UNIVERSIDAD › LA UNR EN LA ORGANIZACIóN PARA LA PROHIBICIóN DE ARMAS QUíMICAS.
Las armas químicas fueron utilizadas en grandes cantidades en la primera guerra mundial y hay países que aún cuentan con grandes arsenales. Si bien hay compromiso de no usarlas éstas constituyen un gran peligro por posibles desastres para la salud y el medio ambiente.
› Por Silvana Di Stefano
Los docentes e investigadores de la Facultad de Ciencias Bioquímicas y Farmacéuticas de la Universidad Nacional de Rosario (UNR), Alejandra Suárez y Rolando Spanovello, forman parte desde el 2003 de la Organización para la Prohibición de Armas Químicas (OPAQ) que vela por el cumplimiento de la Convención que establece, no sólo la prohibición del desarrollo, producción, almacenamiento y empleo de armas químicas, sino que controla el proceso de destrucción previsto del conjunto de los arsenales de armas químicas preexistentes a la entrada en vigor de la misma. "La destrucción de los arsenales químicos es un punto de fundamental importancia en el contexto internacional ya que, a diferencia con otras convenciones sobre armas nucleares y biológicas, avanza sobre el tema de su completa eliminación estableciendo un cronograma definido para este tipo de desarme", explicó Suárez. "Nuestros trabajos apuntan desarrollar nuevos compuestos y metodologías para mejorar la calidad de vida de las personas, a través del desarrollo de métodos y productos más seguros que permitan salvaguardar la integridad del planeta para las futuras generaciones", agregó.
Las armas químicas se dispersan en forma de gas, líquido o sólidos y pueden infligir fácilmente daños a otros seres, más allá del objetivo enemigo ya que una vez que se expande su acción no hay forma de controlarla. "Algunos ejemplos de productos químicos que han sido utilizados con estos fines son cloro, cianuro, gas mostaza y otros compuestos que atacan el sistema nervioso central o producen diferentes tipos de ulceraciones. Algunos de estos compuestos fueron desarrollados con fines diversos dentro de programas para generar productos pesticidas, agroquímicos; pero accidentalmente se descubrieron sus efectos sobre el sistema nervioso central", detalló Spanevello.
Las armas químicas fueron utilizadas en grandes cantidades en la primera guerra mundial y hay países que aún cuentan con grandes arsenales. "Si bien están comprometidos a no usarlas estas siguen constituyendo un gran peligro dado que su incorrecta manipulación puede causar graves desastres para la salud humana y el medio ambiente", indicó Suárez, quien recordó a modo de ejemplo, el atentado en el subterráneo de Tokio el 20 de marzo de 1995, cuando un grupo terrorista miembro del culto Aum Shinrikyo liberó una solución diluida en gas sarín provocando la muerte de 12 personas y la hospitalización de muchas más que transitaban por esa zona.
En la Argentina no existe reservorio de armas químicas como en ningún país de Sudamérica. La realidad cambia en países como Rusia y Estados Unidos que paulatinamente están destruyendo sus almacenamientos, y el caso de Albania que ya terminó de destruirlos. "Este proceso de destrucción implica la construcción de instalaciones y desarrollo de procedimientos altamente sofisticados y muy específicos para la destrucción", planteó la docente.
Suárez agregó que muchas armas químicas, por su obsolescencia, son peligrosas en la manipulación y por lo tanto se requiere de cámaras especiales donde se las hace estallar. "Una vez producida la explosión se debe transformar al producto químico liberado en una sustancia inocua, siendo esta última etapa la fase más compleja del proceso. En algunos casos esta transformación y el desecho de los residuos no puede efectuarse en el mismo lugar, generándose un potencial problema ambiental durante su traslado".
La OPAQ, que controla el comercio mundial de sustancias químicas, esta compuesta por comisiones. Una de ellas es el Consejo Consultivo Científico, integrado por especialistas de 25 países que van rotando y en el que Suárez desde setiembre es la vicepresidenta. Además, la docente forma parte de un grupo de trabajo temporario que se creó con el fin de promover educación y divulgación de la ciencia y la técnica. "El trabajo de este grupo es hacer que en el dominio popular y en la gente que esta relacionada con la química se tome conciencia de las implicancias que tiene pertenecer a un país que está bajo la convención, además de promover el uso pacífico de las sustancias químicas", señaló.
Por su parte, Spanevello participó del Consejo desde el 2003 hasta el 2009 y actualmente participa en una comisión asesora de la Autoridad Nacional Argentina (ANCAQ), encargada de la implementación de la Convención en el territorio nacional, como enlace del Ministerio de Ciencia Tecnología e Innovación Productiva de la Nación. Uno de los objetivos de esta comisión es desarrollar material de difusión sobre la Convención de Armas Químicas y la función de la OPAQ a nivel industrial y académico, y de los conceptos e implicancias éticas profesionales.
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