Bielsa a quien estima por más que no acuerde. Pero sí lo puso en la línea de fuego al diputado Marcos Cléri y nada menos que al jefe de Gabinete Juan Manuel Abal Medina a quienes acusó de querer "meterme candidatos de La Cámpora por la ventana, tres horas antes del cierre de listas".
El peronismo provincial debe también tomar en cuenta que si su disputa más seria de cara al 2015 pasa por el enfrentamiento entre un socialista aliado y un joven dirigente con más peso en la Nación que en este territorio; se enfrenta a un grave problema cuyo principio de solución debería pasar por la asunción de un dato clave: Hoy es la tercera fuerza electoral de la provincia de Santa Fe.
En este panorama nadie tiene dudas de que hay por lo menos dos nombres que se recortan en el horizonte peronista en Santa Fe. Por un lado la mujer más votada en el PJ en los últimos años: María Eugenia Bielsa, y por el otro el diputado nacional Omar Perotti que sigue teniendo la ambición y el prestigio como para ponerse ese saco. Los dos tienen problemas de distinta índole. Bielsa es una mujer valiente y valorada por el electorado pero con serias dificultades para tolerar las cosas que hay que tolerar para un armado de amplia base en el peronismo. Perotti tiene facilidad para reunir voluntades pero su penetración en el electorado provincial, principalmente en el sur, sigue siendo demasiado lenta. Su mesura extrema no colabora demasiado en ese objetivo. Los dos, a su manera, han logrado transitar estos años entre la fidelidad al kirchnerismo y la preservación de los intereses del electorado santafesino.
El otro dirigente que no se lleva bien con ninguno de los dos es el ministro de Defensa Agustín Rossi. Por esos días, en silencio debe estar pensando "vieron que no era yo"; en relación a los resultados electorales de octubre. Es cierto que muchas veces le endilgaron a su figura la performance peronista de los últimos comicios, pero está claro que la crisis es mucho más profunda. ¿Se resignará Rossi a que ya tuvo su turno en Santa Fe?. Es difícil de responder en estos momentos.
Por su lado, Jorge Obeid parece haber hecho el último esfuerzo de su carrera política en estas elecciones. Si bien movió un poco al peronismo en el último tramo de campaña no pudo alcanzar el objetivo de máxima que era poner al PJ en segundo lugar y como verdadero contrincante del Frente Progresista para el futuro. Para muchos, su misión está cumplida, el esfuerzo es valorado.
Lo que resta saber es si Carlos Reutemann, en su apoyo al Frente Renovardor de Massa, sólo buscará la posibilidad de repetir mandato como senador nacional o promoverá alguna candidatura a gobernador en Santa Fe. Ese escenario podría complicar los planes futuros del PRO en este territorio.
Pero aquí este ese fenómeno que ha dado vueltas el escenario provincial. Esa carcajada que recorre los caminos y los pueblos diciéndole a la política, interrogándola feo, poniendo en duda sus programas, las ideas, los proyectos. Esa carcajada que es la de Miguel Del Sel riéndose de la política, de los dirigentes, de sus estrategias, de sus sacos y corbatas. El tipo común que nada sabe pero le creen, pero cuidado, le creen porque es famoso. No a cualquier tipo común se le cree. El crédito se le otorga a la cara conocida y familiar, porque genera empatía y ganas de ser como él. Porque es famoso. Y para reírsele también un poco a la política, es así. Del Sel debería haber devuelto un poco de todo lo que le dieron estudiando algunos de los temas con mayor profundidad y compromiso a la hora de hacer propuestas. Pero, pensándolo bien ¿para qué?, no es eso lo que esperan de él. Lo que esperan de él es que los haga reir, de la política, de todo.
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