Domingo, 19 de noviembre de 2006 | Hoy
OPINIóN › PANORAMA POLITICO
Por Pablo Feldman
Pasada la tensión de las horas siguientes a la tormenta que azotó a Rosario, habrá tiempo para establecer qué cosas estuvieron bien y cuáles mal. Los techos de fibrocemento en las viviendas construidas por la provincia, las tardías podas del arbolado público por parte de la Municipalidad, las demoras de la EPE en restablcecer el servicio, la saturación de líneas de Telecom y otras tantas falencias -con el atenuente de un fenómeno sin precedentes- merecen atención para evitar -ante la eventualidad de otra tormenta de semejante magnitud- que se repitan los estragos.
Por ahora, y gracias a un prolijo trabajo de relevamiento de datos y reparto de materiales, esa tensión -que tuvo su pico mas alto la noche del jueves- va cediendo. Y no únicamente por el aporte de chapas, tirantes, frazadas y colchones -fundamentales a la hora de dar una respuesta material- sino por la actitud de quienes condujeron la emnergencia.
Tanto la vicegobernadora María Eugenia Bielsa -a cargo del Poder Ejecutivo por ausencia de Jorge Obeid, en Italia- como el intendente Miguel Lifschitz, estuvieron donde tenían que estar en el momento que debían estar. Esto es en contacto directo con los vecinos de las zonas más perjudicadas, poniendo la cara y dando respuestas.
Para eso fue importante la velocidad de la respuesta del gobierno nacional que la misma noche del meteoro -el miércoles a las 23- merced a una discreta gestión del diputado Agustín Rossi -que hizo equilibrio en su rol de jefe de la bancada oficial y precandidato a gobernador-, despachó camiones con chapas y tirantes que el jueves reforzaron las primeras entregas de asistencia a los damnificados, en la zona de Santa Lucía y villa Banana.
Tal vez, de haberle dado "más juego" a las agrupaciones que hacen trabajo de base -como Barrios de Pie, para citar un ejemplo- se hubieran mejorado algunas situaciones que afortunadamente fueron contenidas por los funcionarios municipales.
En ese sentido, y contrariando la andanada de mensajes telefónicos que puestos al aire en la radios locales reclamaban "la policí o Gendarmería para levantar los piquetes", ni el intendente ni la vicegobernadora -que en rigor era la responsable de una eventual orden policial- sucumbieron a esa presión y optaron por mandar agentes de tránsito y policías a ordenar -a duras penas- el tránsito y los desvíos.
"Es comprensible que la gente, en la desesperación, quiera llamar la atención de este modo", dijo el viernes temprano por Radiofónica el intendente Lifschitz, cuando se multiplicaban los piquetes y luego de que la noche anterior hablar no menos de dos veces con el presidente Néstor Kirchner quien -sin intermediarios- levantaba el tubo para seguir el curso de los acontecimientos.
Si hubo una situación de corte justificado, fue sin dudas la vivida en las últimas horas. En ese sentido es muy difícil que quienes reclamaban su derecho a "la libre circulación" se hagan cargo de lo que significa ver perforarse los techos de la vivienda, inundarse la casa, quedarse sin luz, y no poder salir por temor a que le vaciaran lo poco que quedaba dentro.
Anteayer, de regreso de Bolonia, Obeid reasumió sus funciones y se reunió con Lifschitz en su residencia en Rosario. Coincidieron en el diagnóstico y en la estrategia para salir de esta crisis.
Sin dudas, para los santafesinos -de la ciudad capital- afectados por las inundaciones, lo que pasó en Rosario puede parecerles apenas un percance. Sin embargo en la ciudad se vivió como uno de los peores acontecimientos de los últimos tiempos.
No solo por la cantidad de afectados -en diferentes medidas y con distintos recursos- sino por el temor a un desborde social, siempre lantente desde 1989, cuando Rosario fue noticia por "hacer punta" en los saqueos que precipitaron la salida del gobierno de Raul Alfonsín.
Quienes hayan vivido en Rosario desde entonces hasta hoy, recordarán los dias de la caída de Fernando De la Rúa, la marchas por los ahorros acorralados, la violencia del 19 y 20 de diciembre, la angustia de esas horas, y la sensación de vacío y de transitar a la deriva.
La gran diferencia que pudo advertise esta vez, es que ante la crisis hubo respuesta de la clase politicia.
Tal vez hayan errado en mucho de lo anterior -algunos ejemplos señalados en el primer párrafo de esta nota- y sigan fallando en otros temas tan importantes como la salida de esta situacion.
Pero es una buena oportunidad para intentar recuperar parte del terreno perdido frente a la ciudadanía.
Esta vez "hicieron algo", como se les reclama permanentemente.
Podrá decirse que se hizo ahora "porque no se hizo antes", como lo destacó un dirigente barrial. Es cierto, y hasta es probable que en el futuro muuchas de las cosas que deberían hacerce terminen postergadas hasta otra emergencia.
Pero aún así y viendo las miserias que rodean las campañas prelectorales, los cálculos de algunos rufianes que especulan con las necesidades elementales del pueblo, y la displicencia con que se han manejado los recursos en otros territorios -inclusive en Santa Fe en los dias del desborde del Salado-, la respuesta de quienes se pusieron al frente de la situación fue la que debía ser.
Nada más y nada menos.
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