Es difícil imaginar las preocupaciones de un gobernante que tiene más del 52 por ciento de las preferencias del electorado de cara a los próximos comicios. Pero Miguel Lifschitz hoy poco piensa en las encuestas que lo ubican renovando su mandato de cuatro años con un margen de comodidad envidiable y con el rival más próximo a más de 30 puntos de distancia. Lifschitz piensa hoy, casi con exclusividad en los médicos autoconvocados que han puesto en jaque al servicio de Salud, obligándolo a sacrificar a una funcionaria y con pocas chances de ceder ante una negociación que no se acerque realmente a los reclamos de los profesionales.

El intendente de Rosario ha pasado por momentos duros, sólo en relación con los fenómenos meteorológicos que pusieron en emergencia a la ciudad, pero no tuvo hasta ahora una agenda que le complicara la gobernabilidad. Pero ésta movida gremial por afuera de las estructuras tradicionales del sindicalismo, lo desconcierta y enoja. A tal punto que por primera vez en su gestión se lo ve con el semblante y el discurso duro, esquivo en las concesiones y en las declaraciones a la prensa.

El viernes, tras la dura respuesta de los médicos a la última propuesta del secretario Cappiello (96 horas de paro a partir de mañana), se lo escuchó enigmático al intendente que prometió un anuncio sobre el conflicto para hoy. Adelantando sólo que "no se trata de una propuesta que incluya más dinero. Más dinero no hay y punto", dijo cortante.

Así que las expectativas están puestas en ese anuncio cuyo escenario es ya a esta altura, el de un enfrentamiento indisimulable. La tensión fue en aumento desde el viernes cuando convocó a una reunión ampliada del gabinete al que tuvo a tiro de celular durante casi todo el fin de semana.

Qué saldrá de esas reuniones fuera de horario, se sabrá recién hoy. Pero lo que no se duda es que será un emplazamiento a los huelguistas para que depongan su actitud o incluso se barajó la posibilidad de suspensiones o contratos con reemplazantes.

No hay quien convenza a Lifschitz por estas horas de que la movida responde también a intereses propios de la dirigente Lucía De Vincenti, candidata en una lista para las próximas elecciones de ATE, el gremio donde este duro núcleo sindical encontró cobijo cuando dio un portazo al sindicato de municipales y también a la Amra de los médicos estatales.

Más allá de lo que esté pergeñando el Ejecutivo, una cosa es segura en esta disputa: Cuando se va por todo, se puede perder todo. Y esta es la principal diferencia en las luchas gremiales, la manera de entrar y salir de los conflictos llevándose un pedacito en cada negociación. Hay sectores que desdeñan esta metodología y repudian por eso a las cúpulas "burocráticas" de algunos sectores gremiales. Y en ese análisis optan por la negociación frontal al todo o nada. Claro, esta metodología siempre es más sencilla cuando el empleador es el Estado, lo que da una estabilidad laboral que permite la corajeada.

Como sea, el reclamo de 2500 pesos para un médico con carga horaria semanal de 24 horas, si bien puede ser legítimo, se construyó de golpe y queda lejos de los 1700 que se cobran hoy. Aparte, como lo dijo Cappiello en un momento "hay que tener en cuenta que un profesional puede cumplir esa carga horaria trabajando un solo día en la semana". Puesto así, es difícil compararlo con las ocho horas diarias de un chofer de colectivos que también gana 2500 pesos, en una semejanza que se utilizó mucho en estos últimos tiempos del conflicto.

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