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Lunes, 24 de agosto de 2009

CIUDAD › AUMENTARON UN 60 POR CIENTO LAS NIñAS EN SITUACIóN DE CALLE EN ROSARIO

Sobrevivir con frío, hambre y miedo

Tanto desde el área Niñez de la Municipalidad como desde organizaciones no gubernamentales alertan sobre la cantidad de niñas de entre 12 y 16 años que viven a la intemperie. El testimonio de una de ellas: Celeste, de 15, embarazada.

 Por Evelyn Arach

Celeste tiene 15 años y duerme en una plaza céntrica desde hace varios meses. "Junto unos cartones con otra gente y me duermo", cuenta esta adolescente bajita de ojos tristes que ha pasado su infancia en distintos hogares y centros de día. Explica que lo más difícil es "el frío, el hambre y el miedo". "Más para una chica. Vienen los tipos, te ven solita y te pueden hacer millones de cosas, te quieren meter dentro del auto. Te dicen que le pongas precio, a otras chicas las meten de prepo y les hacen cosas que ellas no quieren", narró a Rosario/12. Hace pocos días Celeste supo que tiene un embarazo de seis semanas y ahora busca un lugar para salir de la calle. La dirección de la Niñez admite que en el último año "creció un 60 por ciento la cantidad de niñas de entre 12 y 16 años en situación de calle". La mayoría tiene adicción a las drogas y es difícil conseguirles un lugar. "Es un fenómeno nuevo y no hay hogares que las puedan contener", confió una trabajadora del área.

Celeste sobrevive mendigando en el centro. "Vas a un kiosco, pedís monedas, vendes tarjetas en los colectivos, la gente no te da nada y te trata mal, pero lo tenés que hacer para vivir", cuenta naturalizando su situación. Marcela Lapenna, directora del centro de día de la asociación Chicos, señaló que "creció el números de chicas que duermen en la calle y es necesario que el estado de una respuesta orgánica".

La Dirección provincial de la Niñez ve con preocupación este fenómeno que se acentuó particularmente en 2009. "Hay cinco chicas que empezaron a dormir en la calle. Algunas han sido abandonadas por su familia a los ocho o nueve años y las instituciones ya no pueden contenerlas. Muchas están realmente comprometidas por el consumo de pastillas y hay dificultades para encontrarles un lugar", detalló la antropóloga Fabiana Fernández, que integra el dispositivo de acompañamiento para niños en situación de calle. Y afirmó que en todos los casos el rechazo de la familia y la falta de escolarización son un punto en común.

La escasez de lugares para niñas y adolescentes en riesgo acentúa el problema. Así lo expresó Lapenna: "En lo que va del año pasaron 290 adolescentes por el centro de día, pedimos ayuda sólo para dos personas cuya vida corría riesgo y nos dijeron que no. Eran dos chicas de 15 años que tenían un alto consumo de drogas y dormían en la calle, expuestas a la prostitución infantil", denunció. La principal dificultad es que las instituciones estatales no están preparadas para recibir a menores en estas circunstancias porque ellas no logran adaptarse a los códigos de convivencia. Otros espacios como el Ciampi están al borde de su capacidad. La situación se complica más aún si se trata de mujeres, ya que el único centro de noche estatal que existe es para varones. Se trata del Centro de Permanencia Transitoria ubicado en calle Presidente Roca al 1100.

Por otra parte, la provincia tiene convenio con unas 50 organizaciones no gubernamentales, algunas de las cuales ayudan a los jóvenes a rehabilitarse del consumo de drogas, pero los aceptan sólo si ellos acceden voluntariamente al tratamiento. "Si un chico o una chica no pueden parar de drogarse y su vida está en riesgo el estado tiene que ser responsable e intervenir aunque en ese momento ellos no manifiesten interés en ser ayudados", reclamó Lapenna.

La directora de la Niñez, Mónica Varetto, admitió que aún se están adecuando a la nueva ley de de la infancia que suplantó al patronato y cargó las tintas a las anteriores gestiones provinciales: "Esta provincia ha estado años sin política de infancia, antes todo terminaba en las manos del juez. Ahora poco a poco nos estamos ocupando de muchos derechos que estaban vulnerados", sostuvo.

Lapenna también cuestionó el estado de muchos lugares destinados a recibir niñas, a los que calificó de "nefastos" porque "tienen pésimas condiciones de higiene y no contienen ni escuchan" a las chicas que alojan. "Tienen una lógica: tratar de sacárselos de encima lo antes posible", sentenció.

El caso de Celeste es paradigmático. Fue expulsada de su casa por situaciones de extrema violencia y transcurrió su infancia en distintas instituciones de la ciudad. A los 10 años transitó por el Hogar del Huérfano. "Es más feo ese hogar... Te tratan mal, te hacen estar horas leyendo letras y si no te las aprendés te dejan sin comer. Hay maestras que te agarran de los pelos o te arrancan las orejas...", cuenta. Y añade: "Después fui a otro hogar y era una maravilla cómo te trataban, pero es hasta los 14 años. Tendría que haber un lugar para mujeres solas y chicas que andan en la calle. Si a una chica la echan los padres y le agarra la noche, ¿qué hace? Tiene que estar en la calle", concluye.

Mas allá de la indigencia y el desamparo, la adolescente se hace cargo de su maternidad "Este bebé se merece estar acá y va a ser muy querido", dice Celeste convencida y acariciándose el vientre. Y reflexiona con lucidez: "Uno necesita una madre para todo. Para la vida, para trabajar. Porque tus compañeras no son lo mismo. Ellas se van y te quedás sola", dice refiriéndose las amigas que encontró en la calle. Su familia está dividida, Celeste duerme en una esquina céntrica y sus hermanas menores están alojadas en un hogar para niños huérfanos, donde las visita todas las semanas. Del resto prefiere no hablar.

-¿No tenés miedo de estar embarazada y en la calle?

-Sí, más vale que tengo. Te pueden hacer cualquier cosa. Por eso ahora quiero un hogar. Antes decía no, no quiero estar encerrada pero ahora me importa que mi bebé esté bien y me aguanto cualquier cosa.

-¿Qué futuro soñás para tu bebé?

-Quiero que vaya a la escuela, que haga la primaria y toda la secundaria. Yo no fui, nadie me llevó. Ya te digo: nunca tuve a nadie que me quisiera. Pero él sí, él va a estudiar.

-¿Consumen drogas en calle?

Ahora no quiero drogas porque cuido a mi bebé. Pero sí, yo no fui una chica sana. Consumimos mucha marihuana, pastillas y si alcanzaba cocaína también. La tomaba con alcohol y quedaba dada vuelta todo el día... pero ya no. No quiero que le pase nada a mi bebé.

-¿Dónde la conseguías?

-La conseguís en cualquier lado, en un kiosco, una plaza... o te vas a la villa y por dos o tres pesos tenés y después compartís. Es fácil.

Celeste está decidida a salir adelante. Cuando la entrevista llega a su fin, se entera de que existe una posibilidad de ser admitida en el Hogar de Menores Madres. A Celeste le brillan los ojos. "Capaz que mañana duermo adentro", se esperanza.

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Algunas niñas trabajan en la calle o en bares, pero viven con su familia. Otras, cada vez más, duermen en calles y plazas.
 
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