Lunes, 2 de octubre de 2006 | Hoy
OPINIóN › 7 DÍAS EN LA CIUDAD
Mientras los taxistas se nieguen a considerar la instalación de un sistema que permite sacar el dinero de abordo, difícilmente se pueda encarar una solución integral para el tema de la seguridad. Los usuarios están afectados por otro paro de un servicio público y quedan como rehenes de una polémica que, ante la falta de consensos, promete instalarse eternamente.
Por Leo Ricciardino
Otra vez la ciudad paga las consecuencias de la sistemática inseguridad a la que está expuesto el servicio de taxímetros en Rosario. Sin servicio hasta las primeras horas de hoy, en principio, por el paro sorpresivo que dispusieron los choferes por los violentos ataques del fin de semana, en una seguidilla de hechos que arrancó el viernes por la noche y siguió la madrugada del sábado.
Esta vez el secretario general del Sindicato de Peones de Taxis, Horacio Boix, hizo un esfuerzo por trasladar la problemática de la inseguridad a la sociedad toda. Consciente, tal vez, de que las últimas medidas intempestivas habían comenzado a aislar demasiado al sector que, víctima de un problemática que no le es exclusiva, somete a la ciudadanía entera a la falta de un servicio vital. Por eso es que el dirigente declaró a Rosario/12 el fin de semana que "si no nos dejaran solos en este reclamo, si nos acompañara toda la sociedad, esto se solucionaría más rápido".
Viendo las estadísticas es difícil saber si los taxis en su conjunto sufren más robos que los comercios o las personas en la ciudad. Pero no hay que analizar mucho para comprobar que efectivamente son un sector muy vulnerable. El problema es el entendimiento con las autoridades. Ya la semana anterior habían recomenzado ese penoso periplo de cónclaves y deliberaciones que terminan siempre en la nada, a veces por la falta de ingenio de los funcionarios y otras por la negativa reiterada de los choferes de incorporar nuevas medidas de seguridad.
Ya se dijo la semana pasada en esta misma columna, lo único que quieren los choferes son más policías en las calles, creyendo que pasa por la saturación policial su protección. Cubrir todo el territorio de la ciudad y, aún, sólo las denominadas "zonas conflictivas", sería una tarea titánica.
¿Por qué los taxistas se niegan a probar sistemas que saquen el dinero de las unidades? Es un misterio que no tiene una única respuesta. Pero lo cierto es que hay por lo menos un centenar de taxis en Rosario que están probando con un sistema de posnet abordo, y con bastante éxito.
Si la solución para los robos a los colectivos del transporte urbano de pasajeros fue la tarjeta magnética, ¿por qué no lo sería para los taxis? Un sistema prepago exclusivo para taxis sería complejo porque no hay una tarifa única como en los colectivos, pero por eso el pago con tarjetas de crédito o débito en una sociedad que está ampliamente bancarizada, sería una solución posible.
Por ahora, estas son razones que no se entienden entre propietarios y choferes de taxis que están enfrentados nuevamente a una ola de delincuencia que los somete a un peligro constante en su trabajo diario.
Por lo menos, esta vez, se ha notado desde el sindicato un esfuerzo por abarcar a toda la sociedad en la denuncia de esta problemática. Pero está claro que los reclamos de los taxistas están directamente relacionados con su posibilidad inmediata de nuclearse y formar grupos compactos y homogéneos a la hora de las peticiones a las autoridades.
Francamente, los funcionarios ya no tienen muchas más repuestas para explicar lo que pasa, ni más promesas para hacer. Pero tendría que haber también otro tipo de predisposición de parte de los choferes y dueños de licencias de taxis para, al menos, probar sistemas que eviten el manejo de dinero abordo de sus autos. Pretender otra realidad para ellos, sería lo mismo que alguien pudiera asegurarle al kioskero o la ama de casa que sale a hacer las compras, que no sufrirá ningún delito en las calles de Rosario, mientras desempeña sus actividades.
Como ese escenario es imposible, habrá que probar con otros. Y para eso el único camino posible es el consenso.
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