Martes, 27 de octubre de 2009 | Hoy
CIUDAD › DOS FIGURAS CLAVE QUE RECONSTRUYERON LA IDENTIDAD DE PRISIONEROS DE GALTIERI
Alicia Gutiérrez y Cecilia Nazabal investigaron lo ocurrido en el centro clandestino de detención de la Quinta de Funes, y batallaron incansablemente ante la Justicia. Ayer, la diputada y la hermana de Cecilia brindaron sus testimonios.
Por Sonia Tessa
"Esperé 32 años para esto", dijo Eulalia Nazabal, la primera testigo que se sentó ayer frente al Tribunal Federal Oral número 2, presidido esta semana por Jorge Venegas Echagüe. La hermana de Cecilia -esposa de Fernando Dante Dussex, uno de los prisioneros de la Quinta de Funes que continúa desaparecido- relató con detalles las circunstancias que rodearon al secuestro de su cuñado, así como las siete cartas, varias comunicaciones telefónicas y tres encuentros que se produjeron mientras Dussex estaba secuestrado. "Lo vi por última vez en estado de libertad el 8 de agosto de 1977", dijo. También declaró ayer la diputada provincial Alicia Gutiérrez, compañera del también prisionero en la Quinta de Funes y aún desaparecido Eduardo Toniolli. Gutiérrez y Cecilia Nazabal investigaron lo ocurrido en ese centro clandestino de detención, y batallaron incansablemente ante la Justicia. Cecilia no pudo declarar, al menos por ahora, porque está internada en terapia intensiva. "Una pieza fundamental de esta causa, mi compañera y amiga, está luchando por su vida. Estas son las secuelas de la impunidad", dijo Gutiérrez con la voz quebrada.
La legisladora del Frente Progresista puntualizó los nombres de los 16 prisioneros de la Quinta de Funes, que pudieron confirmar gracias a un trabajo conjunto con Nazabal. Mencionó a Toniolli, Dussex, Ignacio Laluf, Marta Benassi, Marta María Forestello y Miguel Angel Tossetti como los primeros que el único sobreviviente de ese centro, Jaime Dri, reconoció en fotos. Relató que le enviaron muchas más imágenes a Dri a Panamá, y que él pudo determinar con seguridad quiénes pasaron por allí. Después de una primera tanda de fotografías, y como faltaban algunos nombres, convocaron a una reunión en Santa Fe a familiares de otros desaparecidos, y así pudieron reconstruir lo que denominó como un "rompecabezas". Supieron que en la Quinta habían estado también Teresa Soria, Ana María Gurmendi y Oscar Capella, Liliana Nahz de Bruzzone, María Adela Reina Lloveras y Jorge Novillo. Sólo les faltó conseguir una foto de Fernando Agüero, alias Pipa, a quien ninguna de las dos conocía. Después también mencionó que estuvieron Raquel Negro, Tucho Valenzuela y Héctor Retamar.
Toniolli. Gutiérrez destinó la primera parte de su declaración a relatar quién era su compañero Eduardo Toniolli. "El pospuso sus deseos personales por un proyecto político de país", afirmó. Explicó que en agosto de 1976 fueron trasladados a Córdoba, donde la represión ilegal había diezmado a la organización política en la que militaban. El 9 de febrero de 1977, su compañero fue secuestrado en una cita a la que ella debía concurrir pero a la que no fue porque estaba muy descompuesta, con un embarazo de ocho meses. Toniolli fue llevado a La Perla, el centro clandestino de detención de Córdoba, donde hay testigos del martirio que sufrió. Según los compañeros de cautiverio en Córdoba, el joven -de sólo 21 años- fue trasladado en más de una oportunidad a Santa Fe. La última vez que lo vieron en La Perla fue el 24 de septiembre de 1977. Mañana declararán en el juicio María Teresa Meschiatti y Héctor Kunzman, dos sobrevivientes de ese campo de concentración que estuvieron con Toniolli.
En la Perla, Toniolli mencionó un lugar de Santa Fe en el que había entre 90 y 120 detenidos, y donde se podía jugar al fútbol. Por las fechas, Gutiérrez estima que ese centro clandestino era, en realidad, La Calamita, y que su compañero estuvo allí antes de ser llevado a la Quinta de Funes, que funcionó entre septiembre de 1977 y enero de 1978.
Con enorme emoción, Gutiérrez contó las incansables gestiones que realizaron los padres de Toniolli, Fidel (ya fallecido) y Matilde, que ayer estaba sentada en la primera fila del público, con su pañuelo blanco. Además de presentar numerosos hábeas corpus, entrevistarse con autoridades militares y eclesiásticas y concurrir a todos los lugares donde pudiera haber detenidos, los Toniolli recurrieron al teniente coronel Braulio Olea, que era primo de Fidel. Jamás obtuvieron respuestas sobre la situación de Eduardo. Gutiérrez estuvo escondida en distintos lugares del país hasta febrero de 1981, cuando logró salir para refugiarse primero en Brasil y luego en Francia.
Antes de terminar, Gutiérrez expresó: "Estos 32 años mi familia esperó que se hiciera justicia y verle la cara a los asesinos de Eduardo. Muchos de ellos murieron, como Galtieri, Juvenal Pozzi y Jáuregui. Otros nos cruzaban a diario, y a pesar de sus burlas, nunca se nos ocurrió hacer justicia por mano propia".
Dussex. El primer relato fue el de Eulalia Nazabal, quien detalló lo ocurrido el 8 de agosto de 1977, cuando desayunaron con su hermana Cecilia, Fernando Dussex y el bebé de 45 días, en el departamento de calle Pellegrini en el que ella vivía. Esa misma noche, ante la evidencia de que "algo grave" había pasado con su compañero, Cecilia decidió esconderse y luego viajó a Buenos Aires. Desde entonces, hasta el 10 de marzo de 1978, Eulalia recibió distintas comunicaciones de Fernando. La primera carta decía: "Creerás que estoy muerto. Me salvé por un pelo a pesar de haber tomado la pastilla. No te imaginás quién está conmigo". Menciona a Luci, Marga, Ignacio (Jorge Novillo) y el cabezón Angel. También hubo llamadas telefónicas al sanatorio Palace, donde Eulalia trabajaba. Esas charlas aparentaban ser "triviales y banales", pero le permitían a Dussex saber si la familia estaba bien.
El 19 de diciembre, Dussex citó a Eulalia en el sanatorio de Niños. El le aclaró que ese encuentro no estaba autorizado. Estaba tostado, y no le dio detalles de donde estaba, pero aseguró que se encontraba bien. Estaba esperanzado en salir. "Por seguridad no puedo decirte más nada", le indicó. El siguiente encuentro fue en Mitre y Córdoba, el 30 de diciembre de 1977, adonde Eulalia concurrió con su sobrino de meses, para que el padre pudiera verlo. "Había algunas cosas que daban a entender que era el Ejército el responsable de su secuestro", rememoró ayer Eulalia. En uno de los encuentros, ella le mencionó a su cuñado que los padres de él se comunicaba con Teté (Nicolás Correa), un familiar de la SIDE de Santa Fe, quien negaba saber algo de él. "Que no sea hijo de puta porque a mí me ve", le contestó el prisionero. También Dussex pudo encontrarse con su compañera, Cecilia, el 7 de febrero de 1978, en una reunión que su hermana calificó como "tensa". La última vez que Eulalia vio a Dussex fue el 10 de marzo de 1978, en su propia casa. "Tuve la intuición de que no lo iba a ver más", dijo la testigo sobre ese momento. Y así fue.
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