UNIVERSIDAD › MARIO BUNGE DISERTó EN ROSARIO SOBRE SU LIBRO "FILOSOFíA PARA MéDICOS"
El filósofo y epistemólogo consideró que la medicina es "una disciplina riquísima que no podía dejar de tener elementos filosóficos", y reiteró sus críticas a las seudociencias, alimentadas por filósofos que "no creen en la razón".
› Por Claudio Socolsky
El filósofo y epistemólogo Mario Bunge ofreció en Rosario una serie de conferencias, auspiciadas por la Universidad Nacional de Rosario (UNR) y la Facultad de Ciencia Política y Relaciones Internacionales, en las que abordó diversas temáticas. Una de ellas, realizada el pasado jueves en el Espacio Cultural Universitario (ECU), trató sobre su último libro titulado "Filosofía para médicos", publicado por Editorial Gedisa. En diálogo con Rosario/12, Bunge dijo que siempre le intrigó "el problema del diagnóstico médico, me di cuenta de que es un problema inverso, va del efecto a la causa, por lo tanto no hay reglas para resolverlo, cada problema hay que tratarlo independientemente de los demás. Es un problema descuidado por los filósofos contemporáneos que debía ser tratado en profundidad". En un auditorio colmado, no solamente por médicos; Bunge, de vitales y asombrosos 93 años, hizo un repaso de la historia de la medicina en los últimos dos siglos. Allí, intercaló reflexiones sobre el diagnóstico, la terapia, la farmacología, y la aparatología, aunque sin privarse de lanzar sus habituales críticas a los filósofos posmodernos y las pseudociencias.
Al comienzo de su exposición en el ECU, donde hizo una breve referencia a la medicina china, Bunge precisó que la anatomía y fisiología humana fueron los dos pilares en las que se asentó la medicina moderna. "Más adelante vinieron otros descubrimientos biológicos que fueron enriqueciendo a la medicina", planteó el filósofo, para quien los hospitales de París en el 1800 eran un modelo de medicina moderna, aunque no se hacía experimentación. "Los primeros estudios fisiológicos fueron los de Claude Bernard, el padre de la medicina experimental; a partir de entonces, la medicina creció en forma exponencial, junto con la farmacología", agregó.
El filósofo recordó que el primer producto sintético de la industria farmacológica fue la aspirina, en 1899. Desde entonces, aumentó enormemente el número de productos. El padre de Bunge era médico y su madre enfermera. "En el botiquín de casa había entre 10 y 15 drogas, pero casi ninguna servía para nada. Para los males del sistema gástrico solía darse un medicamento que tenía cloruro de mercurio, para dolores de distintos tipos se daban opiaceos, muy peligrosos. Había pocos medicamentos eficaces; la quinina, para el paludismo, y la aspirina para todo lo demás. Las cosas cambiaron radicalmente con la invención de la insulina y la penicilina". En este sentido, destacó el aporte del médico y farmacéutico argentino, Bernardo Houssay, quien contribuyó decididamente en el progreso de la medicina.
"La medicina científica --continuó Bunge-- fue producto de la convergencia de la biología básica con la química básica, la farmacología, la física. Los instrumentos que usan los médicos actualmente fueron diseñados por médicos, ingenieros y físicos; en suma, la medicina hoy es una interdisciplina, en la que se hace ciencia básica, ciencia aplicada, y finalmente técnica, cuya característica es la invención de artefactos".
Para el filósofo argentino, radicado en Canadá desde 1966, la medicina es "una disciplina riquísima que no podía dejar de tener elementos filosóficos. Detrás de los síntomas visibles hay que buscar signos objetivos, quienquiera que haga una diferencia entre síntoma y signo, se desprende de la filosofía de Kant, para quien en el mundo no había más que apariencias". Bunge consideró que el filósofo alemán "no hubiera apoyado la medicina moderna, la hubiera desechado. Ustedes saben que hay enfermedades que no tienen síntomas, como la hipertensión, llamada la asesina silenciosa, o la acariosis que afecta a uno de cada cuatro habitantes del planeta".
Bunge dijo que el síntoma es un indicador muy antiguo porque hay muchas enfermedades que comparten un mismo síntoma y tienen muchas causas posibles. "El médico que acepta, que da por descontado que el mundo existe sin que él lo piense, adopta la filosofía realista a la que se opuso Berkeley en 1710, y de la que salió gran parte de la filosofía de Kant. El médico que pide un análisis de sangre para detectar alguna enfermedad que no es visible a simple vista, sin quererlo, está refutando a Kant", abundó.
Por otra parte, destacó que el problema más difícil, conceptualmente, es el del diagnóstico. "Suele llamarse un problema inverso, va de los efectos a las causas. Nosotros no percibimos las causas de esos síntomas, hay que buscar, imaginar, realizar análisis. Los síntomas son ambiguos. Ese es uno de los motivos por los cuales hay tantos diagnósticos errados, no es que los médicos sean incompetentes, es que el problema es difícil, lo mismo sucede con las terapias. Los problemas inversos son difíciles en medicina, como lo son en matemática, en física o en ingeniería".
El avance de la farmacología, ayudada por la tecnología, fue otra de las temáticas abordadas por Bunge durante su conferencia. "Hoy la medicina dispone de mil drogas más o menos eficaces", precisó Bunge. De todos modos, el filósofo criticó a la industria farmacológica al considerar que "las pruebas químicas, por cuidadosas que sean, siempre son susceptibles de error. Los sujetos seleccionados por las compañías farmacéuticas para hacer pruebas en masa son cobayos profesionales, gente cuya única fuente de ingresos son los honorarios que pongan las compañías; gente sin recursos y sin familia que ya ha sido envenenada con una cantidad de drogas y que no puede protestar si le pasa algo".
Chamanes y Posmodernos
"Basta saber que la mitad de los enfermos en Estados Unidos recurren a chamanes, la otra mitad recurre a médicos", planteó Bunge como prólogo a sus habituales críticas a las pseudociencias, alimentadas por filósofos que "no creen en la razón, que no creen en las ciencias; filósofos posmodernistas, los nietos de Nietzche y Hegel, que son netamente anticientíficos, y por eso mismo muy populares en la Argentina porque son más fáciles de aprender que las otras; sobre todo cuando ya se enseñan en primer año". Para Bunge, "es una manera de decir que no todas las filosofías son propicias al avance de la ciencia, son enemigas del conocimiento". El filósofo dijo que la mitad de las escuelas médicas norteamericanas había cursos o posgrados de homeopatía, acupuntura, quiropraxis, y medicina espiritual.
"Hoy existe una carrera de Medicina Narrativa, según la cual es importante que se haga psicoanálisis para aprender a ser empático; sostiene también que es importante que el médico escriba historias clínicas primorosas. También hay muchos médicos que proclaman la necesidad de hacer medicina espiritual, los médicos no están a salvo del chamanismo que, a propósito, se funda sobre una hipótesis filosófica", explicó Bunge. "Se dice del campesino mexicano que cuando se le enferma la vaca, llama al veterinario; pero cuando se le enferma la mujer llama al chamán, porque si está enferma es por efecto de algún hechizo", concluyó.
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