CIUDAD › IMáGENES DE UN DíA PARTICULAR EN EL MONUMENTO
› Por Claudio Socolsky
"La gente tuvo miedo, por eso no vino", fue la frase que soltó al término del acto una señora, mientras buscaba la complicidad de alguna cámara de televisión que ratificara sus dichos. Lo cierto es que más allá de la ausencia de la presidenta Cristina Fernández de Kirchner, la mañana gélida, ayer la ciudadanía le dio literalmente la espalda al tradicional desfile cívico-militar que se realizó en el Monumento Nacional a la Bandera. En esta oportunidad no hizo falta recurrir a los archivos de imágenes para hacer comparaciones. La gente prefirió mirarlo por televisión, en la calidez de sus hogares.
Unos minutos antes de comenzar el acto, en la plaza 25 de Mayo, los tradicionales vendedores de banderas masticaban por lo bajo su bronca ante la escasa convocatoria. Las comercializaban a 15, 25 y 30 pesos, pero no vendían ninguna. "Esto es un desastre contó uno de ellos a este diario, levantarse a las seis de la mañana, y acá no hay nadie". Mejor suerte corrieron las chicas que en la esquina de Córdoba y Buenos Aires ofrecían colocar las escarapelas "a voluntad". Más adelante, otro vendedor de banderas -consciente del momento económico-, las ofrecía a dos pesos, y cada tanto vendía alguna.
Llegando al Monumento, se contaban más policías que público. Al menos esto sucedió hasta que el ministro de Seguridad, Daniel Cuenca, ordenó que muchos de los tres mil efectivos que participaron del operativo policial pegaran la vuelta. Estoicamente, las pocas personas que se acurrucaron en las tribunas instaladas a cada lado del palco principal soportando el frío, esperaban que diera comienzo el desfile.
Si bien el intendente Lifschitz había prometido que el desfile iba a comenzar con puntualidad, el acto se demoró unos minutos. Hasta que el jefe del Palacio de los Leones y el gobernador Hermes Binner llegaron al lugar parados en un Jeep. Pasaron revista a las tropas desplegadas por Avenida Belgrano y de inmediato ocuparon sus lugares en el palco; mientras aguardaban la llegada de la ministra de Salud, Graciela Ocaña; en definitiva, la única funcionaria nacional que participó de los actos por el Día de la Bandera.
Luego de las palabras del Obispo José Luis Mollaghan, y los discursos de Lifschitz y Binner; el jefe de la Agrupación General Belgrano pasó a tomarles juramento a los soldados. El "Sí, juro" retumbó con fuerza en los alrededores. En tanto, el paso de los ex combatientes de Malvinas en Rosario despertó la primera ovación de la mañana. Detrás del presidente del Centro, Rubén Rada, los ex soldados varios de ellos acompañados por sus hijos recibieron los cálidos aplausos de la concurrencia.
De todas maneras, el momento más emotivo del acto en el Monumento fue el paso de la bandera más larga del mundo. Con lágrimas en los ojos, una señora le agradecía a Julio Vacaflor por ser el autor de la iniciativa "Alta en el Cielo", la confección de la bandera que ya tiene 13 kilómetros de largo, y van por más. En eso estaban, cuando desde el palco todas las autoridades dejaron de lado el protocolo, bajaron hasta la calle, y se sumaron al desfile. Mezclados entre la gente, los funcionarios compartieron por un momento el traslado de la enseña patria.
Sobre el final, las agrupaciones tradicionalistas desfilaron ante el palco con sus carruajes y sulkys ornamentados para la ocasión; mientras los presentadores del acto agradecían a los presentes por haber participado del desfile. Rápidamente, las autoridades buscaron refugiarse en la carpa instalada detrás del palco para tomar un café, pero muy pocos lo lograron.
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