Lunes, 16 de diciembre de 2013 | Hoy
OPINIóN › SIETE DíAS EN LA CIUDAD
El año político cierra en la provincia y en la ciudad con claros gestos de los partidos de oposición hacia los Ejecutivos. Por un lado, el tratamiento express del Presupuesto 2014 para Santa Fe y por el otro las fracturas que dejó expuestas el debate por el aumento del boleto en el Concejo rosarino.
Por Leo Ricciardino
Sobre el final de los períodos legislativos ordinarios en la provincia, tanto en la Legislatura como en el Concejo Municipal de Rosario; se produjeron hechos relevantes que mostraron con crudeza el rol clave de los opositores en la marcha de las decisiones de gestión. Sabida y ponderada es la relación que construyó el gobernador Antonio Bonfatti desde la inédita posición institucional de la minoría en el partido del gobierno en ambas Cámaras. Por eso es casi automático el traslado en espejo hacia la situación de Rosario y la comparación con el duro tránsito de la intendenta Mónica Fein hacia el diálogo con los opositores en el Palacio Vasallo. Consultado sobre las posibilidades de estas asimetrías, un alto funcionario local no dudó: "No tenemos aquí los recursos que tienen en la provincia", dijo. No hizo falta abundar a qué recursos se refería porque es lógico suponer que hablaba de los incrementos que han tenido en la Legislatura -sobre todo los senadores- para desarrollar volúmen político en sus territorios en base al reparto de los famosos subsidios.
Si bien es cierto, (en este mismo presupuesto 2014 aprobado en forma express esta semana se contemplan incrementos de casi el 86 por ciento para los fondos de uso discrecional de legisladores -aunque tienen que rendir cuenta de ellos-); se supone que algo de "política" hay en el medio. Entendiendo la política como el arte de los acuerdos y consensos que permitan arribar a soluciones para los ciudadanos. Entonces, Bonfatti dialoga y Fein no? o Bonfatti sabe dialogar y Fein no?. O también, las oposiciones que tienen ambos son distintas?. Es difícil encontrar una respuesta concreta. Es claro, se está hablando de política y eso siempre implica graves subjetividades.
En las últimas horas el diputado nacional Omar Perotti (FpV) aseguró que el peronismo provincial "tuvo una generosidad con el gobierno socialista que no se ve en otro lado". Y si bien aclaró no ser partidario de una oposición salvaje, sí admitió que al PJ le cuesta la oposición porque "estamos acostumbrados a ser gobierno" y entonces cada tema se analiza "como si aún estuviéramos en la gestión". Es otra punta para analizar, pero como sea el justicialismo entiende que dejar sin argumentos de obstruccionismo al Ejecutivo provincial, es también parte de una estrategia. Supone -y el tiempo dirá si así es- que hay un sector importante de la sociedad que va a valorar el perfil de un PJ más "civilizado". Que el electorado santafesino ha mutado mucho sobre todo en las grandes ciudades y que no hay lugar para obtener réditos a través de las estridencias.
De todos modos, es el mismo Perotti el que sugiere un cambio gradual en el rol opositor del peronismo porque "desde la crítica a lo que entendemos que no está bien estamos representando a un importante sector que no votó por el socialismo" y también "vamos orientando la provincia hacia el lugar que nuestro partido entiende que debe direccionarse". Claro, hay un detalle que olvida el dirigente y es el grado de dispersión que tiene el peronismo santafesino, algo que también le facilita al oficialismo el hallazgo de caminos, todo el tiempo, para negociar desde una posición de mayor fortaleza.
En Rosario la intendenta Fein, salvo contadas excepciones, no pudo llegar a grandes acuerdos con los concejales de la oposición. Allí se apunta en varias direcciones. Por un lado, al jefe de la bancada socialista (Manuel Sciutto) que por perfil o autonomía partidaria, no ha tenido nunca el despligue que le requería su cargo para un oficialismo en minoría. Por otro lado, la situación interna del propio socialismo que dejó al presidente Miguel Zamarini casi abandonado a su propia suerte dentro del recinto. Con lo cual, la experiencia y el instinto de supervivencia política lo arrojaron a los brazos de otros sectores en los que encontró protección y número como para permanecer en su sillón.
Por otro lado, la propia gravitación política de experimentados dirigentes como Héctor Cavallero y Jorge Boasso -por citar algunos-, tornaron muy difícil los entendimientos por fuera de los intereses de esas referencias políticas.
Pero también es cierto que el oficialismo no abunda en gestos a la hora de "cuidar" a su aliados. El demoprogresista Aldo Poy se cansó de hacer la venia y que lo traten sólo como a un ex futbolista y la joven promesa radical Martín Rosúa entró fortalecido después de la primaria que lo depositó en un lugar expectante en la lista que encabezó Miguel Cappiello que, hay que decirlo, le hubiese ahorrado mucho trabajo al Frente Progresista si hubiese obtenido un mayor caudal de sufragios.
Ante la ausencia de referencias de mayor cintura dentro del Palacio Vasallo, el Ejecutivo se animó por el camino que les mostraba la radical aliada Daniela León. Ahí empezaron los problemas cuando en medio de la jungla de bancas muchos creyeron ver la luz que emanaba de ese joven rubio y lleno de entusiastas ambiciones llamado Rodrigo López Molina. "Roy" para los amigos del PRO. Las cosas no salieron bien y los muchachos del macrismo terminaron siendo una pesadilla para el socialismo que tardaría mucho tiempo en explicar hacia afuera y hacia adentro ese tipo de compañías.
Como sea, es posible entender que la única amalgama capaz de sobreponerse sobre un escenario fragmentado es la propia intendenta Fein. No serán sus delegados los que puedan modificar este rumbo sino su propia gravitación política. La titular del Departamento Ejecutivo sabe que empiezan dos años clave para su gestión y, por ende, también para su futuro político. Quizás ubicada más lejos de los altibajos que hay en las rencillas en las alturas de su partido, tenga una mayor libertad para operar sobre la compleja coyuntura rosarina.
Su candidatura que surgió como síntesis de la fractura que ya no pudo disimular el socialismo a nivel provincial; la ubicó cosechando más del 50 por ciento de los votos. Su perfil puede darle otra proyección para ubicarse en el camino que la deposite en la reelección de su cargo. La misma que han tenido Héctor Cavallero, Hermes Binner y Miguel Lifschitz. El primer paso se ha dado, cuando quedó claro que el ex ministro Cappiello (que en el medio de la campaña no ocultó sus aspiraciones de postularse como intendente un día), no cubrió las expectativas electorales de las que había sido depositario. Cuando quedó claro que no es tan sencillo construir una oferta electoral contundente, en una ciudad que viene fragmentando cada vez más su voto.
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