Domingo, 1 de septiembre de 2013 | Hoy
CIUDAD › EL PROCESO DE RECUPERACIóN PSICOLóGICA DESPUéS DE LA TRAGEDIA
Rosario/12 habló con el equipo que coordina el dispositivo
de contención y acompañamiento de víctimas, familiares,
vecinos y de quienes participaron en las tareas de salvamento.
Por Luis Bastús
La catástrofe de Salta 2141 empieza a agrietar el horror inicial y abre hendijas por donde van asomando todas las formas de dolor que engendró desde ese instante fatal. La cicatrización de tanto mal es lenta, pero está en marcha. Y el camino no sólo es individual, puesto que el impacto es colectivo y deja marcas sociales, según advierten desde la Dirección de Salud Mental provincial. Este equipo coordina el dispositivo de contención y acompañamiento de víctimas, familiares, vecinos y de quienes participaron en las tareas de salvamento, no sólo desde Rosario sino desde cada localidad de donde provienen algunos damnificados y de las que enviaron dotaciones de bomberos y rescatistas.
"En este momento nuestra misión es acompañar para empezar a elaborar un duelo que llevará tiempo. No hay que patologizar: no todas las personas afectadas requieren de un tratamiento. Tratamos de no ser invasivos y respetar los tiempos de cada uno. Por eso, además de las instancias individuales que establecemos con cada persona, también generamos espacios de contención grupal", explicó Melisa Pianetti, directora provincial del área.
Contra cualquier supuesto, el plantel reúne psicólogos y psiquiatras, pero también trabajadores sociales, médicos y abogados. Para esta nota se prestaron al diálogo Mónica Carranza, Lidia Olguín, Alejo Clariá, Mariana Belotti y Fernando Ceballos, del área que coordina Pianetti, y además Jorge Stettler, director provincial de Accidentología y Emergencias Sanitarias. Pero detrás, contaron, hay una red en diversos puntos de la provincia. "Son alrededor de 500 personas que se ponen a disposición llegado el caso de una emergencia", dijo Stettler.
Todos coinciden en describir la situación "post catástrofe" como un tiempo en el que todavía "más vale escuchar que hablar, y sostener hasta con el cuerpo, y con abrazos, poniendo el oído y el silencio" a disposición de quienes aún transitan la tragedia.
Demandas nuevas. "Ahora hay un abanico de gente que se acerca desde afuera del foco del desastre, de lo que se vivió en la zona cero o en el Cemar. Es distinto a la gente que abordamos en esos primeros siete días, víctimas y damnificados directos. Está apareciendo gente que quizás no le tocó este drama en lo personal, pero que sí le resignifica una cuestión traumática anterior, y eso hace que necesite ayuda. Están viniendo incluso trabajadores de la emergencia que solicitan un espacio de escucha. Por eso estamos trabajando, por ejemplo, con los bomberos en distintas localidades, trabajadores de salud, algunas personas que intervinieron en los primeros momentos y que no estaban acostumbradas a estas experiencias", revelaron. Por eso, Pianetti refuerza la idea de que "entonces no hay que patologizar: a veces son procesos normales de duelo que implican etapas. No quiere decir que todas las personas requerirán ayuda específica de un profesional. El tratamiento no es la única salida posible. Por eso tratamos de generar espacios que sirvan para el encuentro de vecinos, del barrio, y otras actividades que permitan hablar de lo que pasó, poder reconstruir algo de lo que sucedió, no sólo en términos de un consultorio".
Debido a esa misión de asistir a quienes participaron de la emergencia y a los afectados que residen en otras ciudades como San Jorge, Reconquista, Villa Gobernador Gálvez, Tartagal, Paraná, Santa Fe o Villa Constitución, entre otras, el equipo de Salud Mental coordina el seguimiento con los dispositivos locales de esas comunas y municipios. "Articulamos con los equipos locales estrategias conjuntas de contención entre el hospital, la comuna, y previo llamado, vamos a las casas de la gente", explicó Olguín.
Afuera o dentro de Rosario, el propósito es "continuar con esas personas que vinieron por demanda espontánea, y con las situaciones nuevas que van surgiendo", señaló Carranza. "Generalmente, agregaron la persona que consulta primero no es alguien directamente afectado sino alguien cercano que la detecta en su vulnerabilidad y hace el puente. Las demandas son diversas y no hay un patrón porque cada situación es particular. Hubo búsquedas de objetos, fotos únicas, sus mascotas, esa clase de valores íntimos, angustias diversas. Hoy quien perdió a sus seres queridos quiere buscar hasta los mínimos objetos personales. Entonces, nuestra tarea es de acompañamiento, ni siquiera de un tratamiento específico aún, sino acompañarlos para poder empezar a elaborar un duelo que llevará tiempo".
Aprendizaje. Estos profesionales han desarrollado ya dispositivos similares en otras tragedias ocurridas en Santa Fe, como las inundaciones de 2003 y 2007 en la capital provincial, el choque del ómnibus que trasladaba a docentes y alumnos del colegio porteño Ecos, en 2006, sobre la ruta 11, o el de las siete maestras rurales que perecieron en un accidente similar sobre la ruta 95, cerca de Tostado, el 27 de mayo pasado.
Esas experiencias los lleva a la certeza de que Salta 2141 será un drama con el que no sólo los sobrevivientes y sus familias deberán aprender a convivir. También la ciudad. "No hay un tiempo preestablecido para calcular cuánto durará el duelo. Depende de cada persona, de cada situación, del contexto y las resoluciones que vaya tomando cada persona. Por eso pensamos sostener este trabajo en un tiempo prolongado, como mínimo hasta fin de año o más, porque la gente va apareciendo en distinta situación, en tiempos diferentes, y es necesario que cuando lo necesite sepa que cuenta con estos espacios", precisó Ceballos. Y no será un puñado de historias individuales. Belotti concluyó: "Hay una percepción individual de lo que ocurrió, y otra percepción que es colectiva. Así como la inundación de Santa Fe aún hoy sigue generando cosas en esa ciudad, este impacto también es colectivo y deja una marca".
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