Sáb 22.12.2012
rosario

CIUDAD › VECINOS MONTAN GUARDIA ARMADOS

Calma chicha

› Por Luis Bastús

La profecía maya sobre el fin del mundo pasó de largo, pero en las calles alejadas de un centro copado por el consumo navideño ayer flotaba un aire tenso, con negocios cerrados y resignados a perder días de buena venta, y con vecinos y comerciantes que poblaban las veredas para comentar lo que pasó, lo que pasaba y lo que temían que pasara en la noche. Para ello, en Empalme Graneros hubo quienes se apostaron con escopeta, pistola y reposera, dispuestos a montar guardia y repeler otro avance de los grupos que merodearon desde antenoche y hasta las primeras horas de la tarde de ayer. En tanto, los evacuados que quedaban retornaron a sus hogares, ya sin agua pero con las secuelas de una inundación que pasó a segundo plano. El otro factor de irritación remanente fue la falta de energía eléctrica en media docena de sectores que ayer seguían en esa situación desde la tormenta y que se expresaron en sendos piquetes de protesta.

Al mediodía hubo intentos de saqueos sobre un supermercado de Ovidio Lagos y Centeno, y sobre otro de Camilo Aldao y 24 de Setiembre. La policía dispersó a la turba con disparos antitumulto, y en el segundo caso algunos alcanzaron a rapiñar mercaderías. Sobre la tarde, replicaron escaramuzas similares en Ayacucho al 6200, en Rouillón al 3300, en Juan José Paso al 5200, y en otros 40 episodios más, casi siempre con supermercados de dueños chinos como blanco preferido.

En el centro comercial de Empalme Graneros sólo unos pocos se animaron a abrir, como el carnicero de Paso al 5800 que atendió igual aunque, dijo, iba por el cuarto día sin electricidad. "No nos dejan laburar: primero fue el agua, siguió la luz, ahora los saqueos, gente armada en los techos, y acá somos cuatro familias que tenemos que seguir trabajando", dijo. Enfrente, dos tenderos no disimulaban sus escopetas, los cartuchos, y la pistola en la cintura de uno de ellos. "Esto no es el 2001. Son ladrones que se nos vienen encima. Así que la realidad nos lleva a esto. No estamos acostumbrados, pero estamos dispuestos a tirar si vienen, porque esos no se asustan más con un tiro al aire", dijo uno. Después del ataque a un super chino de Paso al 5200, y del tiroteo con el que los espantó la policía, ellos cerraron y se pusieron a vigilar en solidaria defensa del supermercado de Paso al 5800. "Hoy le regalamos unos cartuchos 12.70 a unos policías porque tenían 5 cada uno. ¿Qué van a hacer si se les vienen 500 encima?", arguyó. El otro cerraba un encargo de ropa infantil por teléfono mientras se acomodaba la escopeta de doble caño sobre las piernas. "Nos vamos a quedar hasta que sea necesario, total, ya en 2001 estuvimos así tres noches", desafió. Y a continuación concedió: "Tengo miedo a lo imprevisto, a que se metan con mi familia, a la injusticia", marcó, sin dejar de escrutar cada moto, cada auto que pasaban por la avenida. En eso, un camión llegó y descargó un volquete de alquiler lleno de escombros sobre la puerta de una casa de artículos del hogar. Estas empresas tuvieron ayer un insólito repunte de contratos: son varios los comercios que eligieron tabicar sus ingresos con pesados volquetes llenos de arena, tierra o mampostería. Obstáculos más eficaces que las persianas.

Sobre la vereda del club La Gloria, dos parejas de policías conversaban animadas con señoras de la cuadra y hombres torvos ante la curiosidad periodística. Uno de los agentes aceptó que los vecinos sentados a unos metros no deberían estar armados, pero los justificó en honor de la tribulación imperante. Y recomendó no aventurarse hacia la vía, donde a las tres de la tarde hubo piedrazos y disparos policiales en el intento de saqueo a un supermercado chino. Sin embargo, la villa situada detrás de las nuevas viviendas del barrio toba, lucía en paz y vigilada por una patrulla de Gendarmería Nacional.

La postal de negocios cerrados y volquetes bloqueando puertas comerciales se repitió en barrio Ludueña, en avenidas como Avellaneda y Ayacucho, y en otras calles de zonas oeste y sur, como moralejas de una violencia que seguía latente. El patrullaje aquí y allá de la policía y de las primeras camionetas con gendarmes confirmaban que el alerta seguía en pie, a pesar de los chicos jugando a la pelota y de los grandes mateando en las veredas.

Del supermercado chino que se hizo próspero en Avellaneda al 3900, y que fue saqueado el jueves al atardecer, ayer quedaban ruinas. Una docena de jóvenes y niños rebuscaban algún resto de mercaderías en el estropicio del salón y retiraban hasta los últimos muebles chamuscados por el fuego que encendieron los saqueadores. Sobre la vereda quedó el esqueleto calcinado del auto familiar que llegaron a sacar del garaje pero que no pudieron poner en marcha. "Entonces se lo prendieron fuego, pobre Chan", dijo una joven que junto a su familia miraba a distancia las últimas faenas del pillaje. El dueño -lo llaman Chan en el barrio- y su familia huyeron al verse perdidos. Pero antes intentaron resistir. "Desde el techo les tiraban botellas de sidra para que no les abrieran el negocio, pero se lo abrieron igual, entraron y lo fajaron a Chan. La policía estuvo, pero le dijo que en diez minutos se iban y que iba a quedar él contra todos esos. Fueron las ratas de acá a la vuelta", despreció un muchacho. "Hoy vinieron dos con una maza y un cortafierro y se llevaron el portón sobre el lomo", acotó otro.

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