Martes, 21 de junio de 2016 | Hoy
Por Sonia Tessa
Desde temprano, periodistas y funcionarios políticos ponderaban que el de ayer era un Acto del Día de la Bandera despolitizado. Lo repetían entrevistados eventuales que no podían acercarse al patio cívico del Monumento, por las vallas, pero estaban contentos de que no estuviera "La Cámpora". La impronta de cuidada escenografía con globos blancos y celestes tenía como principal objetivo marcar una diferencia con los actos del Día de la Bandera en los que la ex presidenta Cristina Fernández de Kirchner se dirigía -especialmente- a la militancia kirchnerista. Sus discursos del 20 de junio -y el del bicentenario de la creación de la Bandera, el 27 de febrero de 2012- siempre traducían la figura y los postulados de Manuel Belgrano en función de un proyecto político actual. Y eso les molestaba a miles de rosarinos que no estaban de acuerdo con esa interpretación en presente del pasado. Con todo el respeto a la diversidad de opiniones, y en clara conciencia de que aquellos actos hirieron más susceptibilidades de las aconsejables, es también necesario expresar que es una falacia que ayer no hubo un acto político del 20 de junio. El acto que encabezó el presidente Mauricio Macri en el Patio Cívico del Monumento fue profundamente político. Y no sólo porque más de 5000 niños fueron alentados a corear dos veces el "Sí se puede", una consigna partidaria de campaña inocente sólo en apariencia.
El acto de ayer fue profundamente político porque Macri vino a decirles a los rosarinos, en el día de la Bandera, que su intención es refundar la patria de acuerdo con intereses e ideales muy concretos. Habló del cambio que propone para el país, ése que el 51 por ciento del electorado votó el 22 de noviembre pasado. Y ese cambio es político. Legítimo desde el momento que ganó las elecciones. Así lo hizo saber el presidente cuando habló de la "cultura del trabajo", una descripción con la que es difícil estar en desacuerdo en abstracto, pero que el presidente usa en contraposición con las políticas de distribución de ingreso del gobierno anterior, y es un guiño para quienes sostienen quienes hablan de "choriplaneros" y "lxs que no quieren laburar". Y así invisibilizan el trabajo en negro, la explotación laboral, la falta de políticas educativas equitativas.
El acto y el discurso de ayer fueron profundamente políticos porque Macri repitió lo que dice desde que asumió: que "esto" es todo lo que se puede hacer, que sólo se puede gobernar con tarifazos, transferencias de ingresos hacia quienes más tienen para alentar "inversiones", devaluación del trabajo para ser competitivos. Que cualquier otra experiencia de gobierno debe ser olvidada y también invalidada. Y por eso, más tarde, cuando terminó el acto y fue a saludar a Canal 3 por su 51 aniversario, Macri dijo que su gobierno venía a demostrar que podían ser "servidores públicos y no saqueadores públicos". Todo en la línea de subsumir una experiencia de 12 años a la pobre expresión de la corrupción.
Y decir que el acto fue para "todos" los rosarinos también es una falacia. Evidente en el vallado que impedía acercarse a 300 metros del Monumento, y que mostró una postal tan distinta a la de aquel acto del 20 de junio de 2003, el primero de Néstor Kirchner como presidente. Evidente en la represión de Gendarmería. Pero sobre todo porque negar los conflictos es olvidar, también, la puja de intereses constitutiva de la historia del país. Es negar que en 1812, a Manuel Belgrano el Triunvirato le impidió la creación de la bandera. Que una buena parte de la oligarquía porteña no quería declarar la independencia.
Desde el principio de la patria hubo conflictos de intereses. Ni Belgrano ni José de San Martín los negaban o desconocían. Al contrario, ellos se la jugaron por un proyecto político.
La patria es algo más complejo que sumar el esfuerzo de todos. Un eslogan fácil de digerir, pero que debe ser desbrozado en función de las políticas que se ponen en marcha. ¿El esfuerzo de todos para qué, con qué objetivo, para qué tipo de estado?
Macri encabezó su primer acto del 20 de junio como presidente de la Nación. Lo hizo en un Monumento aislado, vallado, con manifestaciones contra lo que propone como "sinceramiento" de la economía. Que haya obtenido la mayor parte de los votos no le da carta libre para negar esas manifestaciones, para acallarlas. El alto porcentaje de aprobación que mantiene según las encuestas tampoco es una excusa para reprimir a quienes se movilizaron con la Multisectorial contra el Tarifazo. El concejal del Frente para la Victoria, Eduardo Toniolli, fue herido en la cabeza. Que además de ser un dirigente opositor sea hijo de un desaparecido es algo más de un detalle, que vale la pena recordar. Si todo eso se suma en el balance de la jornada, habrá que decir que el 20 de junio de este año fue profundamente político. Tanto como los tan repudiados aquellos en los que la presidenta Cristina Fernández de Kirchner decía a viva voz cuáles eran las ideas de Belgrano que venía a reivindicar.
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