CIUDAD › EL DESTINO DEL PADRE
› Por Damasia Amadeo de Freda*
La revolución que implica la "metamorfosis de la pubertad", y la crisis que supone la entrada en la adolescencia como momento de pasaje hacia la edad adulta queda ilustrada por la comparación que hace Freud en 1934, en una carta dirigida a Arnold Zweig, en la que compara el momento sombrío de la adolescencia, momento al que de ninguna manera él querría volver, con los tiempos oscuros que se anunciaban con la entrada del nazismo en Viena. Si bien la comparación parece exagerada, era ese el sentimiento de Freud.
Veinte años antes, en 1914, en el texto "Sobre la psicología del colegial", Freud relata su experiencia de adolescente en un tono menos lúgubre. En este texto, que fue escrito como homenaje al cincuentenario del colegio donde cursó sus estudios secundarios, Freud se retrotrae a la segunda mitad del siglo XIX para pensar la adolescencia a partir de su propia experiencia.
Este texto es ante todo un homenaje al padre, a la importancia que éste tiene en la infancia para el niño. Las nuevas figuras de autoridad halladas en la adolescencia, representadas por maestros y profesores a los que Freud también rinde homenaje allí, son sucedáneos del padre y serán las responsables de hacer surgir el deseo de aprender, orientando al adolescente en la elección de las vocaciones definitivas para la edad adulta.
Freud llegará a decir ahí que el destino de un adolescente, en cuanto a poder descubrir y llevar a delante una vocación, dependerá en gran medida del buen encuentro con los profesores en esta época de la vida.
La actitud del niño, llegado a la pubertad, es caracterizada en ese texto por una lucha interna en abandonar las identificaciones al padre, destituirlo del lugar del ideal para así dar lugar a las nuevas identificaciones y a los nuevos ideales representados por las figuras de la educación. Dicho momento está caracterizado fundamentalmente por la rebeldía y la ambivalencia y se manifiesta en el cuestionamiento al padre, en su destitución en tanto garante más importante hasta ese momento de la verdad para el niño.
Bien se puede pensar que la crisis de la adolescencia que Freud planteara en este texto era solidaria también del abandono de identificaciones sólidas y bien consolidadas que el ideal paterno proveyera al niño. Ese momento implicaba, entre otras cosas, el pasaje de esas identificaciones endogámicas a las exogámicas impuestas por la cultura. Es decir, las nuevas figuras del ideal ofrecidas por la educación escolar, en tanto orientadoras de vocaciones y deseos acordes a los intereses del adolescente, se desprenderían y tendrían su punto de apoyo en la orientación dada por el padre, lo cual supone también la idea de un Otro sólido y consistente que amortiguaría la crisis que el paso por la adolescencia implica necesariamente.
En la enseñanza de Lacan no hay homogeneidad con respecto a la noción del padre. A lo largo de los años vemos que esta se modifica. El primer momento se caracteriza por la reducción del personaje de la realidad a una función: el significante del Nombre del Padre. Dicha transformación se basa en el movimiento propio de su enseñanza, pero no deja de estar relacionada con la observación temprana que hace de su declive y que se puede ver ya en 1938, en el texto "La familia".
*Psicoanalista. Fragmento del libro "El adolescente actual. Nociones Clínicas".
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