CIUDAD › ALEIDA GUEVARA MARCH, LA HIJA MAYOR DEL COMANDANTE CHE GUEVARA
De los cuatro hijos del Che es la que tiene el más alto perfil y, también los ojos de su padre en aquella famosa foto de Korda. La doctora Aleida Guevara March reconoce que los recuerdos sobre su padre como hija "son muy oscuros, apenas unos destellos". Pero desde muy chica sabe lo que su padre fue y es para Cuba y para el mundo entero. Aquí lo cuenta en detalle.
› Por Alicia Simeoni
"Doctora, doctora...sin perder la ternura jamás". Aleida Guevara March, la mayor de los cuatro hijos que el Che tuvo con la revolucionaria cubana Aleida March es la voz pública de la familia y cuenta, a modo de anécdota, la observación que le hizo una colega ante su enojo con la mamá de uno de sus pacientes. La referencia fue uno de los más populares pensamientos de su padre: "Endurecerse, sin perder la ternura jamás". Camilo, Celia y Ernesto, los otros tres hermanos, tratan de tener el perfil más bajo posible, no hablaron en los actos y tampoco con el periodismo. "No es su deseo", comenta Aleida, de quien sí puede decirse que no es sólo portadora del apellido de ese hombre cuya figura, acción y pensamiento cautiva y encuentra seguidores en millones de personas de toda la humanidad. Ella es una profunda conocedora del pensamiento marxista que su padre estudió cómo aplicar en Cuba. El viernes inauguró en la sede de Gobierno de la Universidad Nacional de Rosario el encuentro de las cátedras internacionales Ernesto 'Che' Guevara, participó y habló en muchísimos espacios, grandes y pequeños que se armaron en la ciudad para celebrar los 80 años del nacimiento de su padre. Respetuosa de la forma en que cada país resuelve sus conflictos, y también el actual que se originó en la alianza entre terratenientes ruralistas y pequeños y medianos chacareros y el gobierno nacional, al que se sumaron los transportistas, condena con fuerza las imágenes que vio sobre el derrame de leche. "No tiene justificación, ni siquiera se puede hablar con tranquilidad del tema sino que te da un ataque de genio. Qué clase de seres humanos son cuando hay tantos niños que la necesitan. Sólo les importan sus malditos bolsillos". Aleida Guevara cuenta que con el poco tiempo que tenía su padre se hizo querer y propone que quien conozca el pensamiento de su padre trabaje para que sea adaptado a la realidad cotidiana aprovechando al máximo su creatividad.
Aleida Guevara tiene 47 años, es pediatra y alergista y con su madre trabajan en las nuevas ediciones de las obras de Guevara. "Mamá esta bien, ella acepta que tiene 70 años, nada más, sólo que le duelen un poco las rodillas". Aleida March ha sido una figura muy fuerte en la conformación familiar, sobre todo a partir que el Che salió de Cuba rumbo a Bolivia y ya no regresó. Su hija mayor dice pudieron transitar la vida y que cada uno hizo su proceso individual. -Camilo y Ernesto son abogados y Celia que ayer, en el mismo día del cumpleaños de su padre -o en realidad el mismo día en que fue anotado en el Registro Civil de Rosario porque había nacido un mes atrás- cumplió 45 años. Ella es médica veterinaria especializada en mamíferos marinos.
-¿El Che volvió a casa como dice la convocatoria para participar de todas las actividades de estos días? Tiene idea que la mayoría de los rosarinos no conocen el pensamiento de su padre.
-Sí, claro, pero también en la consigna o en el slogan, como se quiera, que se empleó para anunciar las actividades por los 80 años de papá hay algo positivo. Fijate que la imagen de mi padre ha sido súper utilizada y muchas veces a nosotros nos molestó y nos dolió, pero mucha gente se preguntó quién fue este hombre, qué hizo y ese es entonces un camino para enterarse, para saber. Por eso son importantes estos encuentros, porque permiten trabajar para que la gente tenga la posibilidad de conocer su pensamiento y su obra. Es como dejar una semilla. Y lo mismo con la escultura, muchos van a comenzar a preguntarse quién era y qué hizo. Como dice Alberto Granado -uno de los grandes amigos del Che que lo acompañó en su primera recorrida y aventura por Sudamérica-, en uno de sus libros, a mi papá seguramente no le gustaría ¡estar en una estatua en la que los pájaros le carguen en la cabeza'. Si él estuviera vivo pueden estar seguros que no existiría esa escultura, pero el problema es que él no está y como decía Julio Antonio Meia, uno de los jóvenes más lindos de todos los tiempos "aún después de muertos somos útiles". Y es verdad aun desde la piedra o el bronce papá puede seguir siendo útil porque hizo bien la obra de su vida. Hombres, mujeres, jóvenes se preguntarán y se enterarán de algo, si después quieren conocerlo más, ya será algo personal. La vida de mi padre tampoco es un regalo para nadie. No es algo que la gente pueda imitar de ahora para ahorita, tiene que tener una conciencia social, un deseo tremendo de hacer bien a los demás, aún por encima de sus propias posibilidades, comodidades y de la propia vida.
-¿Cómo ha sido para cada uno de ustedes ser los hijos del Che?
-Esa respuesta debe darla cada uno porque somos personas que en la individualidad lo vivió de distinta manera. Para mí fue sin problemas. Mi mamá ha sido la base de esta educación. Si hoy yo soy una mujer socialmente útil no es por ser la hija del Che, es porque me eduqué en mi pueblo, junto a mi pueblo y con mi madre y es la que me formó, para bien o para mal, tal como soy. Mi madre me enseño que debía pararme firmemente en la tierra: 'vas a recibir muchas cosas porque tu padre es un hombre que la gente quiere y que el pueblo cubano adora pero hay cosas que sólo le tocan a él -me decía- porque tú no te las haz ganado como ser humano y tienes que diferenciarlo. Te paras firme en la tierra y dejas pasar todo lo que corresponde a él. Y así lo hicimos y aprendimos a vivir tranquilamente sabiendo que hay cosas que nos ofrecen por ser los hijos del Che y otras que nos ganamos por nosotros mismos.
-Siempre tiene presente la terrible llaga de los argentinos con sus 30.000 desaparecidos. Ustedes estuvieron mucho tiempo sin saber donde estaba el cuerpo de tu padre.
-Sí, no sabíamos dónde estaba pero sí que había muerto. Esa es la diferencia. En los primeros tiempos hasta retrataron su cadáver y hasta jalaban de su cabello. Aquí, creo que es otro el trauma. La gente no sabía qué había pasado con sus familiares pero no había una certeza y por ello la expresión es desaparecidos. Eso es lo más duro para una madre, te desgarra por completo. Y qué de las Abuelas, que les llevaron a sus hijos y aún sus nietos y muchos años después se los encuentran viviendo con otra gente. ¡Qué traumático! Una de las cosas más crueles que ha pasado el pueblo argentino es precisamente eso.
-¿Cuándo fue la última vez que lo vio?
-Tal como él era no lo tengo registrado en mi memoria. Tengo imágenes de una mano que hala la mía y quien me va diciendo cómo me tengo que comportar como hermana mayor. Hoy sé que era mi papá, pero no tengo siquiera la imagen del rostro. Es oscuro. Estamos hablando. Sé que en un momento habló así conmigo pero no sé cuando. Casi no veía a papi. Se iba muy tempranito para el Ministerio de Industrias. A veces lo acompañaba pero después llegaba tardísimo cuando yo ya estaba durmiendo. O en un trabajo voluntario, un domingo, papi me levantaba a las 5 de la mañana. Yo era una minúscula persona pero él me llevaba para estar conmigo un ratito más. Lo hubiera hecho con todos sus hijos. Fíjate que con el poco tiempo que tenía se hizo querer. Yo recuerdo estos momentos con ternura y mi hermana mayor -se refiere a Hildita que murió en 1995 y fue la única hija del primer matrimonio de Guevara con la economista peruana Hilda Gadea-, lo disfrutaba más justamente por ser mayor.
-Con esto de El Che vuelve a casa... ¿Cómo cree que se expresaría Ernesto Guevara sobre los cientos de miles de litros de leche que se tiran en estos días en la Argentina y muy cerca de su ciudad natal?. (Rosario/12 ya la había escuchado indignada con el tema)
-Ni me hables de eso. No tiene por qué ser el Che quien lo diga. Es vergonzoso, no tiene justificación, ni siquiera a manera por la cual se pueda hablar tranquilamente del tema porque te da un ataque de genio enorme... Viví dos años en Angola y tuve niños muriendo a mi alrededor por hambre. Ví las imágenes del norte de este país con pequeños que parecen que están viviendo en Africa y cómo es posible que haya quien tira leche cuando hay un niño necesitándola. ¿Qué clase de ser humano es?. Lo único que le importa es su maldito bolsillo.
-¿Cuál es la fuente de conocimiento de los detalles de la vida del Che, la más familiar y cotidiana que tuvieron sus hijos?.
-Una fuente importantísima mi madre, pero también están sus amigos. Quien preside la delegación que vino a Rosario es Rogelio Acevedo, él se formó al lado de mi papá y tenía 16 años cuando entró al ejército rebelde y a partir de ese momento fue un subordinado suyo hasta que papi se fue de Cuba. Rogelio siempre siguió en contacto con nosotros, contándonos cosas que había vivido con él. Y así otras personas, por ejemplo cuando yo parí a mi primera hija, Estefanía, que fue con cesárea, cuando abrí los ojos estaban al lado mío Oscar Fernández Meli y Ramiro Váldez vestidos con el atuendo de la sala de operaciones. ¿Qué hacen ustedes aquí?, les dije. -Bueno como tu padre no está, estamos nosotros. Con todos estos amigos nunca me faltaron informaciones de cómo era, cómo sentía, cómo actuaba. Aprendimos a conocer a papá con sus amigos, con quienes eran sus subordinados y al que después de muchos años siguieron sintiendo su jefe.
-¿Qué importancia tienen las cátedras internacionales sobre la obra del Che?
-La Cátedra del Che en el marco de la Universidad Nacional de Rosario resultará un instrumento útil para difundir su pensamiento en cuanto a la justicia social, la dignidad de las personas y el verdadero sentido de la paz .Si trabaja realmente bien creo que será muy importante. Está en un lugar donde se forman nuevos hombres y mujeres, donde se forman profesionales que pueden tener una manera de pensar diferente en el futuro y para las nuevas generaciones. Estoy convencida que el pensamiento del Che debe ser tomado y adaptado a la realidad cotidiana, sobre todo para educar a partir de su misma creatividad. No se trata de lemas o dogmas a cumplir. Una anécdota de mi padre asó lo muestra. Cuando Ernesto Guevara era muy joven y leyó por primera vez El Capital de Carlos Marx no entendió nada. Por eso lo leyó y releyó y el ejemplar que le pertenecía y que conservamos en La Habana está señalado y tiene inscripciones a los costados acerca de cómo se podía aplicar y hacer en Cuba lo que dice la obra marxista.
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