Lunes, 17 de noviembre de 2014 | Hoy
CIUDAD › LOS JóVENES QUE HACEN LA VIGILIA DEL JUICIO POR EL TRIPLE CRIMEN
Militantes del Movimiento 26 de Junio acampan en Tribunales desde que empezó el juicio por los asesinatos de Villa Moreno. Difunden el caso bisagra de la violencia narco. "Lo habíamos advertido antes, pero no nos dieron bola", dicen.
Por Lorena Panzerini
Con el rojo como color distintivo, la carpa del Movimiento 26 de Junio-Frente Popular Darío Santillán cambió hace casi una semana la imponente fisonomía gris de los Tribunales Provinciales. En la esquina de Balcarce y Pellegrini, banderines con los nombres de Jere, Mono y Patóm dan cuenta de que no es un acampe más. Durante meses, los militantes del M26 reunieron fondos, a través de diferentes actividades, para estar hoy allí y "hacerles el aguante" a los familiares y testigos del juicio por el triple crimen de Villa Moreno, cometido el 1º de enero de 2012. Desde la semana pasada, a 34 meses del fatal episodio que durante las audiencias del juicio fue calificado como "venganza cobarde, cruel, atroz", pero sobre todo "equivocada", la carpa aparece como el significado de la lucha de tres familias que exigen justicia. Con ellas, un grupo de personas de diferentes edades impulsa que cambie una realidad que "se vive desde antes de la muerte de los pibes". Ese movimiento social lleva las figuras de los chicos como bandera. "Así como el triple crimen fue un punto de inflexión; queremos que un segundo quiebre sea el resultado de las condenas del juicio", dijeron. "Y mientras exigimos justicia, generamos acá lo que hacemos en los barrios".
Es viernes por la tarde y los pasillos de Tribunales están vacíos; las luces de los despachos, apagadas; y montañas de expedientes hacen equilibrio en los escritorios de las mesas de entradas de los juzgados del primer piso. Al caminar por el corredor de calle Moreno, se alcanza a distinguir una luz al final, casi llegando a la esquina de Pellegrini. No es normal ver audiencias en el horario vespertino, pero noviembre fue la fecha señalada para que la sala 1 reúna a las familias y militantes que durante meses reclamaron justicia, tocando tambores, en las afueras del Tribunal. Adentro, Sergio "el Quemado" Rodríguez, Daniel "Teletubi" Delgado, Brian "Pescadito" Sprio y Mauricio Palavecino están sentados en el banquillo de los acusados por la matanza de los pibes, en la canchita del club Oroño.
En la sala pintada de blanco, frente al público, están sentados los jueces Gustavo Salvador, Ismael Manfrín y José Luis Mascali. En el medio, fiscales, querellantes, defensores e imputados se acomodan con los escritorios en forma de C, de frente al tribunal. Ninguno de los acusados quiso declarar cuando el juez Salvador se los preguntó al final de la primera audiencia. Apenas se limitaron a dar sus nombres. Allí, los testigos van entrando de a uno, a requerimiento del magistrado, y comienza el interrogatorio. En estos días, muchos lloraron; otros señalaron sin dudar a los acusados como quienes actuaron aquella noche. Para hoy y toda esta semana, se esperan más testimoniales.
Como contraparte de ese espacio frío, afuera el sol pega de lleno en la carpa del M26. Son más de las cuatro de la tarde y los acampantes se preparan para pasar el primer fin de semana con charlas, paneles y música. Con la luz del día sobre el techo del campamento, los rostros de quienes están adentro se pintan de rojo, indefectiblemente. Coti, Matías, Pablo, Nenu y Gaby reciben a Rosario/12 con mate, aunque el inicio de la charla frena la ronda. Pocas veces hablaron con los medios, aunque sus pensamientos e ideas se dieron a conocer a través de Pedro "Pitu" Salinas, quien tomó la voz de los militantes, durante casi tres años.
"Son días de mucha intensidad, muy especiales, sobre todo cuando les tocó a los compañeros prestar declaración. Estamos muy unidos y esto es más o menos como lo esperábamos, pero al vivenciarlo es muy distinto. Queremos que se diga basta a tanta impunidad, que se vea cómo las cosas empiezan a cambiar. Qué sea el comienzo de un camino nuevo", se esperanzó Coti, integrante del movimiento que llegó a varios barrios rosarinos hace más de siete años. Además, señaló que la idea de la carpa es "profundizar la lucha encarada desde aquél 1º de enero. Laburamos mucho para estar acá. Queremos poder dar a conocer lo que va pasando adentro, con varias actividades acá afuera, llenarlas de vida, contenido, charlas, paneles, festivales" y hasta con venta de productos.
Gaby agregó que en la carpa se reflejan "otras luchas: se acercaron madres de víctimas de la dictadura, Juan Ponce, el hijo de Mercedes Delgado, la madre de Franco Casco, familiares de las víctimas de calle Salta y otras organizaciones". Al mismo tiempo, anunciaron que este sábado se realizará un encuentro de la juventud, allí mismo.
Pablo relató cómo fue el momento en el que los familiares salieron de la primera audiencia, donde se vieron cara a cara con los acusados. "Fue abrazarnos, llorar juntos por ese dolor de tener enfrente a los asesinos de los pibes". Es que en las primeras tres jornadas del juicio hubo momentos se removieron muchas cosas: Marcelo Suárez, Moki, relató ante los jueces cómo mataron a su primo Claudio "Mono" Suárez, y a sus amigos Jeremías Trasante y Adrián "Patóm" Rodríguez. Lo más fuerte de su declaración fue cuando rechazó un pedido del abogado Carlos Varela, quien pretendía que el chico tomara la 'mini metra' (exhibida en la audiencia) y mostrara cómo la llevaba la persona que atacó a los pibes. "¿Querés que agarre el fierro que mató a mis amigos?", le respondió con firmeza, luego de señalar a Rodríguez como el tirador. También pasaron por el estrado Lita Gómez, la mamá del Mono, y de Eduardo Trasante, padre de Jere, que relataron cómo vieron apagarse la vida de sus hijos. Desde el M26, recordaron el compromiso de los pibes asesinados, que Pitu y Patóm iban a viajar a Formosa, y que el Mono "estaba enojado porque él también quería ir; pero Lita le decía que él tenía que hablar más". Después de la matanza -se emocionaron- "cambió la vida de todos; de cada uno de nosotros. Ya ese septiembre de 2011, nosotros avisamos con un comunicado lo que estaba pasando con el narcotráfico en los barrios, porque habían matado al hermano de una compañera de Tablada, y no nos dieron bola. Pero cuando pasó lo de los pibes, ya no hubo medias tintas ni cuidados; salimos a poner el cuerpo y no lo dudamos, nos propusimos ir hasta el final, y acá estamos", dijo Pablo.
Sobre el final de la charla, hablaron de Salinas, quien durante los 34 meses previos al juicio fue la voz de la organización. "El Pitu sintetiza muchas de las cosas buenas que tenemos todos; y casi nada de las cosas malas", dijo Pablo. "Consideramos que él tenía que ser la voz por esto mismo, porque sabe llevar lo que hablamos en las charlas. Es un tipo ejemplar y enorme, con un gran humor, al que nunca le tembló el pulso cuando hubo que poner la cara y el cuerpo", señalaron. Nenu agregó que "dio un paso más en las discusiones colectivas y salió a decir lo que había que decir. El habla nuestras discusiones". Para Coti y Gaby, representa "el amor hacia el barrio, hacia los familiares, los vínculos. En el vemos a un pariente de todos", coincidieron.
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