Martes, 4 de abril de 2006 | Hoy
Horas antes de denunciar que fue agredido por dos pasajeros, su hijo dejó asentada en la seccional 18º un caso de violencia familiar. Ayer, el tachero declaró ante un juez de instrucción.
La investigación del caso de Arturo Raffo -el taxista agredido el último jueves que provocara una paro de 30 horas por parte de los peones de taxis- dio ayer un vuelco importante: los investigadores revelaron que su propio hijo Juan Carlos, había asentado en la seccional 18º una denuncia por agresión contra su padre el mismo día en que éste aseguró haber sido agredido en un frustrado asalto. Con estos primeros datos el jefe de Unidades Especiales, Rodolfo Romero, convocó a Raffo padre, a su esposa y al hijo, quienes reconocieron la disputa familiar. El joven aseguró que decidió enfrentar al padre cuando éste golpeaba a su madre, lo que derivó en un notorio hematoma en su rostro. La pelea fue confirmada por sus padres pero con distintos horarios: la madre aseguró que fue a las 17, su hijo a las 13 y el padre en horas de la mañana. Con este telón de fondo el juez de instrucción Alfredo Ivaldi Artacho citó a declarar a Arturo Raffo, para que aclare la situación.
Esta versión, que deja de lado el asalto y la falta de seguridad, cambiaría el rumbo del caso. La información fue entregada por la policía a la Justicia como resultado de la investigación de la primera.
Por su parte desde el Sindicato de Peones de Taxis, Horacio Boix, confió a Rosario/12 que "ojalá solo sean versiones, pero hasta acá no tenemos más que rumores. Lo cierto es que se hizo el paro de 30 horas para respaldar a este compañero que denunció una agresión, y de no ser así estaríamos ante un caso bastante raro y delicado porque estafó la buena predisposición de sus compañeros taxistas. Pero insisto, no creo que sea así y será la justicia la que deberá aclararlo".
En tanto en diálogo con Rosario/12, Arturo Raffo de 49 años, reconoció que declaró en sede policial durante varias horas. Relató ante la policía: "Me ocupé en 24 de Setiembre y Cafferata, y fui con un viaje a Arijón y Avellaneda y allí me encañonaron con un revólver y me hicieron seguir manejando. Les ofrecí la billetera, y me hicieron seguir hasta Avellaneda y Battle y Ordoñez. Me acuerdo que pasamos un silo y una pollería y cuando llegamos a la oscuridad me hicieron detener. En ese momento se me cruzó por la cabeza que iban a tomar una decisión lamentable contra mí. Fue entonces que la mujer (uno de los pasajeros) se da cuenta de que a unos 250 metros venía un vehículo con la luz prendida que le pareció que era de la policía, y me pegaron un culatazo o un cañazo, la verdad no lo vi bien y pegué la cabeza contra el parante de la puerta y con una palanquita del espejo retrovisor, y lo mismo me volvieron a pegar un culatazo. No me robaron nada, no sé si tuvieron miedo o no tenían una bala para pegarme un tiro, pero se fueron. Me traté de defender y quedé medio inconsciente y me comuniqué con mi equipo de radio con la empresa que trabajo y después vinieron compañeros míos y la ambulancia y me llevaron al HECA". Raffo describió a la mujer de cabellos rubios y de 1.65 metro de altura, y a su acompañante de 1.70 metro de cabello corto y morocho.
En tanto desde la Asociación de Taxistas Independientes (ATI). su titular Mario Cesca, aclaró: "No queríamos el paro porque nos parecía una medida extrema más cuando parecía un golpe menor en su rostro. No queríamos el paro porque era una medida extrema cuando ese día no había colectivos, no queríamos ponernos en contra al usuario pero algunos titulares salieron y algunos vándalos les rompieron los autos y otros fueron agredidos. No nos quedó otra salida porque cuando le pedimos a Clara García (secretaria de Servicios Públicos) que nos diera garantías para salir a la calle, no pudo o no quiso darlas. Por eso nos plegamos al paro". En igual sentido, Cesca evaluó que "el problema de la seguridad no se soluciona con un paro, tiene raíces profundas".
El dirigente confesó que "la medida la resolvieron 20 o 30 taxistas que lo fueron a buscar a Boix y le arrancaron de prepo el paro, y se fueron enseguida a hacerle un escrache al ministro (de Gobierno Roberto) Rosúa".
Raffo reconoció a este diario que fue policía al igual que su padre entre 1974 y 1978, cuando dejó de pertenecer a la fuerza. "Hice abandono de servicio, es decir de mi puesto de trabajo, sencillamente no fui más a trabajar", confesó.
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