CIUDAD › DOS NUEVOS TESTIMONIOS
› Por Sonia Tessa
Laura Ferrer Varela es una sobreviviente del Servicio de Informaciones que funcionaba en la antigua Jefatura de Policía. Allí estaba alojada, en el sótano, en agosto de 1977, cuando vio a una beba que estaba en el sector de arriba, adonde llevaban a los recién secuestrados. Después, otra detenida, Graciela Corcho Porta, bajó y le dijo: "Está la Lala arriba". "Lala" era Marta María Forestello, una de las cautivas que fue vista en la Quinta de Funes, y continúa desaparecida.
Ferrer dio testimonio ayer en el juicio oral y público. La testigo contó que conocía a la Corcho y a Lala "de afuera". Contó que se habían visto en marchas ya que como militantes de la JUP habían participado en distintas luchas estudiantiles. Ya adentro, la Corcho (compañera de Héctor Pollo Baravalle), tenía libre circulación por el lugar, ya que colaboraba con los represores. Así fue como le contó a su antigua compañera que "Lala estaba arriba y era una cagada". Cuando la fiscal Mabel Colalongo le preguntó por esa valoración, Ferrer Varela fue clara: "Arriba era donde te torturaban".
Indicó también que pese a tratarse de una dependencia policial, concurrían militares "normalmente". "Soria era uno de los militares que venía y hablaba con nosotros", dijo la testigo. Se refería al mayor Fernando Soria.
La abogada querellante Gabriela Durruty, señaló que el testimonio de Ferrer Varela fue importante porque acreditó el paso de Forestello por el Servicio de Informaciones y afirma "las vinculaciones ya inocultables entre los centros clandestinos de detención, dependientes de las distintas fuerzas de seguridad".
El segundo testimonio fue el de Héctor Valenzuela, hermano de Tulio, también detenido en la Quinta de Funes, quien fingió colaborar en la Operación México ideada para asesinar a la cúpula montonera. Tulio denunció el plan de Galtieri, y se fugó de sus captores. Unos meses después, el oficial montonero volvió a ingresar al país, donde fue secuestrado y continúa desaparecido.
Héctor presentó escritos en la justicia federal tras el secuestro de Tulio y su compañera Raquel Negro junto al pequeño hijo de ella, Sebastián. Luego supieron que Negro había tenido mellizos estando en cautiverio. "Jamás mi madre quiso aceptar lo que había pasado. Ella tenía la esperanza de que Tulio volviera -dijo Héctor-. Hasta que supo de los mellizos. Mi madre murió obsesionada por los mellizos. No podía saber que uno de ellos había muerto a poco de nacer, aunque yo tengo mis dudas de que haya sido así". Hace un año, recibió un llamado telefónico de Stella de Carlotto, quien le informó sobre la identificación de su sobrina, Sabrina, quien lo llamó para conocerlo. Ella y su hermano Sebastián declararán hoy.
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